Por Raquel Sierra
La sociedad cubana, tradicionalmente machista y homofóbica, comienza poco a poco a abrir los ojos a la diversidad sexual, un lado hacia el que, hasta hace no tanto, prefería no mirar. Incluso, se mueven algunos resortes para que su aceptación, aunque demore, llegue a lo legal.
La heterosexualidad, erigida durante siglos como norma “correcta” de conducta, ha cedido espacio a otras preferencias y comportamientos sexuales que la Cuba de inicios del tercer milenio no puede seguir desconociendo.
Homosexuales, bisexuales, transexuales o travestis constituyen un sector cada vez menos invisible y, si bien no existe una asimilación generalizada, es en parte aceptado o al menos tolerado en sectores académicos, universitarios, culturales y entre personas sensibilizadas con el tema.
Según la psicóloga Mayra Rodríguez, del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex), aunque “todos estos comportamientos, identidades, orientaciones y expresiones sexuales diferentes a la heterosexual son rechazadas por la sociedad, en este momento hay una mayor aceptación”.
Rodríguez atribuye ese avance al trabajo del Cenesex, entidad gubernamental que trabaja el tema, lo promueve en otras instituciones y, desde su surgimiento como Grupo de Educación Sexual, en la década del setenta, comenzó a trabajar la temática con la formación de recursos humanos que hicieran comprender la diversidad sexual de una manera ética y humana. “Nos dimos cuenta de que, paralelamente a eso, había que trabajar con la sensibilización de la población. Esto ha tenido un impacto social y ha repercutido en una mayor comprensión y aceptación”, explica.
“A veces me asombro cuando un hombre me da la mano para bajar de un ómnibus, nunca soñé que llegaría a eso. No sé si no se percatan o si me encuentran bonita, aunque no lo soy”, afirma un transexual de hombre a mujer.
“Me escondí durante mucho tiempo, pero en cuanto me dieron mi carné de identidad nuevo, donde se reconoce mi condición de mujer, más nunca me he puesto un pantalón, todo son sayas y vestidos”, dice. En la isla, a raíz del trabajo del Cenesex, un grupo de transexuales pudo realizar el cambio de identidad.
De acuerdo con Rubén de Armas, coordinador del proyecto de hombres que tienen sexo con otros hombres (HSH) en La Habana, en la isla ha habido un poco de apertura para tratar el tema, pero persisten temores y tabúes.
“Encontramos personas de los medios que se sensibilizan con el tema y pretenden llevarlos a programas, pero luego chocan con incomprensiones que impiden una mayor información y promoción de esta temática”, agrega.
Diversidad
En Cuba, como sucede en otras naciones, la falta de debate público sobre el tema genera un desconocimiento generalizado, por lo que los estudiosos consideran pertinente profundizar en las explicaciones para una mayor comprensión.
Más que un concepto, la diversidad sexual es un principio de aceptar, respetar y vivir con la diferencia, señala la psicóloga Rodríguez.
Aunque es un concepto de la sociedad contemporánea, explica, desde hace muchos años diversos autores hablaron sobre el tema, entre ellos el padre del psiconanálisis, el austriaco Sigmund Freud, cuando se refería a la existencia de diferentes comportamientos sexuales.
Otros estudios que reconocían esa variedad y la lucha de los movimientos lésbicos y gay, influyeron en develar lo que se conoce hoy como diversidad sexual, señala la master en ciencias.
Para Mayra, quien estudia el tema desde hace 23 años, la novedad consiste en que antes se hacía referencia solamente a comportamientos sexuales diferentes al heterosexual. “Hoy la orientación heterosexual también forma parte de la diversidad sexual, porque igualmente son personas diversas, con diferentes comportamientos”.
Aunque enmarcar en grupo no es de su agrado, porque considera que todas las personas son seres humanos y separarlos en grupos forma parte de la discriminación y la estigmatización, Rodríguez emplea estos conceptos para una mayor comprensión de las diferencias.
“Hay diferentes orientaciones sexuales que tienen que ver con la preferencia sexual, con la dirección sexo erótica del deseo sexual: Son tres: la homosexual – personas que se sienten atraídas por otras de su mismo sexo-, la bisexual –su preferencia se orienta hacia uno u otro sexo–, y la heterosexual –preferencia sexual hacia personas de otro sexo”, explica.
Según la psicóloga, la orientación sexual se construye como cualquier comportamiento dentro de la sexualidad, que es también una categoría construida. “Nacemos seres sexuados, pero construimos nuestra sexualidad a través de la vida, en función de la educación, la influencia, las vivencias”, agrega.
Por otra parte, están los trastornos de identidad de género, que en el caso de la transexualidad se refiere a aquellas personas que sienten una incongruencia entre el sexo asignado al nacer y el sexo psicológico.
“Un travesti con orientación homo se diferencia de un transexual de hombre a mujer en que el travesti hombre homosexual es una persona biológicamente varón, lo asignaron como varón al nacer, psicológicamente se siente varón, pero prefiere a las personas de su mismo sexo. Sin embargo, el transexual, asignado varón al nacer, biológicamente es varón, pero se siente mujer”, detalla.
Este sentimiento de pertenencia hace que la persona tenga que adecuar su cuerpo a su mente, por lo que, en la mayoría de los casos, solicita una cirugía de reasignación sexual, un cambio a nivel de genitales, porque el sexo sigue siendo biológicamente el mismo.
Algunos no quieren dar ese paso, lo que suele interpretarse erróneamente como que es un travesti. “Antiguamente se decía que eran verdaderamente transexuales quienes se querían reasignar. Hoy se sabe que no es así, pues sí hay transexuales que sienten esa discordancia pero que, por diversas causas –son ya mayores, tienen miedo o un determinado estatus social–, no se quieren operar”, explica.
Surgió entonces el término transgénero, para personas transexuales que no se querían operar. Ese concepto cambió y alude hoy a todo aquello que traspasa las normas sociales, y en él se incluye cualquier tipo de preferencia sexual, sea el travestismo o la transexualidad, indica la especialista.
Para saber certeramente si se trata de un transexual, la persona se mantiene en estudio por parte de la Comisión Nacional de Atención a Personas Transexuales, que radica en el Cenesex, bajo el requisito de ser mayor de 18 años de edad –antes no se puede diagnosticar– y mantenerse al menos dos años en tratamiento.
“La apariencia externa no da realmente cuál es la identidad ni la orientación sexual de las personas, porque va más allá de eso, hay que estudiar psicológica y biológicamente cada caso. El diagnóstico diferencial es muy complicado”, expresa.
En el artículo “Trastorno de identidad de género y personas transexuales. Experiencias de atención en Cuba”, aparecido este año en el número 13 de la revista Sexología y sociedad, Rodríguez y otras dos expertas indican que estas personas sufren conflictos de diversa índole.
Entre ellos enumeran la dificultad para la permanencia en una díada amorosa; presiones de la familia de origen y del medio social; largos períodos de soledad; restringidas interacciones sociales y renuncia a experiencias erótico-afectivas.
Hacia lo legal
Poner fin al vacío legal de estas personas es una de las líneas de trabajo del Cenesex.
En entrevista a SEMlac en 2005, Mariela Castro, directora de esa institución, consideró que “cuando la persona no aparece ni en la ley ni en la política, queda de alguna manera excluida y en cierta forma desprotegida”.
Por esa razón, el centro propone una estrategia “centrada en brindar una atención integral a todas las personas que lo soliciten y contempla no sólo los aspectos inherentes a la salud pública, sino también la responsabilidad que tiene toda la sociedad de facilitar la integración y el respeto a la dignidad de las personas”.
Entre los aspectos de esta estrategia estaría la sensibilización en diferentes sectores de la sociedad cubana, proyectos para coadyuvar a la comprensión y el respeto social, así como facilitar el empleo de estas personas, respetando el aspecto físico que se corresponda con su identidad de género, aun cuando no se hayan realizado los cambios correspondientes en su documento de identidad.
Paralela a la estrategia, presentada al Parlamento en 2006, existen una propuesta de reforma al Código de Familia, entregada al Partido Comunista en junio pasado, y una resolución del Ministerio de Salud Pública.
De aprobarse, el nuevo código reconocería los mismos derechos para las uniones entre parejas heterosexuales y homosexuales, incluidos los personales, patrimoniales, hereditarios y los inherentes a la vivienda, y flexibilizaría las regulaciones vigentes sobre la adopción, para favorecer el acceso a esa alternativa tanto a parejas heterosexuales como de homosexuales.
Según la directora del Cenesex, la idea que ha encontrado mayor resistencia en todas las instancias consultadas es el derecho de las parejas homosexuales a la adopción, por razones vinculadas al desconocimiento y los prejuicios.
En el caso de la Resolución de Salud Pública, implementa todo el proceso de atención integral de salud a personas transexuales de manera especializada, incluida la creación de una unidad asistencial para su atención.
(diciembre/2007)