Cuba: Violencia contra las mujeres, un tema para los medios

La violencia que se ejerce hacia las mujeres y las niñas gana presencia en los medios cubanos de comunicación, pero aún no se aborda suficientemente ni se hace siempre con acierto, en opinión de periodistas y especialistas.

El tema de la violencia de género comenzó a tratarse de forma muy incipiente por algunos medios de prensa, en la pasada década del noventa, cuando empezaron a divulgarse los primeros resultados de investigaciones académicas que iniciaban el camino de explorar y visibilizar ese fenómeno poco reconocido entonces en la sociedad cubana.
Dainerys Mesa, de la revista cubana Somos Jóvenes, reconoce que «el tema ya está en los medios, a diferencia de hace más o menos una década». No obstante, alega que su abordaje depende del espacio en que se publique y de la formación en temas de género de quien lo haga.
Con una mayor presencia en espacios especializados como la revista Mujeres, de la Federación de Mujeres Cubanas, su tratamiento se ha hecho más frecuente con la realización de las Jornadas Cubanas por la No violencia hacia las mujeres y las niñas, desde 2003.
«Pero creo que, de manera general, salvo algunas especificidades, se hace de forma superficial», alega Mesa en entrevista para el servicio informativo No a la Violencia, de SEMlac.
Entre otros argumentos, la colega señala que tanto públicos como emisores asumen la violencia ligada, fundamentalmente, al maltrato físico, y dejan fuera muchas otras manifestaciones que deben visualizarse y abordarse desde la mirada de especialistas.
El mensaje «muchas veces queda apenas encasillado en mencionar el fenómeno, sin tener detrás un análisis o explicación que tenga en cuenta elementos culturales, de políticas, estadísticas, investigaciones», sostiene, por su parte, Lisandra Fariñas, reportera del diario nacional Granma.
Entrevistada para el servicio informativo No a la Violencia, que publica SEMlac desde 2007, Fariñas sostiene que «se ha ganado terreno en reconocer que este es un problema también de salud para la mujer cubana», aunque «falta ampliar el diapasón de análisis».
En ello puede incidir la poca sensibilización que existe aún respecto al tema, acota.
«Queda quizás en tierra de nadie, pues no suele ser una línea editorial, viene a veces a ser trabajado por motivaciones personales del periodista. Y falta entonces esa intencionalidad de reconocer que es un fenómeno que existe, aumenta cada día y sobre el cual mucho debemos hacer», precisa Fariñas a SEMlac.
Sondeos a medios, profesionales de la comunicación y periodistas, realizados por SEMlac desde 2000 hasta la actualidad, constatan que hoy se publica más sobre el asunto y hay mayor conocimiento del tema. Pero también identifican brechas que necesitan atención urgente.
«Los medios en Cuba no son sistemáticos a la hora de tratar el tema y les falta, además, profundidad para abordarlos», señala la colaboradora de SEMlac Dixie Edith Trinquete en su ponencia «No a la violencia, un proyecto contra el silencio», que resume los resultados de los sondeos.
Aparecen, por ejemplo, análisis parciales y errados sobre las causas de la violencia, así como confusiones teóricas vinculadas a la compresión de la teoría de género y los enfoques de derechos humanos vinculados a la violencia contra las mujeres.
Hay desinformación y falta de especialización en periodistas, comunicadores y comunicadoras en asuntos sociales y de género, a la par que los objetivos editoriales no tiene en cuenta este tema, apunta Edith.
En tanto, personal directivo y responsable de edición desconoce que la violencia de género es un hecho también en Cuba, agrega el informe.
A la hora de listar aciertos y desaciertos, Mesa incluye entre los primeros que «en determinados contextos, se habla de otros tipos de violencia más que de la física; se evita revictimizar a las personas violentadas; se sensibiliza a los públicos y se les ofrece orientación de hacia dónde dirigirse en tales casos».
Entre los desaciertos identifica la forma esquemática y superficial en que se sigue enfocando la violencia de género.
«Seguimos usando términos como violencia doméstica y crimen pasional, cuando se trata de algo diferente. Muchas veces no se busca la asesoría adecuada y los criterios que se incluyen en los trabajos no son del todo oportunos», comenta Mesa a SEMlac.
Para Claudia Martínez, de la revista Bohemia, no pueden dejar de reconocerse algunas fortalezas en estos años, como el aumento de espacios que reflejan y denuncian la violencia de género, la existencia cada vez más de profesionales estudiando el tema, interesándose por evidenciarlo y comprometidos con la lucha por la eliminación de ese flagelo.
«Han aumentado los mensajes de bien público en la televisión referidos al tema de la violencia de género. Pudiera discutirse si son perfectibles o no, pero lo cierto es que durante mucho tiempo no existieron y actualmente están y denuncian una situación real», señala.
Pero, paradójicamente, esos mismos medios siguen siendo espacio de reproducción de los roles tradicionalmente femeninos y masculinos, sostiene la periodista de la revista Bohemia.
«Continúan los espacios humorísticos en los que se realiza con frecuencia un humor que denigra la imagen de la mujer, la segmenta, reduce a objeto sexual o alimenta la idea de la histeria femenina», expone como ejemplo a SEMlac.
«Algunos videos clips que se muestran en la televisión, por no hablar de los medios y espacios no tradicionales, reflejan de manera acrítica la mujer sexy, como un objeto sexual, o bien desde la idea de la hembra sometida por el macho al placer, o bien como la tigresa que somete a los hombres invirtiendo los roles, aparentemente, pero transmitiendo la misma violencia», argumenta Martínez.
Sacar la violencia del silencio ha sido un primer paso y no faltan las buenas prácticas que orientan acertadamente, pero a especialistas y personas entendidas en la materia les preocupa que un mal tratamiento del asunto lleve a naturalizar estereotipos o causar más daño que alivio.
Para Martínez, está claro que un buen enfoque debe intentar derribar mitos y estereotipos que rodean al tema.
«Hay que demostrar que no es algo que se resuelve individualmente. Por supuesto que comienza por la toma de conciencia de cada individuo, pero es un fenómeno colectivo, social, público, en el cual es de especial importancia la labor de todas las instituciones, los medios de comunicación y las leyes y políticas», insiste la periodista.
Ampliar las investigaciones, seguir capacitando al respecto a directivos y profesionales de los medios, incorporar el tema a las políticas editoriales y desarrollar habilidades críticas en las audiencias son algunas de sus propuestas concretas para avanzar en este camino.
«No se trata solamente de que aumenten los espacios que hablen de violencia de género; eso es importante, pero no es una cuestión cuantitativa, sino también cualitativa», afirma.

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