Comunidades rurales reciben capacitación sobre violencia

Líderes religiosos, actores locales y activistas de zonas rurales matanceras organizan grupos de orientación a víctimas de violencia de género tras recibir talleres promovidos entre 2013 y 2014 por el Centro Cristiano de Reflexión y Diálogo-Cuba (CCRD) de Cárdenas, 150 km al este de La Habana.

En los pequeños poblados de Bolondrón, Cuatro Esquinas, Zorrilla, Cayo Bejuco, Carlos Roja, El Cerro, San Francisco e Itabo, especialistas de la organización no gubernamental impartieron herramientas para identificar manifestaciones del maltrato que tienen como origen la inequidad de poder entre hombres y mujeres por causa de la cultura patriarcal.

Según explicó a SEMlac la psicóloga del CCRD Valia Solís, el «Proyecto de Capacitación de líderes rurales y personas afectadas en función de favorecer la no violencia en comunidades con conflictos de género» surgió como necesidad local ante el crecimiento del maltrato machista.

«La idea fue crear colectivos de apoyo con personas sensibilizadas en el tema dentro de las iglesias cristianas, para que pudieran continuar trabajando sin depender todo el tiempo de especialistas», aseguró la experta.

Los talleres, con apoyo de Ayuda de la Iglesia Noruega (AIN) y otros organismos de cooperación internacional, incluyeron el diagnóstico de la problemática en cada localidad, para luego desmitificar el fenómeno como asunto privado y mostrar los distintos momentos cotidianos en que las mujeres pueden ser maltratadas.

En las pesquisas, encontraron abundancia de familias monoparentales encabezadas por una mujer y la sobrecarga de roles femeninos en el hogar, entre otras expresiones de la agresividad contra ellas.

Además, se realizaron talleres sobre sexualidad y prevención de infecciones de transmisión sexual y VIH/sida para adolescentes y jóvenes.

Victoria Moreira, de la Iglesia Episcopal «Cristo Rey» en Cuatro Esquinas, municipio Los Arabos, aprecia que la realización del taller impactó a las mujeres locales, quienes por lo general no cuentan con recursos para defenderse de la violencia en el hogar porque les parece normal.

«Muchas pensábamos que los gritos no son violencia, lo mismo que si el esposo llega a la casa y no te habla, te trata mal o te humilla», declaró a SEMlac la maestra Mayelín Vergara, de Zorrilla, también en Los Arabos.

«En el campo hay mucho machismo, el hombre piensa que tiene el don y la fuerza sobre todas las cosas y, como pocas mujeres tienen trabajo para ganarse su dinero, se mantienen sumisas», consideró la mujer de 42 años, recientemente divorciada tras vivir una situación de violencia en su pareja.

Vergara apuesta por levantar la autoestima de otras mujeres contándoles su experiencia y brindándoles un apoyo para salir de ese ciclo de maltratos.

Las dramatizaciones grupales realizadas en los talleres a partir de experiencias individuales reflejaron el espacio doméstico como sede de la agresividad.

La médica de la familia Arianna Toledo Izquierdo piensa que en Cuatro Esquinas, con poco más de 2.300 habitantes, la dependencia económica de muchas mujeres es una de las principales razones que las mantiene en el ultraje.

«Aquí el machismo nos lo enseñan desde chiquitas y las adolescentes tienen pocas opciones para conocer otras experiencias», consideró.

La inexistencia de redes de apoyo, lejanía de los cuerpos policiales, falta de medios para desplazamientos e imposibilidad de recibir ayuda inmediata ante la violencia física hacen que muchas mujeres rurales sufran en silencio el maltrato cotidiano, constata la investigadora Maria de los Ángeles Arias en un reciente artículo publicado por el servicio No a la Violencia de SEMlac.

Para la experta holguinera, «solo procesos de sensibilización en materia de género en los espacios rurales pueden llevar a la toma de conciencia por parte de las mujeres acerca de cómo los maltratos, los insultos y las descalificaciones son expresiones invisibles de la violencia».

En los próximos meses, especialistas del CCRD planean expandir la experiencia de estos talleres a otras 12 localidades rurales matanceras, con apoyo de Acción Ecuménica Sueca (DIAKONIA) y el fondo Canadá-Cuba, entre otras organizaciones internacionales.

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