Claves frente a la violencia

Por Sara Más

Elevar la valoración de sí mismas y su satisfacción e independencia personales son acciones que ayudan a las mujeres maltratadas a romper el ciclo de la violencia doméstica para poder salir de esas situaciones, con apoyo especializado, han comprobado especialistas en Cuba.
Profesionales de diversas disciplinas que atienden casos de este tipo en Bayamo, ciudad a 733 kilómetros al este de la capital cubana, sostienen que muchas veces las víctimas del maltrato se sienten incapacitadas de romper por sí mismas la dinámica de la violencia y necesitan, por tanto, la ayuda de terceras personas.
«Han establecido una relación de dependencia emocional que, en ocasiones, desemboca en trastornos psicológicos y problemas de salud, pues la ruptura de la relación propicia en ellas sentimientos de angustia y frustración», aseguran la socióloga María de los Ángeles Chávez y la psiquiatra Raida Rodríguez.
En su investigación «Comportamiento de la Conducta Autodestructiva en Mujeres Violentadas, atendidas por la Casa provincial de Orientación a la Mujer y la Familia en la provincia Granma», ambas autoras reconocen la presencia de la violencia doméstica en sus diversas manifestaciones.
Entre estas incluyen la descalificación, la humillación delante de los hijos u otras personas, las restricciones a su libertad, así como el excesivo control y posesión. Además, se constatan todas las características del ciclo violento, desde la tensión emocional, la agresión física y sexual, el sentimiento de culpabilidad, la lesión enorme de la autoestima y la invisibilidad, hasta arrepentimiento, la reconciliación y continuas tensiones.
La investigación abarcó a 16 mujeres que presentaron una actitud autodestructiva entre 120 con historias de violencia que acudieron de forma espontánea a la casa, a pedir ayuda, de septiembre de 2002 a octubre de 2003.
El centro, creado en 2001, desarrolla programas de atención, ayuda, orientación y capacitación para la mujer y la familia, cuenta con un equipo de colaboradores multidisciplinario e institucional, explicó Chávez, coordinadora de la institución adscrita a la Federación de Mujeres Cubanas.
Esas mujeres provienen de familias con características comunes, donde «la jerarquía de roles y la autoridad familiar confiere al padre la supremacía en la toma de decisiones y en el control y dirección de la vida hogareña», precisan las investigadoras.
Además, apreciaron la imposición de limitaciones que les impiden un pleno desempeño laboral y de estudios, así como el desarrollo de condiciones potenciales para el aprendizaje de la violencia como forma de relacionarse en pareja y en la vida familiar.
De acuerdo con la investigación, los grupos de edades predominantes fueron de 28 a 37 años, la mayoría unidas sin matrimonio y amas de casa (69 por ciento), con descendencia entre uno y tres hijos. Muy pocas trabajaban, lo que repercute negativamente en la persistencia del maltrato, a juicio de las autoras.
«Las mujeres que no tienen historia laboral mantienen mayor dependencia del cónyuge, quien les limita el pleno desarrollo individual y contribuye al deterioro de su autoestima», consideran.
En ese proceso de supremacía masculina, ellas suelen dejar de lado sus proyectos individuales y de crecimiento personal, lo que daña aún más su autoestima y las lleva a la depresión y las conductas autodestructivas, explican las autoras en su estudio.
Según observaron, muchas lesionan permanentemente su autoestima, tienden a culpabilizarse por desencadenar la violencia en el hombre y afianzan la indefensión aprendida a lo largo de sus vidas.
Romper con esa rutina se torna realmente complicado para muchas. Quizás por eso solamente tres de las unidas consensualmente a su pareja rompieron definitivamente la relación, en tanto otras 13 se mantenían unidas al hombre violento cuando se hizo la investigación.
Detrás presionan diversos motivos: desde la dependencia económica y la falta de vivienda propia para separarse e irse a rehacer su vida, hasta frustraciones y tabúes.
Hay desde la que sigue pensando que no debe «ponerle otro padre a mis hijos», hasta la que afirma «llevo muchos años casada para volver a comenzar». También se expresan con dolor ante situaciones que no quieren seguir soportando.
Aun cuando se trata de un proceso que toma tiempo para obtener cambios, luego de la atención multidisciplinaria, la reevaluación de los casos, al menos respecto a la conducta autodestructiva, reveló que el 50 por ciento de ellas se había recuperado de su depresión.
(Bayamo, Cuba, noviembre de 2006)

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