Ayudar a reconocer las distintas formas de violencia, tejer redes de apoyo, atender y dar seguimiento a casos específicos y prevenir ese tipo de hechos en diversas comunidades son algunas de las acciones que despliegan organizaciones cubanas de inspiración cristiana en espacios urbanos y rurales.
Entre ellas destacan el Centro Cristiano de Reflexión y Diálogo-Cuba (CCRD-C), de Cárdenas, a 120 kilómetros de La Habana; y el Grupo de Reflexión y Solidaridad «Oscar Arnulfo Romero» (OAR), en la capital cubana, cuyas experiencias centraron el foro de OAR dedicado al tema «Violencia de género y el escenario religioso cubano. Buenas prácticas por la no violencia», el pasado 20 de noviembre.
Con una política institucional de género y un amplio espectro que se dirige lo mismo a las comunidades religiosas que a la población no creyente, ambas instituciones incluyen en su programa de trabajo la sensibilización y capacitación es temas de violencia de género, así como su prevención y tratamiento.
«Se trata de un asunto que debe contar con la centralidad estatal, pero a la vez es necesario que múltiples organizaciones e instituciones también lo hagamos nuestro como un problema social, de salud y de derechos humanos», señaló la psicóloga Mareelén Díaz Tenorio, coordinadora del Programa de Equidad Social de OAR.
A partir de una metodología de trabajo de investigación-acción participativa, el CCRD-C de Cárdenas ha avanzado en el diagnóstico del tema en comunidades rurales de la central provincia de Matanzas y en proyectos puntuales desarrollados en alianzas con diferentes actores.
«Aunque se trataba de una línea de trabajo con más de 20 años, nos dimos cuenta de que las acciones eran insuficientes», señaló Valia Solís, psicóloga del CCRD-C.
Su colega Janettee García abundó en el panorama que han encontrado en las zonas rurales, con un mayor dominio masculino y donde la violencia se expresa de otro modo, solo se reconocen sus manifestaciones más graves, se naturaliza su ocurrencia en la pareja, no se visualiza la violencia económica y se carece de redes de apoyo eficaces, entre otros aspectos.
El trabajo desplegado por el centro en las comunidades lo identifica como espacio al cual acudir en busca de ayuda y entre sus actuaciones combinan la sensibilización y capacitación comunitaria con la atención y el acompañamiento psicológico, así como el seguimiento de algunos casos en alianza con otros actores y redes sociales, incluida la policía, el médico de familia, la Fiscalía y otros.
Desde otras experiencias, OAR promueve relaciones equitativas de género en la sociedad cubana contemporánea, desde una espiritualidad comprometida con la solidaridad, la pluralidad y la participación, señaló la psicóloga Díaz Tenorio.
La institución basa su trabajo en la metodología de la educación popular y las redes, y entre sus líneas fundamentales de trabajo están la formación, la comunicación social, la atención comunitaria y las experiencias de transformación social, abundó.
OAR ha trabajado además en la articulación de una Campaña Nacional por la No Violencia hacia la Mujer, la Plataforma de Hombres por la No Violencia, la Red Nacional por la No Violencia de Género y el propio Foro Permanente, un espacio sistemático de debates por la equidad social y de género.
La también investigadora resaltó la necesidad de seguir trabajando en comunidades religiosas y no religiosas para desmontar los mitos sostenedores y reproductores de la violencia por motivos de género, pues se trata de un problema que abarca todos los estratos sociales y grupos humanos, y no es privativa de familias no religiosas, pobres, negras o de más bajo nivel cultural.
Aunque se carece de estadísticas nacionales que permitan ilustrar el fenómeno de la violencia de género en el país, una de las preocupaciones expuestas durante los debates del foro, su ocurrencia siempre aparece en estudios cualitativos y locales, agregó la experta.