Casa del Niño y la Niña, no a la violencia desde la cuna

Por Dixie Edith/ dixie@enet.cu

Educar para el amor también es una manera de prevenir la violencia. Tal podría ser la máxima que anima a quienes se afanan en un proyecto comunitario dirigido a la población infantil en un barrio de la capital cubana: la Casa del Niño y la Niña.

Los dibujos y composiciones que en estos días adornan las paredes de la sede de esta particular iniciativa confirman la anterior afirmación.

Fruto de un concurso organizado en saludo a un nuevo aniversario de la “Convención de los Derechos de los Niños y las Niñas”, firmada el 20 de noviembre de 1989 en la Organización de Naciones Unidas, población infantil y juvenil entre nueve y 15 años narran con imágenes y palabras sencillas cuáles son sus derechos, deberes, y cómo se preparan para cumplirlos y hacerlos cumplir.

El certamen fue apoyado por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) en Cuba y la dirección de Educación de Centro Habana, entre otras instituciones.

“Uno de nuestros principales objetivos es darles herramientas a estas niñas y niños para que puedan encaminar sus vidas, convertirse en personas útiles y felices en el futuro”, explicó a SEMlac María del Carmen Espinosa, directora de la casa.

Ubicada en Cayo Hueso, en el municipio de Centro Habana, este proyecto comunitario suma ya más de una década: nació en mayo de 1999, a partir de los resultados de un diagnóstico urbano y social realizado por los especialistas del Taller de Transformación Integral del Barrio (TTIB).

Los TTIB son pequeños equipos interdisciplinarios creados desde 1988 que trabajan para reforzar el papel de la comunidad como sujeto de las transformaciones, partiendo de un reconocimiento de las necesidades locales y de las demandas populares.

“Desde el inicio contamos con el apoyo del Gobierno municipal y somos auspiciados desde Unicef”, agregó Espinosa.

Así, una vieja vivienda abandonada fue transformada por vecinas y vecinos en una agradable y muy provechosa sede, donde fructifican talleres de artes plásticas, pero también de educación ambiental y audiovisual, danza, teatro, literatura y hasta  de periodismo.

“Ya tenemos incluso una revista propia, Musa traviesa y entre actividad y actividad, aprovechamos para promover una cultura contra la violencia”, detalló la directora.

La publicación está escrita íntegramente por niños y niñas con algún asesoramiento adulto e incluye temas de interés tan general como deportes, personalidades famosas de la historia, cultura, poemas y cuentos.

Pero también una sección llamada Noticias del Barrio que recrea momentos interesantes del entorno comunitario, lo cual crea y reafirma el sentido de pertenencia a su localidad del joven equipo de realización.

“Otro valor agregado es que el trabajo con tantos infantes demanda la colaboración de vecinas y vecinos, con lo cual extendemos nuestra influencia también a las familias del barrio”, indicó Espinosa.

Además, en la casa se celebran cumpleaños y fiestas infantiles, niñas y niños acuden a hacer sus tareas escolares o en busca de información de la pequeña biblioteca para completar un trabajo investigativo.

La intensa labor va dando sus frutos. Una visita a la casa o la lectura de la revista permiten comprobarlo.

“No por ser más feo/ dejas de ser importante… porque lo más importante/ es querer y amar”, expresó en versos publicados por Musa Traviesa, la pequeña Dairelis Hernández.

Otro niño, Eduardo Bailo, sentenció al final de un cuentecillo corto, en la misma revista, una moraleja singular: “El que tiene todo el poder tiene que saber qué tipo de poder tiene y cuándo usarlo”.

Sin querer, ambos ya han incorporado saberes que resultan imprescindibles en el camino de prevenir y enfrentar la violencia: una ha comprendido el valor de la autoestima y el amor; el otro, en tanto, ya puede intuir que en el fondo de muchos maltratos hay un abuso de poder.

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