Bajo la amenaza del eterno enemigo

La vida cambió de repente para la población de Cuba que en menos de 15 años experimentó el fin del socialismo en Europa y ahora vuelve a vivir la incertidumbre de la cercanía del enemigo.

«¿Quién viene después de Iraq?», es la pregunta que se hacen muchos dentro y fuera de esta isla del Caribe y para no pocas personas está clara la posibilidad de que Cuba entre en el esquema de la «guerra preventiva» de Estados Unidos.

Para analistas de diferentes tendencias, Washington tendría una razón más a su favor con el encarcelamiento este mes de más de 70 opositores al gobierno de Fidel Castro y el fusilamiento de tres secuestradores de una lancha de pasajeros el pasado día 11.

Ambas medidas generaron un amplio rechazo internacional y fueron un argumento más para la aprobación de una resolución crítica a Cuba en la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, en Ginebra.

En su primera intervención sobre los últimos acontecimientos, el presidente Fidel Castro aseguró la noche del viernes 25 de abril ante las cámaras de la televisión cubana que el gobierno cubano previó el costo político de las medidas aplicadas.

Según el mandatario una ola de secuestros de naves que culminó con el fusilamiento de los tres hombres podría ser el resultado de una «conspiración» para provocar una agresión de Estados Unidos a Cuba.

El plan habría sido urdido por el sector más radical del exilio cubano y sus aliados en el gobierno estadounidense y tendría como propósitos paralizar la compra cubana de alimentos en el mercado estadounidense, romper los acuerdos migratorios bilaterales y forzar una emigración masiva desde la isla.
«La idea siniestra es provocar un conflicto armado entre Cuba y Estados Unidos», aseguró Castro.

La ley estadounidense Helms-Burton de 1996 consideró un éxodo masivo de cubanos como una amenaza a la seguridad nacional de los Estados Unidos y un motivo suficiente para una ocupación militar. Cuba es además considerada por Washington como un país que promueve el terrorismo.

En una larga intervención de cuatro horas, el presidente cubano detalló casi día a día los contactos de los diplomáticos estadounidenses en la isla con representantes de la oposición interna, que funciona en condiciones de ilegalidad.

Además de promover y financiar la subversión interna, el gobierno de Estados Unidos habría incentivado directamente el secuestro de embarcaciones cuando el 19 de marzo pasado decidió liberar bajo fianza a seis secuestradores de un avión cubano DC-3, desviado hacia Estados Unidos.

Entre esa fecha y el 10 de abril pasado se «comprobaron 29 proyectos e ideas de secuestrar embarcaciones de aeronaves con empleo de la fuerza, algo que no ocurría desde hacía muchos años», reveló el presidente cubano.

A juicio de Castro, en ese contexto y ante la amenaza de una guerra, «había que cortar radicalmente aquella ola de secuestros» que, además, se encontraba en «pleno desarrollo».

En aras de cortar de totalmente la cadena, el presidente anunció Cuba no suministrará combustible a ninguna nave cubana secuestrada que lo exija para seguir viaje a Estados Unidos o cualquier otro país.
«Los secuestradores deben saber que serán sometidos a juicios sumarísimos en los tribunales correspondientes. Es también una medida dura, pero imprescindible porque hay que arrancar de raíz tales acciones», advirtió.

Una carta abierta del Consejo de Iglesias de Cuba lamentó la aplicación de la pena de muerte contra los secuestrados y, al mismo tiempo, distinguió este proceso del seguido contra unos 70 opositores políticos.
El texto asegura que «poderosos medios de prensa internacionales no han diferenciado adecuadamente la naturaleza que distingue a ambos sucesos, originando confusión en no pocas personas».

«Es de apego a la verdad establecer que se trata de delitos de distinto carácter que han recibido tratamiento judicial y sanciones diferentes», añade la misiva firmada el miércoles 23 por 24 líderes de iglesias y organizaciones evangélicas.

«Nadie tiene derecho a poner en peligro la vida de otras personas», pero «nadie debe decidir que la muerte sea inferida a otras personas como remedio a sus acciones delictivas», afirmó en tanto el Comité Permanente de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba.

«La violencia no se elimina con la violencia. Es necesario erradicar las causas de la misma, y esto no se logra por la aplicación de la pena de muerte», añadió una nota del Comité emitida el mismo día 11, tras el anuncio de las ejecuciones.

En tanto, un mensaje firmado por 27 intelectuales cubanos y dirigido a los «amigos que están lejos» aseguró que Cuba «está más amenazada que nunca por el gobierno de Estados Unidos» y que «para defenderse se ha visto obligada a tomar medidas enérgicas que no deseaba».

Analistas consultados en La Habana opinaron que una vez más la vida interna, y también las relaciones internacionales, se definen a partir del curso del conflicto entre Cuba y Estados Unidos que se extiende ya por más de 40 años.

La Habana, abril de 2003

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