Por Dixie Edith / dixie@enet.cu
En el espíritu de la metáfora de la gota de agua que cae durante años sobre una piedra y termina horadándola, profesionales de diversas disciplinas defendieron la necesidad de seguir abriendo espacios para visibilizar la violencia de género y coincidieron en que prevenirla y enfrentarla parte de una responsabilidad social y también personal. Convocado por el Centro Nacional de Educación Sexual con apoyo de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo y el Servicio de Noticias de la Mujer de Latinoamérica y el Caribe (SEMlac), las sesiones de Voces para el Diálogo: la violencia de género en Cuba, reunieron a especialistas, juristas, profesionales de la comunicación, de la salud, artistas y público interesado, del 29 de noviembre al primero de diciembre.
La violencia, en tanto problema cultural y estructural, “nos toca desde diversas magnitudes”, aseguró la doctora María Isabel Domínguez, directora del Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas (CIPS).
Al ampliar su reflexión, la investigadora cubana describió varios escenarios: “desde mi posición de académica, por ejemplo, pero también desde el papel de ciudadana, lo cual implica incidir en otros espacios públicos; y desde mi rol de mujer, mis ámbitos privados y cómo me comporto con los amigos, con la familia”.
Un desafío registrado fue la necesidad de identificar aquellas inequidades del ejercicio del poder que pueden producir violencia porque “el maltrato nos sorprende en cualquier espacio y esa es precisamente la complejidad del asunto”, reflexionó la psiquiatra Ada Alfonso, especialista del Cenesex, quien llamó a aprovechar todos los espacios y brechas para posicionar el tema.
Pero fuera de los ámbitos familiares o de los medios audiovisuales también se ejerce violencia, señaló la profesora Isabel Damaris Castañeda. “Aun no estamos menos conscientes de otras formas que tienen que ver, por ejemplo, con la manera en que muchos dirigentes llevan a sus espacios de poder construcciones culturales patriarcales que, a menudo, se revierten contra las mujeres”, detalló.
María de los Ángeles Arias Guevara, investigadora del Centro de Estudios sobre Cultura e Identidad, de la oriental provincia de Holguín, dirigió la mirada hacia las manifestaciones de maltrato entre las mujeres rurales.
“Ese es un fenómeno poco estudiado. En Cuba es prácticamente un tema virgen. La naturalización es tal que no hay una respuesta al fenómeno por parte de las víctimas, pues forma parte de sus prácticas cotidianas”.
La doctora Arias señaló, además, la existencia de una violencia contra el patrimonio, también llamada económica, que apenas se estudia: “muchas veces las mujeres no son dueñas de patrimonios que son utilizados tradicionalmente por ellas”, explicó.
En algo coincidió el auditorio: hacer visible las diversas formas de la violencia es el primer paso para enfrentarla. “Tenemos que sacar a la luz ese maltrato soterrado que no es físico, que no provoca moretones”, señaló la actriz y directora teatral Eva González.
Danae Diéguez, profesora del Instituto Superior de Arte, opinó que falta una mejor articulación de todos los empeños y acciones “de las personas que estamos comprometidas desde la piel, desde la sangre, con temas como estos, para juntos trabajar”, sentenció.
Entre otras acciones concretas, quienes asistieron a la primera sesión de Voces para el diálogo abogaron por hacer crecer una red desde la cual aportar miradas múltiples para un posicionamiento temático y práctico del enfrentamiento a la violencia en el país.
Muy debatida fue la necesidad de una línea de ayuda para las víctimas, pero el plenario reconoció la complejidad de su implementación por el volumen de recursos materiales –y sobre todo de personas capacitadas y sensibilizadas–que involucra.
“Cuando tienes una línea de apoyo abierta cambia la concepción de un trabajo de ocho horas. Una línea de ayuda requiere fondos, compromiso de los profesionales”, opinó la doctora Ada Alfonso.
Sin embargo, quedó el compromiso de abrir caminos para la práctica concreta “porque tampoco la podemos posponer”, y partir de usar espacios ya existentes pero subutilizados, como las redes educativas y culturales. Sobre todo, se evidenció la urgencia de involucrar múltiples voces, pero en particular las de las mujeres que sufren violencia.
Voces para el diálogo: debates sobre violencia de género en Cuba, desarrollada en la Sala-teatro Las Carolinas, de La Habana Vieja, contó con la proyección de cortos audiovisuales relativos al tema y tres sesiones de debates dedicadas a “La violencia de género en Cuba: un problema del siglo XXI”, “Violencia de género: legislación, acción y participación” y “La violencia de género en la propuesta mediática y cultural”.
Incluyó, además, la inauguración de la exposición “Del silencio al grito”, de las artistas cubanas: Alejandrina Cué, Eidania Pérez y Lourdes León.
Diciembre de 20111