Por Raquel Sierra / raquels@enet.cu
Aceptar que la violencia existe y sus tentáculos se extienden hasta dominar el espacio escolar, reconocer que la ejercen tanto jóvenes como adultos, alumnos y profesores, es un primer paso para actuar y ponerle coto.Esos y otros análisis sobre género, poder, desigualdades, juventud y mujeres en el trabajo por cuenta propia en Cuba ocuparon a participantes del X Encuentro Internacional de Género y Comunicación, realizado del 23 al 25 de mayo en La Habana. Según explicó la socióloga Yaquelin Montes González, una investigación realizada en el municipio Jesús Menéndez, en la oriental provincia de Las Tunas, a más de 600 kilómetros de la capital, reveló que entre los estudiantes del Instituto Politécnico Agropecuario Orlando Pantoja prima la violencia verbal y las ofensas con adjetivación en femenino.
La indagación, realizada a petición de la dirección de la escuela, interesada en reconocer y atender el problema, arrojó que en la violencia física que los jóvenes ejercen entre sí lo primordial no es ni la intensidad ni la intencionalidad, sino la recurrencia.
Entre otros hallazgos están la falta de un trabajo preventivo intencionado y sistemático y la existencia de métodos educativos violentos por parte de los profesores hombres.
Según explicó Montes, desde el imaginario social, la construcción de género del varón pasa por los dichos y los hechos. De ese modo, cuando un muchacho tiene un comportamiento que difiere de lo que se está construyendo, es visto con recelo.
El estudio de Montes confirma la existencia de violencia en el ámbito docente, lo que generó múltiples intervenciones.
A juicio de la periodista María de las Nieves Galá, en el tema de la violencia en los centros escolares, incluida la enseñanza secundaria y politécnica, en ocasiones se estigmatiza a los varones; sin embargo, hay muchachas tan o más violentas que algunos muchachos, señaló.
«En el ámbito escolar debe tratarse no solo el tema de la relación violenta de varón a varón, sino también de varones hacia las muchacha y viceversa, y de profesores a alumnos y de estudiantes hacia sus docentes», comentó.
Bárbara Doval, vicepresidenta de la Unión de Periodistas de Cuba, señaló que hay maestros que gritan a los alumnos o deportistas con actitudes violentas en el terreno de juego, hechos que, al no ser reconocidos socialmente como violencia, siguen creciendo.
«La violencia se instaura desde la propia institución escolar, justo la que debe enseñar nuevas maneras de actuar, porque no se reconoce que se está siendo violento, algo que ocurre en la sociedad toda», apuntó.
Francisco Rodríguez Cruz, del semanario cubano Trabajadores, consideró que es necesario preparar a las nuevas generaciones para afrontar la violencia y manejarla sin recurrir a reacciones de ese tipo, porque ya es un hecho instaurado en la sociedad.
Montes González señaló que el proceso de aprendizaje para vivir sin violencia es a largo plazo y requiere también que los medios reflejen lo que está sucediendo, «porque siempre habrá una persona proactiva a la escucha, que puede sentirse motivada a buscar ayuda» para actuar.
La socióloga recomienda tener «una visión crítica de la realidad cotidiana y ver qué es lo que se considera normal y natural que nos está dañando».
También sobre el tema de la violencia, la periodista Irene Izquierdo presentó el producto comunicativo «Esas marcas yo las tengo en el corazón», una entrevista a una mujer víctima de violencia, donde la protagonista alzó la voz para dar testimonio de un mal que otras prefieren callar.
Los dolores psicológicos y físicos, las consecuencias en los hijos de los actos violentos entre parejas, su decisión de no dejarse vencer, afloran en una historia de vida marcada por depresiones y también por la gota de optimismo que logra sacar para salir adelante.
Convocado por la Federación de Mujeres Cubanas, la Unión de Periodistas de Cuba y la Asociación Cubana de Comunicadores Sociales, el X Encuentro Iberoamericano de Género y Comunicación contó además con el apoyo de la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECID), Oxfam, el Fondo de Nacionales Unidas para Población (UNFPA) y la ONG Kultura Communication y Desarrollo (KCD).