Una cubana de Nueva York cuenta cuentos en La Habana

Por Sara Más

En un encuentro completamente informal, en el que hubo lectura de cuentos, palabras de halago, algunas preguntas y hasta confesiones espontáneas, se convirtió el modesto homenaje que el pasado lunes 21 de junio se le rindió en la capital cubana a la escritora Sonia Rivera-Valdés.
Cubana residente desde hace más de 40 años en Estados Unidos, Rivera-Valdés es autora de varios libros, entre los que sobresale el volumen de cuentos Las historias prohibidas de Marta Veneranda, que le mereciera en 1997 el Premio Extraordinario de Literatura Hispana en Estados Unidos, Casa de las Américas. El volumen recoge varios cuentos cortos relatados por Marta Veneranda, estudiante de Sociología que, como parte de su tesis de doctorado, entrevista a mujeres y hombres latinos residentes en Nueva York, a quienes les pide contar su historia prohibida, aquella que les avergüenza y no se han atrevido a revelar nunca. Historias que, finalmente, pasan a ser contadas.
“Escribir me divierte mucho. Sentarme en la computadora es como irme de visita a muchas partes. Reviso mucho, edito mucho, pero sin angustia; la paso muy bien mientras escribo”, confesó la autora ante un auditorio conformado por escritores, narradoras, poetisas, investigadores literarios, periodistas, historiadores, profesionales de la psicología, profesores universitarios y académicas de diversas ramas, que se dieron cita en el Instituto Internacional de Periodismo “José Martí”, en La Habana.
Además del tiempo que dedica a escribir libros y ensayos, a impartir clases y editar libros, Sonia es una mujer que tiende puentes entre escritores, académicos, historiadores y artistas de Cuba y Latinoamérica, al decir de Julio César González Pagés, coordinador de la Red Iberoamericana de Masculinidades, que convocó al intercambio-homenaje junto con la Cátedra de Género y Comunicación “Mirta Aguirre”, del mencionado instituto.
Para Zaida Capote, investigadora del Instituto de Literatura y Lingüística, Rivera-Valdés se inserta como una autora más dentro de la corriente que en la isla, a principios de la década de los noventa, irrumpió con nuevos temas y otros no tan nuevos, pero tratados novedosamente, y que apuntaban a mostrar la diversidad de la sociedad.
“Sonia, estando fuera de Cuba, entra como si fuera parte de la literatura cubana; ella abre espacios a la misma corriente de narradoras cubanas que comenzaban su obra en la isla, como si perteneciera a ese grupo”, comentó Capote ante el auditorio.
Entre la amplia gama de temas tratados por la escritora, la especialista mencionó su novedosa perspectiva de la homosexualidad femenina “sin culpas, con tranquilidad, con goce”;  los conflictos del exilio y el drama para adaptarse a una realidad ajena; su homenaje a la escultora cubana Ana Mendieta, las vivencias de las mujeres en la cárcel.
“Son historias oscuras, tormentosas, que encierran una alta dosis de solidaridad humana, unidas a altas dosis también de humor y cercanía de sus personajes”, valoró Capote al referirse a Las historias prohibidas de Marta Veneranda.
Sonia, en tanto, recordó el  momento en que ese libro fue premiado. “Estaba en Cuba cuando se concedió el premio. Sabía que había escrito algo profundo, pero  estaba consciente de que había utilizado un lenguaje incompleto”, comentó.
Entre otros detalles, reveló que “Los ojos lindos de Adela”, entre otros cuentos,  tiene una fuerte base autobiográfica, pues los hechos transcurren precisamente en una factoría y recogen parte de sus vivencias de nueve meses, en los que trabajó en nueve fábricas distintas.
En todos los cuentos se toca el tema de la sexualidad, pero están más allá del puro sexo, aclaró. “Tenía que haber otras cosas en la historia, para que fueran contadas”, dijo.
Según explicó, en la base del libro está “esa parte que tenemos de sentido del humor,  junto a esa otra parte del ser humano que no se conoce, la historia prohibida que a cada persona le avergüenza contar: desde tener en casa unas chanclas mal olientes, hasta crímenes”, explicó la también profesora del  York College, en el City University de Nueva York.
Si bien era esa la esencia del primer libro, que incluyó dos historias de hombres, en el segundo, bajo el título Historias de mujeres grandes y chiquitas, todas son mujeres. Su tema es “que las mujeres podemos tomar las riendas de nuestro destino. Las mujeres hacen lo que tienen que hacer y salen adelante”, precisó.
A poco de cumplir 73 años de edad, la escritora, feminista confesa, cree que las mujeres, “a pesar de todo lo que hemos ganado, hay cosas que tenemos que conseguir todavía”. Y sacó a relucir al menos dos ejemplos: escritoras hay muchas, premiadas hay pocas; en cuanto al salario, ellas ganan menos que los hombres.
Aunque, desde el punto de vista de la sensibilidad femenina y masculina, no aprecia grandes diferencias y cree que todo es “una cuestión de circunstancias”, sí es partidaria de que “las mujeres escribamos más sobre las mujeres y las investigadoras también porque, en la práctica, hay una gran diferencia con los hombres todavía”.
El colofón del encuentro fue la lectura que Sonia hizo de un fragmento de su última novela, Rosas de abolengo, aún en fase de ajustes y revisión final, donde la verdadera protagonista, dice, es Nueva York y la recuperación de la parte baja de la ciudad.
“Siempre, en verdad, en cada uno de mis cuentos y de mis libros, hay algo en realidad que yo quería decir: alguna frase, alguna palabra. Y para poder decirlas escribo cada una de las historias”, concluyó.

Junio de 2010 
(Solicite el trabajo completo a semcuba@ceniai.inf.cu)

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