En el Perú, coincidiendo con su ingreso a la primaria, las niñas rurales se encargan del pastoreo del ganado, cuidado de animales menores, recogida de leña y acarreo de agua, etc., señala la Red de Acción Social por la Niñez. A medida que crecen, estas responsabilidades se incrementan, por lo que no disponen ya de tiempo ni condiciones adecuadas para continuar estudiando. Como resultado, una de cada cuatro adolescentes entre los 12 y 17 años deja de estudiar. Otras 200.000 entre los cinco y 17 años nunca han ido a la escuela, según el Instituto Nacional de Estadística e Informática del Perú. Al analizar la problemática de infantes y adolescentes que trabajan en el campo, un aspecto bastante dejado de lado por las estadísticas oficiales se refiere a la situación de los menores migrantes, la mayor parte de los cuales va a trabajar al campo, especialmente en las zonas fronterizas. Ese es un problema que va en aumento en México, por ejemplo. Según el Centro Coordinador y Difusor de Estudios Latinoamericanos de la Universidad Nacional Autónoma de México, cada año unos 150 mil menores intentan pasar la frontera. De ellos, una tercera parte lo hace solo, sin la compañía de ningún pariente o amistad. Para el Centro, la principal motivación de esos niños es la económica y por ello un gran porcentaje de los 90 mil en promedio, que logran trasponer anualmente la frontera, se quedan trabajando en plantaciones agrícolas de los Estados Unidos, en precarias condiciones pues no existen ni como ciudadanos ni, legalmente, como personas (SEMlac).
2008-06-13