Una foto de familia tiene rostros múltiples en la Cuba actual. Más allá de la clásica conformación mamá, papá y nené, hoy conviven formas diversas no solo por sus integrantes, sino también por sus lógicas internas y procesos que las atraviesan. Una madre soltera, abuelos responsables de sus nietos adolescentes, personas de la tercera edad cuidando de otro que pasa de los 70 años, una familia de dos mamás y un papá gay que asume su paternidad son solo algunos retratos que reclaman una mirada atenta.

«Hemos avanzado en ese reconocimiento y creo que la ciencia ha contribuido a ello; pero desde lo social y en las políticas públicas todavía nos falta mucho trecho para el pleno reconocimiento de esa complejidad», reflexiona el investigador Ernesto Chávez Negrín.
Con más de 20 años de experiencia profesional en el Grupo de Estudios sobre Familia del Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas (CIPS), Chávez Negrín reconoce que el concepto de familia es un término escurridizo y complejo.
Más allá de los lazos afectivos, la consanguineidad y cohabitar bajo un mismo techo, especialistas e investigaciones recalcan el rol de los procesos sociales en las formas de organización familiar en esta nación del Caribe.
La psicóloga Patricia Arés refiere tres elementos que están definiendo los arreglos familiares en la actualidad: diversificación de sus estructuras, heterogeneidad marcada por las brechas sociales y la complejidad en lo referente a las dinámicas y lógicas internas.
«Los fenómenos que atraviesan a las estructuras familiares también las definen. Cuba es un país que ha tenido una serie de cambios a lo largo del tiempo, entre ellos disparadores demográficos como la baja fecundidad, el envejecimiento poblacional, el incremento de la divorcialidad y la emigración», declaró Arés a SEMlac.
El glosario de términos más empleados en el Grupo de Estudios de Familia del CIPS, publicado en 2014, hace referencia a arreglos familiares que con más frecuencia reflejan las investigaciones científicas.
Un correo electrónico, una llamada telefónica median los lazos de las familias trasnacionales, aquellas que trascienden las fronteras físicas y están marcadas por la emigración, definitiva o no, de la madre o el padre.
En el caso cubano, esta conformación también puede estar marcada por la contratación temporal en el extranjero de profesionales de la educación, la medicina, el deporte y la ciencia, principalmente.
«En estos casos, es significativo que en nuestro país se mantiene la presencia de ese progenitor que emigra, a quien se le tiene al tanto de la situación familiar y se le consulta sobre todo tipo de cuestiones», resalta Milagros Samón Quiala, del Grupo de Estudios sobre Familia del CIPS.
Las familias extendidas, las reensambladas y las unipersonales reflejan otros procesos y dinámicas que tienen que ver con el envejecimiento poblacional y las tasas de divorcialidad, respectivamente.
Según el Atlas de la infancia y la adolescencia en Cuba. Análisis a partir del Censo de Población y Viviendas de 2012, los hogares extendidos en los que conviven dos y tres generaciones hablan de «la co-residencia de hijos con la familia de procreación, o el regreso al hogar de los hijos después de la separación o divorcio, o de los propios padres al convertirse en adultos mayores».
El volumen, publicado en 2017, refiere que si bien existe un predominio de estructuras nucleares con 45,53 por ciento de los niños y adolescentes del país que viven con ambos progenitores, 41,78 por ciento convive con uno de los progenitores y de ellos, más de 80 por ciento reside con la madre y solo el cinco por ciento con el padre.
Especialistas e investigaciones de casos apuntan que la monoparentalidad en sí misma no representa un problema. Es la ausencia de redes de apoyo y políticas públicas la que ubica en situación de vulnerabilidad a estas familias, protagonizadas principalmente por madres solteras.

¿Las de ahora, ya no son las mismas?
Entre cambios y tradiciones patriarcales navegan las familias en Cuba. Las nuevas condiciones van imponiendo cambios en las dinámicas, retos, avances y persistencias.
Patricia Arés opina que, en los últimos años, se ha dado cierta democratización en la estructura familiar patriarcal ante el empoderamiento social de las cubanas y los derechos de la infancia.
«En el presente, las familias necesitan de innovaciones en la manera de hacer negociaciones y construir jerarquías», opina la psicóloga.
El libro Familias cubanas en el parteaguas de dos siglos señala, entre los avances, los elevados niveles educativos de mujeres y hombres, el ejercicio de derechos sexuales y reproductivos de las cubanas, cierta visibilidad en los derechos a la libre orientación sexual e identidad de género y modelos de paternidad menos tradicionales.
El texto publicado en 2010 por el CIPS, señala que en la transición se mantienen problemáticas relacionadas con la pervivencia de patrones patriarcales y sexistas, la violencia intrafamiliar y por motivos de género, uso inadecuado del castigo y problemas en la comunicación.

Carencias y silencios que marcan
«Todavía tenemos más amparo legal para la familia conyugal, nuclear, heterosexual, biparental. Por ejemplo, no tenemos la misma aceptación social y reconocimiento para las familias homoparentales que también existen», reflexiona Patricia Arés.
La vulnerabilidad legal las afecta, principalmente. El reclamo por el reconocimiento legal de la unión entre dos personas del mismo sexo, el derecho a la reproducción asistida y a la adopción son pendientes de la sociedad cubana actual.
Los cambios económicos y reestructuración de servicios públicos también inciden en el contexto familiar. Investigaciones muestran dos caras de esta moneda.
En algunos casos, las nuevas opciones de trabajo por cuenta propia han sido favorables y los núcleos familiares se han constituido también como una célula productiva, generadora de mejoría económica para sus integrantes y cambios en las dinámicas cotidianas.
Pero otros núcleos de menos ingresos y capital no han podido aprovechar estas oportunidades y han visto crecer las brechas económicas.
«Hay fenómenos sociales que están produciendo una sobrecarga muy grande en la familia. Por ejemplo, la crisis de cuidado y atención de la tercera edad, que ha venido a recaer en las mujeres, principalmente. La familia está necesitando un apoyo», opina Arés.
Especialistas entrevistadas por SEMlac coinciden en la urgencia de políticas sociales que atiendan las necesidades específicas de estas formas de organización familiar, políticas que tengan en cuenta los resultados y sugerencias de investigaciones sociales.
El Grupo de Estudios sobre Familia del CIPS se suma a los esfuerzos por sistematizar datos, análisis y sugerencias.
El libro Familias cubanas en el parteaguas de dos siglos, publicado en 2010, ofrece algunas propuestas.
Una de ellas es emplear una política social específica que tenga en cuenta «la gran diversidad de las familias en cuanto a niveles de ingresos, condiciones de vida, lugares de residencia, características de los territorios donde se insertan, estructura y composición de sus integrantes y presencia de miembros susceptibles de ayuda y atención social, entre otros».

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

dos + once =