La Habana, marzo (SEMlac). – La sororidad podría ser el elemento común entre dos mujeres de diferentes generaciones y de sectores distintos, como Imilsis Téllez, deportista y pasadora del equipo de voleibol femenino de Cuba, conocido como las Morenas del Caribe; y la actriz y humorista Andrea Doimeadiós.
A pesar de desempeñarse en ambientes bastante competitivos, ambas reconocieron en esa singular solidaridad entre mujeres una fuente de crecimiento e inspiración que les ha permitido sortear obstáculos y situaciones como la discriminación racial y la estigmatización.
Sobre el tema comentaron en el espacio cultural Concordancia, que dirige la comunicadora popular Yuliet Teresa, en el Centro Memorial Martin Luther King, donde dialogaron sobre los desafíos de la mujer en Cuba hoy.
Téllez, quien comenzó desde niña en el deporte, manifestó que el orgullo de ser cubana es algo que siempre caracterizó su carrera. “Para mí fue maravilloso ser atleta y ser mujer”, dijo en el encuentro, donde detalló elementos del entrenamiento que recibieron y cómo las prepararon para mucho más que competir.
“Teníamos un entrenador maravilloso, Eugenio George, que fue como nuestro padre y nos enseñó desde la educación, hasta cómo caminar o cómo vestirnos; pero fundamentalmente nos enseñó a ser amigas más que compañeras de equipo”, apuntó, y agregó que para ellas fue esencial la unidad, apoyarse, superar juntas las dificultades y aprender a amarse como hermanas, pero también a amarse a sí mismas, que según George, era lo primero.
Destacó, igualmente, que el entrenador les mostró el valor de la humildad, de apreciar no solo lo material y, sobre todo, a entender que no importa si te consideran la mejor pasadora del mundo, como fue ella, sino los resultados que se obtienen como equipo. Fueron precisamente esos logros colectivos (campeonas mundiales y olímpicas) los que las hicieron brillar en lo individual, resaltó Téllez
Andrea Doimeadiós, hija del actor y director de teatro Osvaldo Doimeadiós, Premio Nacional del Humor, narró las dificultades que debió enfrentar al iniciarse en el mundo de la actuación, por el estereotipo de lidiar con la fama del padre.
“Cuando estudiaba en la Escuela Nacional de Actuación (ENA), los profesores y compañeros de aula esperaban que, sin haberme parado nunca en un escenario, ya tuviera su maestría en la actuación”, contó.
“Es una carga que se lleva y a veces te hace sentir hasta culpable. El principio fue durísimo, pero cuando pasa el tiempo las cosas se transforman y ahora veo la presencia de mi padre como una bendición, es mi guía”, subrayó Doimeadiós.
La actriz comentó que tiene una lista grande de mujeres que la inspiran y señaló que las cosas que ha hecho como actriz se deben a ellas. Puso como ejemplo sus trabajos en el humor, pues fue cuando vio a la actriz Venecia Feria en escena que pensó podría hacerlo.
“Creo que es muy importante la inspiración de las mujeres, en todos los sentidos. Cuando veo a una mujer haciendo algo que yo no me atrevo, pienso que sí se puede. No solo en cuanto a mi trabajo como actriz, sino en todos los sentidos, cuando una mujer defiende algo, muestra su valentía, eso es inspirador y ayuda a otras mujeres a ser mejores, más valientes, más seguras de sí mismas”, reflexionó.
Consideró que asistimos a un cambio de época, donde las mujeres ganan en conciencia, conquistan espacios, y el apoyo entre ellas es fundamental.
En su opinión, el incremento de los femicidios en el país tiene que ver con ese cambio, porque es una ruptura que genera violencia. “Es triste, pero tenemos que atrevernos, ser valientes y apoyarnos cada vez más”, insistió.
En este sentido, señaló la importancia de cuidar lo que se dice en redes sociales. “Las personas que son figuras públicas, cuya opinión tiene un gran peso, deberían saber que lo que publican allí incide en los adolescentes, en todas las personas que vean eso”, amplió.
Doimeadiós respondió que, si tuviera un superpoder, eliminaría la violencia del mundo y el machismo, “que no solo está en los hombres. El feminismo es igualdad y sería maravilloso tenerla en el mundo después de tanto que se ha sufrido, que se ha luchado”.
En tanto, Téllez rescataría valores en la sociedad y, principalmente, la educación.
La deportista se refirió a cuestiones como la dignidad, e hizo una anécdota de cuando comenzaban como equipo, a inicios de los años 70 del siglo pasado, y antes de un tope amistoso con las jugadoras de la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) escucharon frases y gestos de desprecio por su color de piel.
Frente a ello y a otras adversidades que surgieron en el camino, las jugadoras se prepararon mejor y, al coronarse campeonas mundiales en 1978, el comisionado de la Federación Internacional de Voleibol reconoció que el equipo cubano cambió el color de ese deporte a nivel mundial, no solo porque mujeres negras y mestizas lograron ganar, sino también por ser mujeres del tercer mundo.
Sobre el por qué continúa viviendo en Cuba, en momentos en que la situación económica impone numerosos desafíos, Andrea Doimeadiós respondió que muchas personas no la entienden e incluso la critican por su decisión de quedarse. “Es algo que no puedo explicar, extraño mi casa, a mis padres. Quiero conocer el mundo entero, sueño con conocer el mundo entero y quisiera trabajar en otros lugares, hacer cine, teatro, pero no quiero irme de Cuba”, afirmó.
“Eso pudiera cambiar cuando tenga hijos, no lo sé, pero ni ahora, ni mañana quiero abandonar mi país. Tengo trabajo, soy feliz con cosas muy simples y creo que me moriría de tristeza viviendo en un lugar hermoso, con cosas que no tengo aquí, pero sacrificando mi trabajo, que es lo que más feliz me hace. Respeto a quienes toman esa decisión, la entiendo, pero no es para mí”, aseguró.
“Para mí es un orgullo ser mujer y ser cubana”, dijo Imilsis Téllez, quien luego de su retirada del deporte activo se dedicó a la docencia. “Siempre amé a mi país y mientras tenga un respiro lo voy a seguir amando. He vivido fuera, como atleta contratada y como entrenadora, pero aquí es donde me siento bien, siempre regreso”.