Desde diferentes espacios de la sociedad, mujeres afrodescendientes, exitosas y luchadoras inspiran a otras con sus historias de resistencia y esfuerzos cotidianos, frente a estereotipos y prejuicios discriminatorios.
“Entre las formas de racismo más recurrentes que enfrentan en el ámbito público está la demora o negación de oportunidades, la falta de reconocimiento o del debido homenaje, no visibilizarlas como debe hacerse”, refirió la socióloga Yulexis Almeida durante una sesión de intercambio y homenaje a varias de ellas, el pasado 21 de julio, durante la Primera Jornada cubana de Articulación Afrofeminista, que estuvo dedicada a la poeta cubana Georgina Herrera.
“Georgina era cercana para mí desde mucho antes de yo saber que escribiría versos y sería poeta”, relató la poeta Carmen González, quien destacó de Herrera “su tremenda palabra en la poesía” y la utilidad de sus libros, “porque te ponen a pensar”.
La suya es una obra intimista que debe leerse entre líneas, desde su primer libro intitulado con sus iniciales GH, de 1962, hasta los que dejó inéditos, sostuvo el investigador y ensayista Roberto Zurbano.
“Hay en ella lo que en pocas: una poesía muy ligada a la vida que le tocó y la manera que asumió sus carencias, golpes, tropiezos e incomprensiones. Todo lo fue logrando en silencio y, aunque por elección no buscó los grandes reconocimientos, ganó y conquistó el espacio que tiene en la literatura cubana y que crecerá más” agregó.
El estudioso comentó que Georgina Herrera integró también el grupo gestor de lo que calificó como hito del movimiento afrofeminista cubano: el primer tomo del libro Afrocubanas, de 2010, resultado de un proceso de toma de conciencia del pensamiento negro en las mujeres cubanas.
Zurbano destacó, además, que la poeta tenía el sentido de la memoria y acudía constantemente al reservorio de la sabiduría ancestral de los proverbios africanos, con una poética que era síntesis también de la narración oral, precisó.
Tras valorar que “su poesía parece sencilla, pero no lo es”, dijo que en su obra y pensamiento nunca faltaron la reflexión sobre su africanidad y la subjetividad negra en la condición colonial esclavizada, lo que la convierte en una crítica poscolonial, desde la reflexión sencilla de la vida cotidiana del esclavo.
Entre lecturas de poemas de Georgina, anécdotas y recuerdos de amigas, familiares y colegas, la velada rindió homenaje a la también activista que era referente para muchas y que con avanzada edad y residencia en un reparto alejado en La Habana, no faltaba a citas y encuentros, apoyaba incondicionalmente a otras mujeres y se solidarizaba con sus causas y proyectos.
Sabiduría, vitalidad, energía, ternura, humildad, solidaridad, resistencia, conocimiento y trabajo fueron palabras repetidas en el encuentro para referirse a la poeta, que dedicó gran parte de su vida también a la escritura de radionovelas de gran impacto popular, por lo que se propuso crear un concurso de novelas radiales con su nombre.
En un segundo momento de intercambio, hablaron de sus experiencias y vivencias personales la documentalista e investigadora Gloria Rolando y la profesora universitaria María del Carmen Zabala.
Con una gran parte de su obra audiovisual dedicada a profundizar en pasajes y momentos importantes del protagonismo de negros y mestizos en hechos históricos poco visibilizados o no suficientemente abordados, Gloria Rolando integra la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Estados Unidos.
María del Carmen Zabala, psicóloga y profesora de la Universidad de La Habana y de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, es reconocida por sus estudios de la sociedad cubana, en particular los relativos a las desigualdades y la pobreza.
Ambas se refirieron a sus recorridos universitarios en Psicología e Historia del Arte, dos carreras donde aún hay una menor presencia de personas negras y mestizas ente estudiantado y profesorado.
A juicio de Zabala, en un análisis retrospectivo, no se trataba únicamente de un problema racial, sino que se intersectaban varias cuestiones. No era solo que el estudiantado fuera blanco, sino que sus padres disfrutaban de algún reconocimiento público o social, disponían de un buen patrimonio familiar, buenas casas en buenos repartos, describió.
“Había una intersección de lo racial con el género, porque Psicología es una carrera eminentemente femenina y clasista, una carrera muy elitista”, precisó.
Para Gloria Rolando, uno de los obstáculos mayores ha sido vencer el silencio, entendido como poca visibilidad y reconocimiento, pues durante muchos años, ya con una obra de investigación y documental sólida, la seguían viendo y evaluando como asistente de dirección.
“Lo más interesante es que ese silencio no me detuvo, no me congeló, seguí adelante con mis temas y mi trabajo, que no es ‘cine de negros y para negros’, como alguna gente dice; son capítulos de la Historia de Cuba”, recalcó.
La discriminación racial entra muchas veces en el campo de lo sutil, sostuvo Zabala, y por eso a veces es tan difícil determinar con exactitud que se está frente a un acto de ese tipo. Hay muchas maneras de colocar barreras, como puede ser la demora en dar a conocer determinada investigación, agregó.
Vidas de trabajo intenso, de mucho sacrificio y esfuerzo están detrás de esas historias compartidas, reconoció Zabala. “Siempre que hago este recorrido me pregunto por qué hay tan pocas personas como yo”, reflexionó. Pero más allá de mecanismos explícitos u ocultos que existen para discriminar, hay que luchar y enfrentarse a los obstáculos para alcanzar los propósitos que una tiene, concluyó.