La Habana, julio (SEMlac Cuba). – Superar la desmemoria y articular pensamiento y cultura afrocubanos sigue siendo una apuesta de activistas, artistas, profesionales de la academia, emprendimientos y personas diversas en Cuba.
Un nuevo espacio en La Habana se suma a las iniciativas y proyectos que abordan las desigualdades y el racismo. “Lo que tenemos en común: Un encuentro desde la otredad», es una propuesta del grupo de hip hop Obsesión, con el objetivo de articular iniciativas, expresiones del arte y el pensamiento antirracista.
“Comenzamos en junio con una celebración por nuestro 27 aniversario. Esta es nuestra segunda reunión y queremos que sea un espacio habitual, cada mes abordar un tema distinto y variado con la participación de personas diversas y donde podamos conectar el pensamiento con la práctica”, cuenta a SEMlac Magia López, integrante de Obsesión.
Auspiciado por la Casa de artistas y creadores de La Habana, en el encuentro celebrado el 20 de julio se unieron debate antirracista, rumba, poesía, trova y rap.
Al presentar el espacio, la investigadora Bárbara Danzie insistió en los aportes de la cultura africana como una cultura de la resiliencia.
“La economía de la plantación dejó como secuela grandes problemas sociales e ideológicos en los países involucrados en este proceso”, recordó Danzie en su intervención y advirtió que estos procesos fueron generadores de una profunda desigualdad, marginación y un racismo antinegro despiadado.
Sin embargo, “a la par de este panorama tan dramático, desde su arribo forzoso el africano fue, en sentido general, rebelde y se opuso a tal oprobioso estado”, dijo.
Para la investigadora del Archivo Nacional de la República de Cuba, la cultura de resistencia y del cimarronaje heredada de las personas esclavizadas procedentes de África está en las raíces de las luchas libertarias en Cuba.
“Los procesos de rebeldía, a través del cimarronaje y apalencamiento son, sin duda, antecedentes del proceso libertario que cristaliza en 1986, algo de lo que, lamentablemente, la mayor parte de las veces no se habla y prácticamente tampoco reconocen los libros de historia”, afirmó.
“Hablar en estos términos significa superar el trauma esclavista, significa desechar el discurso de la víctima en función de una perspectiva decolonial, para colocar en su justo lugar lo que se ha dado en llamar cultura de resistencia, que viene de un pasado histórico rebelde y pone en un plano visible los valores de ese legado cultural que nos fueron entregados para enfrentar la adversidad; se trata de una cosmogonía de la resistencia”, agregó la estudiosa.
La sociedad Abakuá es parte de esa tradición de resiliencia y rebeldía, opina Ramón Torres Santana. El investigador del Instituto Cubano de Antropología compartió con la audiencia los valores y cambios que ha vivido esta institución religiosa desde su surgimiento hasta hoy.
Los plantes abakuás han pervivido frente a estigmas y silencios, dijo el estudioso y resaltó sus aportes a la pintura, la literatura, la música, el baile, las tradiciones y la vida política del país.
Torres Santana remarcó que mirar el fenómeno Abakuá desde el cimarronaje y la resistencia implica reconocer que nació como una apuesta descolonizadora, de rebeldía, contra el discurso colonial y también como expresión de identidad nacional.
Concebida por personas esclavizadas procedentes de Calabar, actual Nigeria, en África, la sociedad Abakuá surgió en Cuba en la primera mitad del siglo XIX. La literatura ubica su creación en Regla, municipio habanero que bordea la bahía de La Habana, bajo el amparo del cabildo de nación Apapà Efò.
En las agrupaciones o juegos solo participan hombres, y a esta sociedad secreta le rodean mitos y estigmas, a pesar de que se recogen en la historia actos de heroísmo protagonizados por sus integrantes, como el intento de rescate de los ocho estudiantes de medicina condenados a muerte por el gobierno colonial español en 1871.
“Aun estando en la periferia, en espacios excluidos y marginados, la sociedad Abakuá ha sobrevivido por su capacidad de adaptación”, reconoció Torres Santana.
“Son abakuás médicos, militares, profesionales de la cultura y también obreros y delincuentes, hay de todo, pero los abakuás no vamos diciendo que lo somos”, aclaró el investigador.
Entre los debates que rodean a esta fraternidad, exclusivamente masculina, está la exclusión o participación de las mujeres. Para el investigador cubano han sido mujeres quienes con más seriedad se han acercado al estudio de la sociedad Abakuá y mencionó que, si bien ellas no participan en los principales ritos, si comparten en las fiestas con total libertad y seguridad.
Durante el debate, la coreógrafa y bailarina Isnavy Cardoso comentó que, en la provincia Matanzas, algunas agrupaciones mantienen una figura femenina conocida como “la Madrina” y resaltó que las mujeres son muy importantes en el surgimiento y desarrollo de esta religión por su rol de madres y compañeras.
Al respecto, la activista e investigadora Haled Martínez celebró el apoyo de su familia religiosa y de su presencia en momentos importantes de su vida.
“Por ellos y ellas soy cimarrona, de ellos y ellas aprendí a no delatar, a ser valiente y a saber morirme si hay que morirse; a ser digna y a merecer su confianza. No tengo que entrar al fambá, allá dentro está Sikan por nosotras y yo no soy abakuá: soy, y a mucha honra, sikanekue. To iban echu”, dijo Martínez refiriéndose a rituales propios de esa sociedad.
Además de pensamiento y análisis, “Lo tenemos en común” acogió poesía, baile, rap y trova. La poeta Carmen González Chacón compartió creaciones que hablaron de su identidad y también de resistencias afrofeministas; la cantante Iyaima Martínez Navarro trajo en su voz interpretaciones de la trova cubana; la coreógrafa y bailarina Isnavy Cardoso Díaz puso a mover los cuerpos al ritmo de la rumba, el rapero Pabelo mostró las heridas del racismo de hoy y el grupo Obsesión cantó a la dignidad y resistencias afrocubanas.
“Tenemos tantas cosas en común y a veces no lo sabemos, para eso es este espacio para descubrir y compartir preguntas y reflexiones; es un espacio que pone en el centro la eliminación de la discriminación racial y de todo tipo”, dice Magia López a SEMlac.
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