Por Sara Más / saramas_2000@yahoo.com
Las redes, agrupaciones y asociaciones creadas por mujeres, construidas con más o menos éxito a lo largo de la historia, han sido siempre espacios posibles que ellas han trazado y encontrado para crear, apoyarse y salir adelante con los más diversos proyectos y motivos de su existencia. «Es un tema antiguo por la necesidad de reunión que siempre ha existido, de constituir redes en todos los órdenes de la vida», aseguró Luisa Campuzano, directora del Programa de Estudios de la Mujer de la Casa de las Américas, durante la apertura del coloquio internacional «Mujeres, circuitos de colaboración y asociacionismo en la cultura y la historia de la América Latina y el Caribe», que sesionó del 20 al 25 de febrero en esa institución cultural, en la capital cubana.Desde las más tímidas expresiones e iniciativas que promovieron las poetas cubanas del siglo XIX, hasta las redes de mujeres que en la familia, hoy día, permiten a muchas otras conciliar vida doméstica y laboral, pasando por agrupaciones, cátedras y movimientos de distintos tipo, las cubanas no han dejado de encontrase, asociarse y apoyarse mutuamente, se constató en la sesiones del encuentro.
En la época en que, por ejemplo, el espacio público y de la creación estaban casi exclusivamente destinados a los hombres, las manifestaciones del asociacionismo femenino se dieron, fundamentalmente, en ámbitos privados, explicó la profesora Catharina Vallejo, de la Concordia University, de Canadá.
Vallejo mencionó, entre otras variantes de agrupación e intercambio en el siglo XIX cubano, las tertulias, el trabajo con niñas y niños o las charlas, y destacó de manera particular las conexiones que establecieron entre sí las escritoras, mediante la palabra escrita, ya fuera porque se dedicaran poemas, hicieran referencia a la obra de otras, se prologaran textos o crearan asociaciones de lectura.
Otra práctica ha llevado adelante el propio Programa de Estudios de la Mujer (PEM), creado en 1994 en la Casa de las Américas con la idea de profundizar en los estudios de género desde la literatura y la cultura, y que tuvo como antecedente la celebración en 1990 de un primer encuentro con escritoras mexicanas, que contó con el apoyo de El Colegio de México.
Su directora y fundadora, la profesora Luisa Campuzano, abundó en las líneas de trabajo del programa, cuyas convocatorias internacionales a eventos y coloquios permiten reunir a especialistas, crear escenarios de encuentro y debate, editar textos y recopilar de materiales que conforman su biblioteca especializada.
Más recientemente, en 2010, se creó el Programa de Género y Cultura el Grupo de Reflexión y Solidaridad Oscar Arnulfo Romero, con apoyo de la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación (Cosude).
Coordinado por la académica Danae C. Diéguez y las periodistas Helen Hernández Hormilla y Lirians Gordillo, el programa convoca mensualmente al espacio de reflexión «Mirar desde la sospecha», en la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac), para tratar asuntos como la violencia contra la mujer, la representación de lo femenino en el video clip, la presencia de la mujer en la historia de Cuba, la literatura, el cine y otros espacios de la creación artística y cultural. Esta agrupación ha hecho extensivo su trabajo con perspectiva de género a las aulas universitarias, comunidades, escuelas de arte y otros centros culturales.
Estudios recientes en esta isla del Caribe indican, además, que las cubanas cuentan con redes de apoyo familiar que les permiten, a su vez, el ejercicio de sus profesiones y oficios, o la ejecución de otros proyectos de vida.
«Se trata fundamentalmente de redes conformadas por otras mujeres, que pueden estar o no empleadas, pero que hacen un aporte importante para que otras puedan hacer su trabajo fuera y dentro de la casa. Es una red a la que identifican como su principal retaguardia», precisó al socióloga Magela Romero Almodóvar.
Almodóvar indagó en las estrategias de conciliación entre la vida pública y la privada y el papel que juegan las redes femeninas de apoyo, para los cual entrevistó a unas 39 mujeres entre 17 y 57 años, residentes en Alamar –barrio de la periferia habanera–, que contaban con un empleo fuera de casa y pareja estable.
«En la realización de las tareas consideradas tradicionalmente femeninas (cocinar, lavar, limpiar, fregar, planchar, cuidar familiares), que son las más sistemáticas y con desgaste cotidiano, la mayoría de ellas se apoya en otras mujeres», abundó Romero Almodóvar, mientras la cooperación, la responsabilidad e inclusión de los hombres aparece en menor medida.
El Coloquio Internacional Mujeres, circuitos de colaboración y asociacionismo en la cultura y la historia de la América Latina y el Caribe abordó también otras variantes de alianzas y agrupamiento como fueron los clubes femeninos del Partido Revolucionario Cubano, con presencia en varios países del continente en la década del noventa del siglo XIX, y el movimiento de las Madres de la Plaza de Mayo, nacido en 1977 en Argentina, y que sigue siendo un ejemplo de resistencia femenina.
Marzo 2012