Red ecuménica por justicia, solidaridad y soberanía

Por Raquel Sierra

Con cantos, ofrendas y reflexiones se presentó el viernes 27, en La Habana, la Red Ecuménica Fe por Cuba, del Centro Memorial Martin Luther King Jr (CMMLK), integrada por mujeres y hombres pertenecientes a comunidades de todo el país.

La red se fue formando en talleres, espacios y seminarios que ha desarrollado esa institución durante un cuarto de siglo, explicó a SEMlac Yoimel González Hernández, colaborador del área socioteológica del CMMLK, durante el acto por el 25 aniversario del centro de inspiración cristiana, creado el 25 de abril de 1987.

Entre los empeños de esta nueva iniciativa está contribuir a la renovación del movimiento ecuménico cubano y su participación activa y consciente en las transformaciones de la sociedad.

La red concibe sus acciones mediante la formación en comunidades, pronunciamientos públicos a propósito de eventos importantes y el acompañamiento a experiencias ecuménicas, formativas y diacónicas en iglesias y espacios extraeclesiales, abundó González.
Uno de los valores que rescata es la herencia profética del movimiento ecuménico cubano, de las teologías de liberación latinoamericanas y de la educación popular para colaborar en la transformación de la realidad y promover relaciones humanas más justas, equitativas y armónicas.
La Red Ecuménica Fe por Cuba aboga por una Iglesia volcada a la comunidad, diversa, hospitalaria, misericordiosa, de servicio, segura e inclusiva, según informaron fuentes de la institución.
«Pero, sobre todo, una Iglesia con compromiso social, que se arriesgue a transformarse y a transformar el mundo y afirme el amor, el respeto a las diversidades, la justicia, la equidad de género e integridad de la creación como valores del Reino», añade un texto difundido por el CMMLK.
Esta nueva instancia se une a la Red de Educadores Populares, integrada por personas, creyentes o no, vinculadas a la agroecología, el trabajo social y comunitario, los gobiernos locales, centros de investigación y universidades, con un trabajo de carácter social.
Al decir del escritor, historiador y Premio Nacional de las Ciencias Sociales, Fernando Martínez Heredia, en este tiempo el CMMLK «ha levantado una obra extraordinaria y se ha ganado un lugar en el corazón de las cubanas y los cubanos, un prestigio muy sólido entre las instituciones de nuestra sociedad».
En su opinión, puede desempeñar además un papel importante para hacer «avanzar la esperanza y la vocación de unirnos para reconstruir y fortalecer la conciencia que eche definitivamente adelante la formación de personas solidarias y entregadas al bien común».
EL CMMLK ha contribuido a la formación de cientos de personas y al enriquecimiento espiritual de integrantes de diferentes generaciones y denominaciones religiosas.
«Estamos muy agradecidos al centro, los mejores talleres en los que hemos participado han sido impartidos allí y en la comunidad se habla de los muchos aprendizajes que podemos sacar de ellos», declaró a SEMlac Nairobi Nazco, de 18 años, residente en la occidental provincia de Matanzas.
Uno de los ejes transversales del trabajo es el de género y lo hace desde cada uno de sus espacios, tanto en la vida del centro como en la actividad formativa, con igualdad de oportunidades para hombres y mujeres, destacó Yordanis Martínez, colaboradora del área socioteológica de la Iglesia de Cristo de Matanzas.
José García, de Remedios, Villa Clara, considera que el centro «da la posibilidad de proyectarnos hacia la vida social de una forma diferente, es un lugar donde se experimenta un saldo positivo para insertar lo que aprendemos en nuestras iglesias a la vida social».
Para Patricia Peña, de Alamar Playa, en La Habana, los líderes que se capacitan en la metodología de la educación popular, adoptada por el centro, «ganan herramientas para incidir en una mayor participación y se la logrado que las actividades sean más democráticas, más activas y participativas».
Al decir del reverendo Raúl Suárez, director del CMMLK, la idea de organizar el centro sobrepasó todas las expectativas. «De algo estaba seguro desde el principio: era un sueño compartido en la familia, la iglesia, el barrio y con muchos hermanos y hermanos. Pero, realmente, los sueños muchas veces van más allá. Esto sobrepasa todo lo que esperábamos y, sobre todo, en el trabajo a favor de nuestro pueblo», dijo a SEMlac.
Y recordó: «al principio, prácticamente el centro éramos mi esposa y yo, aportando formación bíblica y teológica a muchos pastores que, tras al emigración de sus líderes, habían quedado en las iglesias, pero sin ninguna preparación académica».
Mirna Figueredo, de la oriental Santiago de Cuba, la considera «una gran escuela, que nos enseñó cómo ser iglesia en el contexto cubano para acompañar la vida del pueblo en cada etapa, trabajar con la gente desde la gente, mirar hacia lo lejos y descubrir que la iglesia es toda Cuba, a la que hay que llevar esperanza».

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