Dos temáticas invisibilizadas con frecuencia: el machismo y su impacto en grupos que sufren otras discriminaciones como pueden ser los hombres negros, confluyen en el libro ¿Es fácil ser hombre y difícil ser negro? Masculinidad y estereotipos raciales en Cuba (1898-1912), del historiador Maikel Colón Pichardo, presentado el martes 22 de octubre en el proyecto socio-cultural Cabildo Quisicuaba, en el municipio Centro Habana de la capital cubana.
Para el también historiador Julio César González Pagés, el volumen —Premio Calendario 2014 en la categoría de Ensayo y lanzado en la XXIV Feria Internacional del Libro de La Habana del 2015— explica el origen común de muchas discriminaciones que tienen que ver con cómo construimos la educación y la cultura nacional.
“Este texto, a partir de una sólida búsqueda de referentes históricos, se ha convertido en un documento imprescindible si se quiere entender cómo se han concebido los modelos de masculinidad y raza en el país”, dijo González Pagés.
A lo largo del ensayo, Colón Pichardo deja claro cómo subyacen en la sociedad cubana, a veces de modo solapado, ideas, mitos y estereotipos asociados a las identidades raciales y de género, que exponen en el día a día las consecuencias del racismo, sus implicaciones en la conformación de la ideología machista y sus secuelas de violencia e inequidad.
Muchos de los juicios historiográficos examinados han abierto una reflexión al respecto, destacando que las distintas conceptualizaciones alrededor de las “identificaciones raciales” respaldaron la creación de un mito de sociedad que tenía que “blanquearse” para convertirse en una nación moderna y civilizada, refiere el autor en su libro.
Dialogar sobre las más cruentas batallas propiciadas por la “raza” como categoría de distinción social es uno de los objetivos de Colón Pichardo con este texto. Tras ofrecer argumentos desde la investigación, el autor sorprende al lector cuando lo coloca “frente al espejo mágico”, “que podía hacer alarmantes revelaciones”; un hombre negro le pregunta a un hombre blanco: “cuando te miras al espejo, ¿qué ves?”. Este, sin reflexionar al respecto, le contesta: “Me veo a mí, a un hombre”. Ante la intempestiva respuesta del blanco, el negro declara: “Ahí está el problema. Cuando yo me miro al espejo veo a un hombre negro”.
Según González Pagés, la percepción sobre los hombres y sus masculinidades pasa por muchos mandatos culturales y hegemónicos, donde los temas raciales regularmente no son abordados con claridad ni desde la investigación social. “El texto de Maikel Colón Pichardo es un primer acercamiento a estas problemáticas de la Historia Nacional de Cuba en un convulso período de cambios como lo fue 1898-1912”, explicó.
Justamente, uno de los pasajes históricos abordados en el volumen es la cruel represión racista desatada en 1912 contra los miembros del Partido de los Independientes de Color. “Desde un enfoque novedoso, reabrimos algunas claves sobre uno de los hechos más controversiales en la historia de la primera República cubana, que rememoró articulaciones de antaño y, de manera muy acentuada, contribuyó a continuar perpetuando las diferencias entre los individuos en función de su «raza»”, declaró Colón Pichardo.
Raza y masculinidades en la construcción de la nación
En la historiografía nacional temas como estos siempre se han quedado al margen del hilo de una historia de guerra, constituciones y luchas, como una especie de asuntos periféricos o peregrinos, sostuvo González Pagés.
De acuerdo con Colón Pichardo, “todos los documentos históricos que revisamos para el libro muestran que hay una idea en el relato histórico que convierte a los personajes negros en actores sociales, enmarcados en una categoría determinada. Desafortunadamente, la mayoría de las imágenes en donde aparece un personaje negro tienen que ver con la delincuencia, la marginalidad, situaciones en las que, de alguna manera se sugiere que en las mismas solo pueden estar involucrados tanto hombres como mujeres negras”.
“Esa construcción del relato histórico cubano referente al racismo y que parte de la idea que no somos ni negros ni blancos, sino cubanos, subyace en que muchas veces se aborde el tema como el hecho de que el racismo que tenemos nosotros es de menos intensidad que el que sucede en otros sitios. Se minimiza una ideología que cercena la identidad de las personas y genera desigualdad, más allá de la intensidad de contextos”, explicó el ensayista.
El autor del texto refirió que “adelantar la raza, como un mito cultural de adelanto o atraso, es uno de los mitos racistas que sobreviven en la Cuba de hoy con una salud increíble. Ello unido a muchos mitos también sexuales, sobre los hombres cubanos”, ejemplificó.
Para Colón Pichardo, ello tiene que ver incluso con los estereotipos que hoy se asumen respecto a los cubanos cuando emigran. Desde su experiencia de estudiante en una ciudad como Barcelona, en España, señaló que existe una idea preconcebida de qué tipo de cubano eres o qué tipo de cubano no eres, y en función del color de la piel o de tu manera de pensar hay un grupo de estereotipos que te acompañan”.
“Si eres cubano sabes bailar, es algo que dan por descontado. Si eres cubano y eres negro, pues tienes que saber bailar muy bien. Existen etiquetas con los cuales te califican. Otros estereotipos te persiguen desde Cuba, como el de la sexualización de la raza”, comentó Colón Pichardo.
De lo que no se habla no existe
Varios proyectos en Cuba vinculan el tema del racismo en sus agendas y existe una comunidad que aglutina gente muy diversa, pero aun están aislados, no se conocen y no cuentan apoyo suficiente para involucrarse, apuntó en el debate la psicóloga y activista Norma Guillard.
Para la periodista Dalia Acosta, se necesita impulsar acciones proactivas en el tema de la discriminación racial desde la comunicación, que ayuden a desmontar prejuicios y aprovechen el potencial de los jóvenes.
“Las redes sociales se han convertido en una plataforma movilizadora que está propiciando mucho el debate en torno a este tema”, agregó Colón Pichardo.
Para la socióloga Geydis Fundora Nevot la raíz de las discriminaciones es la misma. A partir de su experiencia de trabajo con gobiernos locales, identificó “alrededor de cinco respuestas a la defensiva que con frecuencia aparecen cuando queremos introducir el tema del racismo en los debates”.
“Miedo a perder la unidad nacional si se aborda; aquí nadie es racista si todos somos amigos— hasta que se habla de lazos matrimoniales o unión consensual—; el discurso de la excepcionalidad enfocado en personas negras con trayectorias exitosas; el racismo no es solo contra los negros sino también contra los blancos y tratar de desviar el tema hacia otra dirección; y la idea de que los primeros racistas son los negros, a partir de la cual se culpabiliza a las personas negras y mestizas, son algunos de los obstáculos para trabajar la temática en las comunidades”, señaló Fundora Nevot.