El aumento de la conectividad en la isla ha desembocado en el surgimiento de los negocios online. ¿Ellas están emprendiendo en ese mundo?
Los datos que tenemos hasta ahora de la presencia femenina en el cuentapropismo de Cuba no nos alientan mucho. Ellas están casi en la misma medida que los jóvenes, sin sobrepasar el treinta y tanto por ciento. Es bastante, animan los medios de comunicación y algunas voces del triunfalismo. Pero, si tenemos en cuenta que el otro sesenta y tanto no se divide entre extraterrestres, animales y seres de otro mundo, sino que se trata de hombres, es evidente que el rol femenino es bastante pasivo en lo que a emprendimiento se refiere.
Si a eso le sumamos que ellas no lideran muchos negocios, sino que están como parte de esa gran masa obrera contratada o, en el peor de los casos, aparecen como titulares de una licencia para ocultar a aquellos que tienen varias o con el propósito de evitar rentar algún espacio o declarar más cantidad de ganancias… el contexto de las mujeres en el trabajo por cuenta propia en Cuba no está para hacer una fiesta.
Atiéndase además el estereotipo reinante que las une exclusivamente -salvo honrosas excepciones- a labores asociadas al hogar: reposterías, atelieres, estilismo, elaboración de alimentos o cualquier asunto considerado menor por el mercado. Confirmado: la realidad no es esperanzadora.
Pero una pequeña revolución comenzó a surgir entre 2013 y 2015: los hilos del cambio se movieron para anunciar que algo nuevo podría pasar. Entre esos años, la proporción de la población cubana que usaba internet pasó de alrededor de un cuarto a más de 35 por ciento, de acuerdo con las estimaciones de la Unión Internacional de Comunicaciones.
Y cada día este porcentaje aumenta con la instalación de nuevas wifis en los parques, además de las posibilidades del Nauta Hogar, que, aunque mínimo aún, continúa abarcando más barrios en el país con la conexión en los hogares.
Por eso es que un sector de las mujeres cubanas empieza a pensar un camino diferente para sumarse a los nuevos tiempos. Y ahora puede vérseles también pensando presente y trazando futuro detrás de una computadora.
Knales, por ejemplo, presenta una mensajería digital que comparte actualizaciones de noticias, el estado del tiempo y cualquier evento cultural o deportivo que le pueda interesar al usuario. Aunque su líder es un hombre, la cofundadora, Diana Benítez Perera, representa al negocio en múltiples espacios.
Hace unos meses formó parte de 10x10KCuba -evento organizado por la Fundación Cuba Emprende (labora junto a la Iglesia Católica)-, que la llevó también a presentar su proyecto en Nueva York. Allí enfatizó en el hecho de que Knales «está donde está gracias al empuje de una mujer» en el sector tecnológico, que reúne a unos 30.000 profesionales en la isla y que cada año suma alrededor de 4000 nuevos graduados universitarios en programación o software.
Kirk Laughlin, director gerente de NearShore Americas, reconoció que Cuba tiene un número alto de personal de ingeniería de software bien entrenado, especialmente para un país de su tamaño y con ese nivel de acceso a internet. La empresa de asesoramiento de medios publicó un informe en 2015 que destacaba el potencial de la isla como centro para mano de obra barata en tecnología de la información.
Pero, ¿no sería mejor convertirse en protagonistas de los deseos propios, que en mano de obra barata de los ajenos? Precisamente unas muchachas tienen el ejemplo de cuánto puede hacerse.
Clandestinas muy conocidas
Como gente que construye la imagen de Cuba en tiempo real se describen las mujeres de Clandestina, la primera tienda online del país, que oferta sus productos y conversa virtualmente con sus clientes de todo lo que ocurre en el negocio, para conocer por dentro a quienes realizan las piezas de vestir que usarán.
Situadas en el municipio Habana Vieja, en la calle Villegas, entre Teniente Rey y Muralla, las muchachas no creen en los límites físicos e intercambian con quienes se acerquen a su plataforma digital desde Cuba o cualquier parte del mundo. Se presentan como una propuesta cubana para crear moda ética, y lo hacen de una forma inteligente, atrevida y, sobre todo, con marcado enfoque de género. Y el humor, claro está, que nos define siempre.
Las fundadoras de Clandestina se graduaron del programa Emprendimiento y competitividad en Latinoamérica de la Universidad de Columbia, establecieron colaboraciones con importantes marcas de nombre internacional e intercambiaron con especialistas de Amazon que les ofrecieron un completo entrenamiento para el mundo del comercio electrónico.
Aunque su página web no llega al año de fundada (se creó en octubre de 2017), ya poseen seguidores desde diversas partes del mundo. Sus colecciones traen mensajes de cuidado al medio ambiente y se hacen desde un diseño sustentable que demuestra su visión de la economía y el planeta.
En su camino de romper clichés, presentaron en Fábrica de Arte una colección que intentaba revitalizar el uso de las guayaberas entre las jóvenes, y las mezclaba con tatuajes y atractivos diseños. Todo su historial de eventos sociales y comunitarios hizo que la organización Alter, que busca emprendedoras en países en vías de desarrollo, las seleccionaran para su programa de asesoramiento en marketing y comercio electrónico.
Además, sus piezas viajan a bordo de diferentes cruceros, y dos de sus jefas de producción (talleres del municipio artemiseño de Bauta y Habana Vieja) participaron en un taller en Carolina del Norte. Lo contaron así: «Era el primer viaje de Cynthia después de convertirse en mamá y la primera vez que Odalis se montaba en un avión en su vida». Si esto no es defensa de la mujer y ánimo para que otras encaminen su vida…
Por eso defienden su tienda online, hecha «con internet de los parques de Cuba, con internet de contén», como ellas mismas describen. Diseñan aquí y producen en Carolina del Sur, con los colegas de Columbia, como dicen ellas.
Solo a unas pocas cuadras de su sede central, los pedales femeninos se roban el show. Las muchachas de Vélo Cuba, de las que ya hemos contado en SEMlac, llevan su taller de reparación de bicicletas y servicios de alquiler a una agitada vida en las redes sociales y a una página web que permite el intercambio efectivo con los usuarios.
Medios impresos…. ¿Para qué?
En una isla marcada por la exclusividad de la prensa estatal, nada marca más el camino al cambio de paradigma que la llegada de internet. Es por eso que, en los años más recientes, una avalancha de medios alternativos de comunicación ha abarrotado las propuestas de información de los cubanos.
Detrás de varios de estos está la idea de una mujer. Por ejemplo, el magazine Garbos, dedicado exclusivamente a la moda, nació y se hace desde el empuje de una joven que lo concibió como una idea para crear la publicación cubana de moda y durante tres años lo ha mantenido gracias a las posibilidades de la red de redes. ¿Había que sentarse a esperar por el permiso para imprimir, divulgar y vender un producto tan necesario para la sociedad? Pues no. Desde las páginas web es posible construir un mundo a imagen y semejanza de quien se lo inventa.
Algunos negocios nacen de internet. Otros aumentan su tamaño en esta plataforma. Lo cierto es que, una vez dentro de las opciones del archipiélago, no hay modo de que se quede al margen de los cambios.
Internet está aquí. Y dicen las cubanas que es mejor pedir disculpas que permiso. Por eso no esperan a que alguien les diga que se puede; son ellas las encargadas de explicarle al cambio por qué sí y cómo no hay nada que frene el emprendimiento femenino cuando se despierta.