Incrementar los conocimientos sobre los niveles de riesgo ante los desastres naturales, basados en resultados científicos y con un enfoque diferenciado en las necesidades de las mujeres y de las personas con discapacidad es el propósito de un nuevo proyecto binacional entre Cuba y República Dominicana.
La iniciativa “Aprendiendo de las experiencias del huracán Irma y María: Integración de la protección y la inclusión en la Reducción del Riesgo de Desastre (RRD) en el Caribe” tiene como escenario a la provincia de Matanzas, ubicada a poco más de 100 kilómetros al este de La Habana.
De acuerdo con Yasiel Martínez Domínguez, Director de la División de Gestión Ambiental del Centro de Servicios Ambientales de Matanzas (CSAM), perteneciente al Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (CITMA), esta cooperación busca compartir experiencias y lecciones aprendidas de los huracanes Irma y María en ambas naciones, tras los grandes impactos que el fenómeno meteorológico dejara a su paso por el Caribe en 2017.
“Nos permitirá fortalecer las coordinaciones en la preparación ante desastres y la respuesta oportuna ante amenazas comunes en el Caribe”, explicó a SEMlac.
“Se trata de contribuir a incrementar la capacidad de resiliencia con un enfoque inclusivo, reforzar las capacidades y mecanismos cubanos de gestión de RRD a nivel local, territorial y nacional para estar mejor preparados y responder a los desastres mientras se salvaguardan y protegen a las personas más vulnerables en las comunidades”, dijo el coordinador del proyecto por la parte cubana.
Jerome Faure, cooperante en Cuba para Oxfam International, una de las organizaciones impulsoras del proyecto, subrayó que Cuba está expuesta a amenazas de origen natural derivadas fundamentalmente de eventos hidrometeorológicos y geológicos y, a pesar de contar con un sistema de prevención, mitigación y respuesta oportuna, bien estructurado desde las instancias nacionales hasta el nivel local, continúa siendo impactada por estas.
“Lo que pretende esta iniciativa es que, ante una situación de emergencia, la comunidad, la población, los factores que intervienen, puedan reaccionar con mayor fuerza y restablecerlas condiciones a una situación idéntica o mejor a la que se tenía anteriormente al impacto del evento”, precisó Faure.
Con el proyecto binacional, el territorio de Matanzas se beneficiará con la compra e instalación de equipamientos para la creación de nuevos centros de Gestión de Riesgos tanto en la cabecera provincial como en los municipios de Cárdenas, Martí y Colón, apuntó Martínez Domínguez.
Según explicó el especialista, la puesta en marcha de la estrategia permitirá la actualización del estudio de Peligro, Vulnerabilidad y Riesgo (PVR) Hidrometeorológico (por intensas lluvias) en la provincia de Matanzas; la arrancada de otra investigación similar pero enfocada en los sismos, en este propio territorio, así como la instalación de una estación sismológica y la creación de una base de datos sismológicos en el área caribeña.
El Doctor en Ciencias Enrique D. Arango Arias, del Centro Nacional de Investigaciones Sismológicas de Cuba, destacó que los nuevos medios permitirán mejorar el respaldo energético y las comunicaciones de las estaciones que rodean a Matanzas.
“En la provincia se han identificado una serie de fallas activas capaces de generar un nivel de sismicidad importante. Los últimos estudios realizados en la zona de Varadero para la búsqueda de petróleo reflejan una alta complejidad tectónica en los alrededores de la península de Hicacos”, explicó.
Más inclusión, menos vulnerabilidades
“Aprendiendo de Irma y María…” tiene entre sus objetivos, además, la realización de una investigación académica a nivel subregional (Cuba, República Dominicana y Haití) sobre el vínculo entre desigualdad, vulnerabilidad y desastres naturales.
Jahnna Jiménez Álvarez, coordinadora general del proyecto para República Dominicana y Cuba, sostuvo que este beneficiará a unas 11.607 personas e involucra 82 organizaciones de ambas naciones caribeñas. Permitirá no solo salvaguardar la vida, sino que modifica la forma de hacer nuestro trabajo para proteger mejor a las personas, sobre todo aquellas en mayores condiciones de vulnerabilidad. Además, coloca el tema de la protección de derechos en situaciones de emergencia en la agenda de los organismos regionales.
Agregó que otros propósitos será la creación de rutas críticas para la respuesta a la violencia en estos escenarios, para que las personas estén orientadas y se pueda proteger sus derechos desde las redes comunitarias.
En ese sentido, Jiménez Álvarez refirió que, como parte de ese ejercicio de compartir las buenas prácticas, metodologías, herramientas y materiales de capacitación pertinentes para países con similares peligros y debilidades, la iniciativa contempla la adquisición por parte de Cuba de una tecnología probada con éxito en República Dominicana: un albergue móvil desmontable.
“Donde sea que haya un espacio parecido a una cancha de baloncesto, el albergue desmontable puede ser instalado, pues tiene una tecnología muy liviana. Está pensado desde necesidades de grupos específicos, principalmente los más vulnerables. Entre ellos las mujeres, particularmente las embarazadas y menores lactantes, las personas con discapacidad, los niños, niñas y adolescentes”, comentó.
Jiménez Álvarez sostuvo que las situaciones que ocurren en tiempo ordinario pueden exacerbarse en momentos de crisis y agravarse, si no se toman medidas de seguridad. “Hablamos de la violencia física, sexual hacia mujeres, niños y niñas. Pero también de las necesidades específicas de las personas con algún tipo de discapacidad o que tienen enfermedades crónicas, como la diabetes, la hipertensión. Si no tenemos claro que en un momento de emergencia los medicamentos de esas personas pueden escasear y no lo asumimos de forma preventiva, esto podría generar situaciones complicadas”, ejemplificó la coordinadora general.
Yohanka Valdés Jiménez, a cargo del componente de género del proyecto, sostuvo que es importante incluir las necesidades diferenciadas de las personas, en particular las mujeres, en los planes de prevención, y eliminar las barreras que estas enfrentan en este tipo de situaciones; también reconocer sus capacidades y contribuciones en la reducción del riesgo de desastres.
La participación en la toma de decisiones ante eventos de esta naturaleza por parte de las propias personas con discapacidad es un elemento crucial, enfatizó por su parte Ibia Vega, especialista a cargo del componente de inclusión de la iniciativa.
Ello, unido a la concientización, sensibilización, lograr entornos accesibles y el desarrollo de herramientas inclusivas, dijo.
“La sociedad debe comprender de una vez y por todas que pertenecemos a ella y podemos ser entes activos”, dijo Geudis Vega, de la Asociación Nacional de Ciegos y Débiles Visuales (ANCI).
Cuando se trata de indagar por nuestras necesidades u ofrecer ayuda, casi nunca se dirigen a la persona con discapacidad, sino a quien la acompaña. Si se quiere que las personas con discapacidad participen, hay que tenerlos en cuenta desde el inicio, apuntó.
Para Ernesto Fernández, el desconocimiento es la barrera más fuerte a la que se enfrentan las personas con discapacidad hoy, incluso porque ese desconocimiento genera otras barreras. “Por ello la sensibilización en estos proyectos es fundamental”, opinó el representante de personas con capacidades especiales.
La iniciativa binacional cuenta con la fortaleza de integrar para su consecución a la Defensa Civil de Cuba y de República Dominicana, junto a la Federación de Mujeres Cubanas, las Asociaciones de personas con discapacidad (ACLIFIM, ANCI y ANSOC) a nivel local y nacional, y las organizaciones dominicanas Plan International y Hábitat para la Humanidad.
Además, las ONG internacionales OXFAM y Humanity&Inclusion se han unido en consorcio para impulsar la ejecución de este proyecto, que cuenta con la dirección general de protección civil y ayuda humanitaria de la Unión Europea (ECHO) como donante.