Producción musical, un espacio también para las mujeres

  • De la redacción

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Foto tomada del perfil de Facebook de la entrevistada

Cuando en marzo de 2010 el popular grupo boricua Calle 13 se presentaba ante una multitud de miles de personas en áreas del malecón habanero, no eran muchos los que conocían que ello había sido posible gracias al esfuerzo de cuatro mujeres y un recién nacido proyecto de productora informal de eventos culturales denominado 4C, que quiere decir “cuatro cabezas”.

De izquierda a derecha Darsi Fernández, Yoana Grass y Kerstin Hernández. Foto cortesía entrevistada.

 

 

 

 

 

 

 

Darsi Fernández, Yoana Grass, Idania del Río y Magel Reyes son las artífices de este hito y protagonistas de un emprendimiento que tuvo en 4C el punto de partida para llenar un vacío significativo en la industria musical cubana y articular diferentes escenas y actores emergentes en las industrias culturales de la nación caribeña.

Luego de ocho meses de incertidumbres y gestiones personales e institucionales, el concierto de Calle 13 era la materialización de una aspiración y el comienzo de una carrera de análisis y creación en el panorama musical contemporáneo del país.

“Aquel núcleo primero de 4C terminó siendo un espacio del cual entran y salen muchas personas, aliados y amigos con los que trabajamos, aunque siempre nos quedamos Yoana y yo”, dijo a SEMlac Darsi Fernández, para quien la clave de estar aún repensando la escena musical, desde la producción y la comunicación, es que “todo lo que nos fue haciendo falta para nuestro trabajo, que no existía, lo fuimos creando”.

Tanto ella como Grass, ambas abogadas, promotoras y productoras, no se identifican solamente como 4C, sino también con otras iniciativas que han ido concibiendo en el camino, como Zona Jazz, Bonus Track o Magazine AM-PM, esta última una revista digital de música cubana.

4C explota la creación artística y la promoción en el área de la música, a partir del uso de las nuevas tecnologías y los medios. Autonomía, sostenibilidad y solidaridad son sus tres principios de trabajo, dijo Fernández.

Durante casi una década han apostado por la especialización: conceptualización, producción y desarrollo de exposiciones, conciertos de música y producciones musicales y audiovisuales; talleres de capacitación y eventos académicos en el campo cultural; consultoría sobre industrias culturales, su estructura institucional en Cuba, legislación y tendencias; gestión artística; gestión de redes sociales; redes culturales; y servicios curatoriales y comunicacionales para gestionar contenido cultural.

“El núcleo de todo sigue siendo la música”, enfatizó Fernández. Por ejemplo, Zona Jazz es un proyecto que se desarrolló en paralelo a 4C y que ha dirigido la carrera de músicos de jazz de renombre, tan distintos como Yissy García y Daymé Arocena. Pero es como una pequeña empresa de management, con un rol muy definido, pues a pesar de todo el talento musical disponible en la ciudad, la escena del jazz carecía de una coordinación y promoción adecuadas”, dijo Fernández.

“Nos fuimos dando cuenta de la importancia de comunicar correctamente al público la carrera de una artista, del diseño, del trabajo con los singles…Dijimos: todo lo que hemos aprendido podemos ofrecerlo como un servicio para otros artistas. Es decir, si eres músico, pero no tienes idea de cómo comunicar tu proyecto, nosotras podemos darte el servicio, llevarte la biografía, las redes sociales y fue justo ahí que nació BonusTrack, una iniciativa que tiene ese otro enfoque; aunque la hemos ido ampliando y llegado a tener clientes como el Festival de Cine de La Habana”, explicó.

AM-PM, espacio de articulación

Darsi Fernández apuntó que, si bien se mantienen vinculadas al mundo de la producción y cada año organizan junto a Fábrica de Arte y la Casa de las Américas el evento AM-PM, han cobrado mucha fuerza en su quehacer la comunicación y la publicidad vinculadas a la música, desde Bonus Track y Magazine AM-PM.

A su juicio, dentro del campo de la producción musical es notable “una reverberación” considerable de mujeres que, incluso, llevan la producción de espectáculos, “al punto de que, el año que viene, queremos dedicar el evento AM-PM a la mujer en la música”.

AM-PM es una conferencia anual que promueve el intercambio simbólico y comercial entre profesionales independientes de la música latinoamericana y caribeña. El evento es coorganizado por 4C y Fábrica de Arte, donde se celebra desde su inauguración en 2015. Las sesiones de este encuentro incluyen seminarios centrados en la convergencia de música y tecnología, cursos, talleres, presentaciones de libros, conciertos y exhibiciones de arte.

De acuerdo con la entrevistada, sus principales objetivos son la modernización y profesionalización de la industria de la música en el país, para que pueda mantener y apoyar de manera efectiva las creaciones musicales locales; el impulso de redes y alianzas para conectar a los profesionales de la música cubana con sus homólogos de la región; y la identificación, promoción y presentación de la vanguardia musical latinoamericana, así como de espacios alternativos musicales de otras regiones.

“Creamos el evento AM-PM fue a raíz del restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Cuba y los Estados Unidos. Necesitábamos un espacio de formación de personas para que no pasara como con los Rolling Stones, que vinieron a tocar trayendo su producción íntegra y lo único que contrataron en el país fue la gente que carga las cosas. Tiene que haber personas capaces de hacer producción y hacerlo bien. Ahí empezamos a intentar formar managers, periodistas musicales y a hacer un taller. Este año fue de comunicación en la música, aunque lo hemos organizado sobre ingeniería de sonido y producción musical”, contó Fernández.

Ellas y la escena musical

La relación de Darsi con la música es antigua. “Desde la universidad me relaciono con ella, todos mis amigos eran músicos; de hecho, hice mi tesis sobre derecho de autor, que no se estudiaba en ese entonces. Era amiga de Santiago Feliú, de Martha Campos, una melómana absoluta. Algunas veces escribí sobre música. El Derecho fue un pretexto para trabajar en la gestión cultural. Mi primer trabajo fue en el centro de derecho de autor, después me fui a Artex, fui gerente fundadora de Bis Music y luego he trabajado por 20 años en la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE). La música siempre ha estado ahí”.

Para la especialista, las mujeres no necesariamente enfrentan más obstáculos que los hombres en el mundo de la producción, aunque el machismo a veces asoma cuando toca dirigir un grupo de hombres en una producción de gran tamaño.

“Si ellos no te conocen, si no saben exactamente quién eres, si no te precede tu prestigio, las primeras relaciones pueden ser muy tensas, pero inmediatamente que te adentras, que ven que eres profesional en lo que estás haciendo, que además los estás cuidando, porque estás pendiente de si tomaron agua, si les trajeron almuerzo… comienza a relajarse el ambiente. Desde el punto de vista institucional o en la relación con los artistas, este tipo de conflictos, en mi experiencia, no abunda.

“Yo creo que todos nuestros emprendimientos tienen una marca femenina. Incluso la revista Magazine AM-PM, cuyo director es Rafael González. Fue una decisión de nosotras que Rafa dirigiera la revista, porque él es un hombre absolutamente feminista y es el único de nosotros tres que podía tener dedicación absoluta a la publicación por su formación de periodista”, refirió la abogada.

Sin embargo, resulta interesante, en su criterio, lo que sucede con las mujeres en la música, al punto que en más de una ocasión se han planteado como un tema de investigación, el “por qué si en las escuelas de música hay más mujeres que hombres, luego en las bandas hay muchos más hombres que mujeres. ¿Qué pasa ahí? Las mujeres que estudian música, ¿qué terminan haciendo con sus vidas?”, inquirió.

“Habría que preguntarle, por ejemplo, a Yissy García, cuánto le ha costado ser una baterista exitosa en un entorno completamente masculino; o a MaryPaz, tocar la tumbadora. Todavía son vistas como: ‘¡ah!, qué graciosa la muchachita que toca la tumbadora’, y eso debe cambiar”, puntualizó.

“Tengo la impresión de que la música cubana está como en una especie de standby raro, pero dentro de eso, algunas de las cosas más interesantes que están sucediendo son proyectos de mujeres. Lo que están haciendo Daymé Arocena, o Telmary son un ejemplo. Hay una presencia femenina relevante y eso está muy bien”, opinó.

Sobre la relación música, mercado y demás actores, Fernández explica que en Cuba, por mucho tiempo, ha habido una fuerte producción cultural con alto nivel, pero no existen industrias culturales propiamente dichas, sino que están surgiendo ahora y ese es el gran debate actual.

“Tenemos fuertes instituciones culturales, pero en algunos casos están semivacías de contenido. Las empresas de música, por ejemplo, no hacen suficiente gestión y falta gente comprometida con la música”, dijo.

Agregó que “hay una especie de burocracia cultural que debe replantearse, porque hay mucho de la actividad de gestión que no tendría por qué hacer el Estado, como en otros terrenos. Está bien que el Estado haga las políticas culturales, se encargue de la protección de determinados contenidos que no son comerciales y es necesario existan, como es la música sinfónica, la clásica, la tradicional, el patrimonio… pero hay un tejido comercial donde la gestión estatal no es buena”, apuntó Fernández.

Es en ese escenario donde han surgido emprendimientos que cubren espacios vacíos, como el de la tecnología para la cultura.

“Porque, ¿qué es PMM (Por un Mundo Mejor), sino una necesidad? Lo que no tiene mucho sentido es buscar formulaciones raras a lo que ya existe, como la pequeña empresa. Esas fronteras se han ido corriendo y demuestran que lo que va más lento son las estructuras; al final habrá que legislar para lo que existe y sucede ya”, sostuvo.

“La música cubana, como toda la creatividad de su gente, es nuestro principal activo, y aún no lo vemos siempre así. Creo que justamente lo que le falta a la música cubana, partiendo de que hay una voluntad de cultura enorme, es un tejido industrial que le ha sido negado por la burocracia y que permita encajar a este tipo de emprendimiento sociocultural”, concluyó la productora.

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