Por Raquel Sierra / raquels@enet.cu
El solo título del libro, «Yo sola me represento», es sugerente. Pero la autora, la socióloga cubana Marta Núñez Sarmiento, va mucho más en su acercamiento participativo a una temática que dio, da y dará que decir en todos los tiempos: el empleo de las mujeres.A manera de complemento una frase de la portada devela algunas pistas: de cómo el empleo femenino transformó las relaciones de género en Cuba y constituye la antesala de una recopilación de siete ensayos diversos, teniendo ese tema como hilo conductor.
Presentado el 29 de noviembre en el Instituto Cubano de Investigación Cultural «Juan Marinello», este libro de Núñez es una suerte de compendio de investigaciones incluidas en programas docentes universitarios de pregrado y postgrado, algunas de las cuales forman parte de bibliografías de universidades de Estados Unidos, Canadá y España. La lucha por la igualdad llevada a un primer plano desde 1959, los avances en el empleo femenino, las diferencias y similitudes en sectores diversos y las estrategias de desarrollo, entre otros, todos estudiadas por Núñez en su larga carrera, conforman un panorama integrador en una nación donde las relaciones desiguales de poder siguen constituyendo un freno a la equidad.
El capítulo «Mujeres en empleos no tradicionales» resume una investigación realizada entre finales de los ochenta e inicios de los noventa, la cual arrojó que los logros y obstáculos de las mujeres para ejercer con plena igualdad deberes y derechos en el trabajo y el hogar eran similares en ocupaciones tradicionales y no tradicionales.
No escapan a la mirada de la socióloga las transformaciones experimentadas por un grupo de mujeres de Guanímar, pequeño pueblo de la costa sur de La Habana, incorporadas a labores agrícolas: cómo cambiaron sus vidas en relación con las de sus madres, qué distancia existe entre lo establecido legalmente y la práctica, y cuánto influyó en su cotidianidad la crisis económica recesiva de los noventa, etapa conocida en Cuba como período especial.
Cómo enfrentaron las profesionales cubanas esa situación —marcada por escasez de alimentos y cortes de energía generalizados—, por qué permanecieron en sus trabajos y las estrategias estatales y personales de supervivencia se abordan con claridad y sabiduría por Núñez, tan protagonista de esos complejos años como el resto de la población cubana.
«La segunda jornada de esos años se tornó más violenta y las mujeres inventaron las más inimaginables estrategias para que sus familias sobrevivieran, y de esta manera ayudaran a que el país también lo hiciera», dice la autora.
Justo de este capítulo surge el título. Según comentó Núñez en la presentación, ante la pregunta sobre la necesidad de un hombre que las representara las 18 mujeres estudiadas apuntaron a la falsedad de ese mito «porque la mujer se representa a sí misma», aunque, a su vez, reconocieron necesitar compañía masculina para compartir su vida y no estar solas «si él vale la pena».
La socióloga dedica también un espacio al empleo femenino y la ideología de género en Cuba en los últimos 30 años y considera «necesario continuar revisando los programas cubanos para promover la participación de mujeres y hombres en las transformaciones de las relaciones de género y de las ideologías que las acompañan».
Otros capítulos de esta obra analizan las políticas económicas y sociales que influyeron en el empleo femenino entre 1959 y 1989, los estudios de género en Cuba y sus aproximaciones metodológicas, multidisciplinarias y transculturales (1974-2008), así como la migración cubana reciente desde una mirada de género.
«Es un libro bien escrito, agradablemente escrito, incluso uno siente que está leyendo una pieza de ficción», dijo el investigador Aurelio Alonso, quien presentó el volumen publicado por Ruth Casa Editorial.
Según dijo Alonso a SEMlac, este título representa «un aporte a la sociología cubana de este tiempo y en específico a la promoción de la mujer en los espacios en que a la sociedad le falta avanzar».
La autora «subraya una falta de participación femenina plausible en cargos políticos, que debe crecer y corresponderse más con la presencia profesional de las mujeres por encima del 50 por ciento. Para que nosotros construyamos una democracia socialista tiene que darse esto», considera el intelectual.