Por una infancia libre de estereotipos

El peligro de reproducir y recibir estereotipos sexistas está en todas partes. Pero hay espacios donde los sujetos son más vulnerables a estos constructos culturales. Se trata del contexto educativo y el hogareño. Y teniendo en cuenta esta mixtura, existen además edades en que las personas somos más sensibles a captar los prejuicios que, «sin querer», nos enseñan. Son las edades tempranas.

Hasta los seis años de edad se aprende básicamente por imitación de los adultos y repetición de saberes inculcados. Por eso los familiares y cuidadores poseen 99 por ciento de responsabilidad en lo que muestran chicos y chicas preescolares.

En estos momentos la alerta no solo da voces desde el punto reconocido de la educación estatal; sino que las nuevas alternativas de cuidado particular desatan otras preocupaciones.

Es cierto, siempre podemos sucumbir a la interpretación de lo masculino y lo femenino que tienen las educadoras de los círculos y jardines del Estado. Estas figuras bien pueden estar sujetas a las asignaciones que la cultura, en su posición hegemónica, ha pautado.

No obstante, estatalmente existen documentos que, si bien pudieran no seguirse al pie de la letra, regulan la educación que niños y niñas deben recibir para crecer en un ambiente de equidad de género.

¿Qué pasa con la iniciativa por cuenta propia en este sentido? Pues es un tema que Mujeres Emprendedoras deja para próximas entregas, en tanto trae las consideraciones de la maestra de preescolar durante 30 años, Jane Cecilia Gibert LLerena, quien aboga porque niñas y niños crezcan como individuos libres e iguales.

¿Está la educación preescolar concebida con límites en cuanto a las actividades para niñas y varones?

No hay segmentaciones entre las niñas y los varones en la educación preescolar. Desde mi experiencia, participan de conjunto en las actividades recreativas y en las implementadas por el proceso educativo.

Desde la primera infancia, la educación está concebida para no establecer diferencias entre niñas y varones. Sí tiene como objetivo lograr el máximo desarrollo integral posible de todos los infantes, a partir de las características en cada año de vida (desde segundo hasta el sexto, cuando tienen entre 5 y 6 años de edad).

¿Cómo las personas implicadas en la educación preescolar deben fomentar los juegos de roles para que no encierren una carga sexista?

Primero debemos destacar que, tanto a las niñas como a los niños, se les inculcan cualidades morales como la solidaridad, la amistad, la ayuda mutua, la laboriosidad, la honestidad, honradez, patriotismo, amor y respeto a lo que les rodea, y esto no lo determina el género.

Asimismo, les inculcamos las normas de conducta para vivir en sociedad; ser disciplinados; les formamos hábitos y habilidades en correspondencia con sus edades.

El juego de roles es la actividad rectora en la educación preescolar. El individuo aprende jugando. Durante la realización de estos juegos se establece la conversación inicial entre las chicas y los chicos. De conjunto acuerdan y seleccionan el argumento que van a interpretar, con quién quieren jugar y qué rol asumirá cada quien, estableciendo interrelaciones personales adecuadas.

Además, ejecutan las acciones en correspondencia con el rol que asuman. Nuestro deber como educadoras es estar atentos a los prejuicios, estereotipos que algunos de los pequeños puedan traer de la educación del hogar y esté imponiendo sobre sus compañeros; pero no interferimos ni acomodamos los roles a una reproducción textual de la vida adulta.

Por ejemplo, muchas veces juegan a «la casita» y no hay una mamá, sino un papá que se hace cargo del cuidado del bebé. O juegan a la fábrica y quien manda en ella es una niña constructora.

¿Hasta qué punto considera que la educación cubana, en particular la preescolar, promueve na educación libre de ataduras sexistas?

En cierta medida la sociedad cubana ha dejado a un lado los prejuicios en torno a una educación que promulga las diferencias entre niños y niñas. Solo hay que ver que tenemos salones mixtos, con actividades para todos. Sin embargo, en la medida en que los infantes crecen y avanzan en grados de escolaridad, estas cargas sexistas adquieren más fuerza, pues reciben con más énfasis la segmentación de tareas, los roles ligados a lo femenino y lo masculino. No podemos olvidar la importancia de la familia.

En estas edades los niños y las niñas están formando rasgos de su personalidad, por lo cual imitan a los adultos cercanos. Hay que lograr unir a la escuela y la familia en una misma labor no sexista.

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