Cuando Cuba celebre la llegada de 2032, el total de su población habrá disminuido por debajo de los 11 millones, de acuerdo con las últimas proyecciones del Centro de Estudios de Población y Desarrollo (CEPDE), de la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE).
Según Juan Carlos Alfonso Fraga, director del CEPDE, en los próximos años se pronostica un decrecimiento absoluto en todos los grupos de edades de la población cubana, excepto en el de 60 años y más, precisó en conversación con SEMlac.
En ese camino, el estudio, realizado conjuntamente con el Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía (Celade) y la División de Población de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), estimó que para 2025 la isla caribeña será el país más envejecido de la región, con alrededor de 26 por ciento de personas de 60 años y más.
Al cierre de 2008, el país contaba con 11 millones 236.099 habitantes; de los cuales 50,1 por ciento eran hombres y 49,9 por ciento, mujeres.
Para 2025 se prevé un monto poblacional de alrededor de 11 millones 134.700, disminución de poco más de 100.000 personas frente a la actual cifra, con una proporción entre ambos sexos prácticamente igualada.
«Llegará el momento en que el número de mujeres será algo mayor que el de los hombres. Eso se está viendo ya en provincias como Santiago de Cuba y Ciudad de La Habana», amplió Alfonso Fraga.
Para este especialista, es importante tener en cuenta que toda proyección corre el riesgo del pronóstico; hay que seguirla bien de cerca y actualizarla con las tendencias que vayan ocurriendo.
«Hace 35 años, cuando yo empecé a trabajar estos temas, los demógrafos cubanos coincidíamos con Naciones Unidas y con algunas universidades del mundo, en que la población cubana alcanzaría los 13 ó 14 millones de habitantes. Sin embargo, no debe llegar a 12 millones», informó.
Los demógrafos del CEPDE actualizan las proyecciones cada dos años, a partir del análisis de tres variables fundamentales que actúan en el crecimiento de la población: la fecundidad, la mortalidad y las migraciones; junto con la estructura de edad de la población.
A juicio de Alfonso Fraga, es la mortalidad, quizás, la que más fácilmente se puede proyectar.
«Sabemos que los niveles de mortalidad en Cuba son muy bajos, tenemos una esperanza de vida alta, mortalidades infantiles y menores de cinco años muy bajas y, en general, esta variable seguirá bajando», estimó.
Pero, según el experto, eso no quiere decir que se vayan a registrar menos muertes.
«En eso, 2008 es un ejemplo típico. Fue el de más defunciones en Cuba en toda su historia. La cifra superó las 86.300 muertes, pero concentradas en los grupos de edades mayores: entre las cubanas y cubanos de 60 y más años, pero sobre todo con más de 70. La mortalidad en las otras edades es muy baja».
«Esta situación responde al acelerado proceso de envejecimiento que vive la población cubana y, en consecuencia, el arribo a edades muy avanzadas de cada vez más personas», abundó Alfonso Fraga.
A la mortalidad, en el caso concreto de 2008, tercer año consecutivo de decrecimiento de la población cubana, se sumó la emigración de alrededor de 37.000 personas.
«Cuba tiene un patrón migratorio de saldo negativo desde 1960. En 1959 ingresaron al territorio nacional unas 12.000 personas. Pero antes de ese año ya el país presentaba saldos negativos, excepto en los primeros años y mediados del siglo», explicó Alfonso Fraga.
«Actualmente la migración tiene nuevos actores y componentes. La ilegal e indocumentada, or ejemplo, es mayoritariamente masculina. En los últimos años se ve una tendencia al aumento de la migración femenina», precisó.
Pero, a juicio de Alfonso Fraga, lo que determina realmente la disminución de la población cubana en términos absolutos es una contracción muy fuerte de la fecundidad.
«En los años 1962 y 1963, el monto de la emigración se calculó en 60.000 ó 70.000 personas, pero nacían más de 200.000 y la población seguía creciendo», valoró el director del CEPDE.
El tamaño de las familias cubanas comenzó a disminuir desde finales de la década de los sesenta del siglo pasado y, desde 1978, por cada mujer en edad reproductiva no queda una hija que la sustituya en el rol reproductivo.
Las causas de la baja fecundidad son múltiples, pero especialistas coinciden en señalar el cambio de la condición de la mujer, la existencia de un mayor nivel educacional y protagonismo social, favorables condiciones para arantizar la salud, unida a la insuficiencia de viviendas y servicios de apoyo al hogar.
Alfonso Fraga explicó a SEMlac, además, lo que él llama un cuarto componente del crecimiento poblacional.
«Se está evidenciando un envejecimiento de la estructura etaria poblacional, y de las mujeres en particular; las que están en edad reproductiva disminuyen, lo cual trae como consecuencia que, aunque aumente la fecundidad, al haber menos mujeres nacerán, por tanto, menos niños. Es una aritmética fácil», comenta.