Por Helen Hernández Hormilla / hormilla@gmail.com
Con cinco siglos de diferencia, dos mujeres comparten un conflicto similar: sus esposos partirán a otras tierras en busca de mejores horizontes, mientras ellas deben enfrentar en soledad la inminencia de sus circunstancias. El fantástico encuentro entre ambas desata el argumento de Añejo cinco siglos, relato de la escritora cubana María Elena Llana llevado al audiovisual por la realizadora Magda González Grau, con guión de Sergio Pérez.
La historia se desata cuando Chavela, una mulata de carácter enérgico que habita en un solar habanero ve llegar a su marido con la noticia de que partirá inmediatamente hacia los Estados Unidos, en una lancha. Sin escuchar su petición de que renuncie a la idea, el hombre le promete que pisando tierra se esforzará en reclamarla, le deja cinco pesos convertibles (equivalentes a cinco dólares) como único patrimonio y se marcha.El dinero le sirve a Chavela para comprar una botella de ron con la que ahuyenta el dolor y, mientras recorre desconsolada las calles de La Habana Vieja bajo los efectos del alcohol, se topa con Doña Isabel de Bobadilla, esposa del gobernador de la Isla de Cuba, Hernando de Soto, un día antes de que este parta a conquistar La Florida en el año 1539. El cercano intercambio entre ambas, aun cuando todo a su alrededor parece haberse detenido, se convierte en símbolo de la necesaria solidaridad entre las mujeres.
Las consecuencias de la emigración masculina en las familias cubanas, especialmente para quienes asumen el rol de la espera, es uno de los temas que trabaja la obra, proyectada el 5 de septiembre en la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), luego de su estreno en la capital cubana en el mes de julio.
Un reciente artículo de Gretel Marrero Peniche, profesora del Centro de Estudios de Migraciones Internacionales (CEMI), recoge que, mientras la emigración legal en la isla tiene tendencia a la feminización, la indocumentada suele ser mayoritariamente masculina, sobre todo por los altos riesgos de la travesía marítima.
Según escribe en «Feminización de las migraciones en Cuba: Un análisis desde la perspectiva de género», publicado en el Anuario del CEMI de 2011 y disponible en la web, en 1993 el 88 por ciento de quienes emigraron ilegalmente en Cuba fueron hombres, y en 1994 ellos representaron 80 por ciento. Con esto, muchas mujeres quedaron como cabezas de hogar o perdieron sus relaciones de pareja.
«La emigración es un drama tremendo para las dos partes», opina González Grau, quien en varias de sus producciones para la televisión se ha preocupado por visualizar problemáticas sociales que tocan a la población femenina. «El hombre va a la aventura y a la mujer le toca quedarse a enfrentar su realidad, muchas veces a cargo de los hijos», comenta la realizadora.
González Grau confiesa que, cuando el guionista le propuso adaptar para ella el cuento de Llana, lo primero que pensó fue en la posibilidad de explorar las subjetividades de sus personajes, pues el hecho de unir en idéntica circunstancia a mujeres con cinco siglos de por medio habla de la recurrencia de los conflictos de género.
«De alguna manera, Chavela puede ser una reencarnación de Isabel», considera por su parte María Elena Llana. «Se trata del juego del tiempo redondo y recurrente. La situación es la misma: el hombre se va llamado por los cantos de sirena. Hernando de Soto iba buscando la fuente de la juventud y los grandes palacios inexistentes, los de ahora buscan jacusis y casas con piscina», opina.
El dramatizado, que será transmitido por la televisión cubana en diciembre de este año, contó con las interpretaciones de dos excelentes actrices: Luisa María Jiménez -Chavela- y Amarilys Núñez -Isabel-, quienes lograron calar los apremios más íntimos de sus personajes.
En los monólogos de las protagonistas salen a relucir las inconformidades respecto de antiguos tabúes como la supuesta fragilidad, la sexualidad y la capacidad de emprendimiento femeninas.
«Ambas hacen catarsis y en diferentes lenguajes hablan de la intimidad, de sus apetencias», revela la realizadora. «María Elena tiene la audacia de hacer que Isabel absorba la sensualidad de la mujer contemporánea y la hace buscar su propio placer», agrega.
Al rescatar el personaje histórico de Isabel de Bobadilla, la escritora revive uno de los mitos citadinos, pues la esposa de Hernando de Soto, nombrada gobernadora por él antes de su partida, inspiró la estatua de La Giraldilla, que es símbolo por excelencia de La Habana.
Según cuenta la leyenda, Isabel pasaba horas enteras en lo más alto del Castillo de la Real Fuerza en espera del regreso infructuoso del marido, quien murió de una fiebre en Missisippi en 1540. Ella lo siguió en poco tiempo.
Pero la historia de Chavela no ha de ser tan terrible, augura el final del relato. «Cinco siglos no pasan por gusto -advierte González Grau- y hoy las mujeres ya no morimos por nadie. Por eso al final del cuento una queda expectante mirando al horizonte, pero la de 2012 toma una taza de café en señal de que la vida continúa, y tendrá que salir adelante ella sola», concluye.