Aunque la dominación patriarcal ha prevalecido en el escenario de las religiones protestantes, las mujeres cristianas en Cuba han iniciado un proceso de reinterpretación de la presencia y la acción de Dios en su propia historia personal y de servicio religioso.
Las vidas de las pastoras bautistas Raquel Suárez Rodés, Xiomara Díaz Gutiérrez y Mayra Pardo Ramírez dan fe de esa realidad, e ilustran cómo cada paso ganado en el reconocimiento del papel de las mujeres en las iglesias cristianas ha significado mucho esfuerzo y no poco sacrificio personal.
Para Suarez Rodés, hija de pastores y pastora ella misma de la Iglesia Bautista Ebenezer, de Marianao, en la capital cubana, la vocación religiosa se fue formando de manera natural, pero se hizo más evidente cuando en los años noventa, en medio de la aguda crisis económica «y la apertura entre la iglesia y el Estado, muchas personas volvieron la vista hacia la religión».
Díaz Gutiérrez, hoy pastora de la Iglesia Bautista de Yagüajay, en Sancti Spíritus, a unos 350 kilómetros de La Habana, fue misionera durante años y una de las primeras mujeres ordenadas en Cuba, pero ya era líder de su comunidad, «una pastora para todo el pueblo», como ella misma se califica, desde mucho antes.
Pardo Ramírez, de la capitalina Iglesia El Jordán, de Guanabacoa, es una de las pastoras más jóvenes de la Fraternidad de Iglesias Bautistas y fue víctima de los que hacen de la fe un dogma.
Para ella, la mujer pastora enfrenta más desafíos «porque el hombre tiene la compañía de su esposa, pero la mujer tiene que enfrentar el reto de ser madre, de llevar el hogar y, además, de trabajar como pastora en la iglesia».
Estas tres mujeres brindaron sus historias y testimonios para el documental Las hijas de Eva en tierra cubana, que constituyó la tesis de Diploma de Periodismo de Daína Caballero Trujillo, defendida el pasado julio en la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana.
Acompañado de un informe de tesis escrito, que relata el proceso de investigación y realización del documental, el ejercicio académico abunda en el rol que han desempeñado las mujeres en la religión protestante en Cuba.
«El documental expone cómo tantas mujeres han tenido que sortear obstáculos -personales, sociales, eclesiales- para construir otra imagen de las mujeres cristianas y una iglesia más inclusiva», aseguró a SEMlac Daína Caballero, la joven realizadora, ya periodista.
Tradición persistente
Se estima que alrededor del 80 por ciento de quienes integran las comunidades eclesiales protestantes son mujeres, según datos recopilados durante el proceso de investigación previo al rodaje de Las Hijas de Eva…
A pesar de ser mayoría y de sus propios esfuerzos por abrirse espacios, ser mujer en un mundo como el de la iglesia protestante en Cuba sigue siendo un desafío para muchas cristianas.
«La conceptualización de las mujeres como ‘complementarias, costillas y ayuda idónea’ de los hombres ha obstaculizado su reconocimiento como personas con intereses, derechos y potencialidades, y ha dificultado su acceso a espacios y desempeños en lo social y eclesial», precisa la investigación de Caballero.
En el caso particular de la religión bautista, múltiples actividades cotidianas de estas congregaciones son realizadas por mujeres, aunque a veces no sea reconocido.
«Ya no solo realizan las tareas tradicionales que les son confiadas, sino que también ocupan roles de liderazgo en sus iglesias y otros espacios», detalló Caballero a este servicio.
Esta realidad las ha acompañado históricamente, desde el minuto en que deciden iniciar su formación para el servicio eclesial, aun cuando estudian los mismos años y reciben iguales asignaturas que los hombres en los seminarios teológicos.
Al inicio, hace algunas décadas, las mujeres incluso recibían «un título inferior», una vez graduadas en Teología, asevera Midiam Lobaina Gámez, coordinadora del Programa de Género del Consejo de Iglesias de Cuba, en su Tesis de Licenciatura del Instituto Superior de Estudios Bíblicos y Teológicos, titulada «El ministerio de la mujer entre los bautistas cubanos».
Luego se decidió entregarle el mismo título que a los hombres: el de Bachiller en Teología. Pero «aunque técnicamente son iguales en formación, en la práctica continúan las diferencias en cuanto a sus funciones», completa el estudio de Lobaina Gámez.
Sin embargo, como la vida misma, el ámbito religioso tiene también sus matices.
Hoy en la isla conviven un «protestantismo más fundamentalista, heredero de una tradición jerárquico-patriarcal», con otro que promueve «relaciones más equitativas e inclusivas ( ) y a la construcción de una comunidad de fe más diversa», detalla la investigación de grado de Caballero Trujillo.
Cuatro grupos conforman el panorama de la congregación bautista en Cuba, escenario al cual pertenecen las tres pastoras que motivaron este trabajo.
La Convención Bautista Occidental y la Oriental; un grupo más pequeño conocido como Bautistas Libres y, por último, la Fraternidad de Iglesias Bautistas de Cuba. Cada uno de ellos manifiesta posiciones diferentes con respecto a la situación de la mujer dentro de sus comunidades:
La Convención Bautista de Cuba Occidental no acepta la ordenación de la mujer al ministerio pastoral. Ellas se mantienen en una posición de subordinación al hombre y no ocupan cargos ejecutivos de importancia dentro de la jerarquía. Lo mismo se puede decir de los Bautistas Libres.
Por su parte, la Convención Bautista de Cuba Oriental mantiene parecida posición, aunque ya se han ordenado algunas mujeres y existe una mayor incorporación de ellas a cargos de dirección dentro de la iglesia.
La Fraternidad de Iglesias Bautistas de Cuba, en tanto, se pronunció en defensa de la mujer desde su fundación en 1989. En ese sentido, acepta y promueve la ordenación femenina, y que las mujeres compartan diferentes espacios de liderazgo.
La reverenda Clara Rodés, madre de Raquel Suárez Rodés, fue una de las tres primeras mujeres ordenadas al ministerio pastoral en Cuba, presidió la Fraternidad y logró ordenar a otras seis mujeres comenzando, de esta manera, un resurgir de la mujer cristiana en la formación para el liderazgo de sus comunidades.
Lecciones de tres historias
«Si bien es cierto que las denominaciones protestantes no son de las más fundamentalistas, y que algunas han incorporado nuevas concepciones del papel que ocupan las mujeres en la iglesia y la sociedad, aún es largo el camino para que las mujeres puedan conquistar el protagonismo y ejercer roles de liderazgo en sus iglesias», aseveró Caballero Trujillo a este servicio.
En ese sentido, su obra audiovisual va más allá de lo meramente descriptivo y enlaza las batallas individuales de sus tres protagonistas por conquistar un espacio de liderazgo en sus comunidades bautistas, con la historia de la participación de las mujeres en las religiones cristianas.
Pero también pone el lente en los escollos personales que tuvieron que superar las tres pastoras para acceder a su ministerio religioso.
Para Díaz Gutiérrez y Suárez Rodés, esos avatares toman el rostro de los prejuicios y la lucha por la aceptación. La primera, fue discriminada por casarse con otro pastor, pero de piel negra y durante muchos años fue relegada a labores sin reconocimiento en su iglesia.
«Fuimos ordenadas el 12 de enero de 1992, hacía 26 años que me había graduado en el Seminario», cuenta Días Gutiérrez en el documental.
Luego, «incluso ya ordenada y trabajando, bauticé hasta que me quedé sola en una iglesia», pero no era reconocida. «Yo nunca cuestioné nada », agrega, intentando explicar su indefensión ante situaciones que entonces no comprendía completamente.
Suárez Rodés, en tanto, tras muchos años de ejercicio pastoral, cuenta en el documental lo difícil de aceptarse ante su comunidad religiosa como una mujer con una orientación homosexual.
«Si me decidí a ser pastora, porque tenía la vocación, fue también porque muchos hermanos de la iglesia me fueron reconociendo ese ministerio al cual yo me había entregado. La controversia no vino en ese momento , lo más difícil debe haber sido el tema de mi orientación sexual, también difícil para mí a lo largo de la vida, por la formación cultural que teníamos», confiesa en Las Hijas de Eva…
Mientras, la joven Pardo Ramírez, originalmente parte de la iglesia presbiteriana, pasó a la congregación bautista cuando su pastor la obligó a escoger entre su vocación religiosa y su relación de pareja.
«Yo me enfrenté a mi pastor y le dije: yo estoy enamorada, no entiendo que yo tenga que dejar mi relación de noviazgo para servir en la iglesia presbiteriana», narra.
Pero, actualmente, un miembro de su congregación no acepta que su pastora sea una mujer.
«Él me ha dicho: yo te amo, te respeto, pero mi posición bíblico-teológica es que la mujer no puede ser pastora porque eso dice la Biblia», detalló en el audiovisual.
Para Caballero Trujillo, «Xiomara, Raquel y Mayra representan en Las hijas de Eva en tierra cubana a otras mujeres de fe que han logrado soltarse de las ataduras e inspiran a otras muchas que aún continúan en esa lucha», explicó.
Para Midiam Lobaina Gámez, se trata de un material muy valiente, «sobre todo por el testimonio de Raquel Suárez, pues uno de los temas en discusión vinculados al género en las iglesias, y que nos está dividiendo, es justamente el de la diversidad sexual», evaluó durante el acto de defensa de Caballero Trujillo.
La joven periodista aspira a que este material pueda servir para que la problemática específica de la mujer en la iglesia cubana, con todas sus ramificaciones, sea más y mejor tratada en los medios de comunicación del país.
Con ella coincide Suárez Rodés, una de las pastoras protagonistas.
«Este es un material que tiene gran valor, por sus características audiovisuales puede ser una herramienta tremenda en la educación popular, para compartir historias y sensibilizar a las personas con esta realidad. Propone debates muy complejos que deben ser amplificados», reflexionó con SEMlac.