La sexualidad y las relaciones de pareja se viven de una forma muy personalizada y cada individuo tiene sus expectativas en el día a día, de lo que espera y lo que le es o no placentero. Todo se ha modificado durante la pandemia y deben existir diversas repercusiones en el futuro.

Con el objetivo de conocer algunos de los cambios producidos en parejas disímiles, por su historia y situación actual, se realizó una investigación exploratoria. El instrumento utilizado fue una encuesta, en la que se precisó el tipo de convivencia, la edad y si hubo cambios en la rutina sexual en relación con el deseo y la frecuencia de las relaciones sexuales, las variaciones en las preferencias habituales, la aparición de algún trastorno o malestar relacionado con la sexualidad, así como el surgimiento de conflictos en la pareja o la agudización de algunos ya existentes.

Dado el distanciamiento social, se usó un muestreo no probabilístico tipo “bola de nieve”, utilizando informantes claves que buscaron otras personas y las encuestaron, explotando sus redes sociales. Para enviar y recibir la encuesta se empleó la aplicación de mensajería instantánea WhatsApp. Las parejas fueron clasificadas en tres grupos. El grupo A, constituido por las parejas que conviven habitualmente y en estos momentos ninguno de los dos tiene que salir de casa con frecuencia (23 parejas); el grupo B, de quienes conviven habitualmente, pero uno de los dos o ambos tiene que salir de la casa casi habitualmente (69 parejas) y el grupo C, conformado por quienes no conviven habitualmente (41 parejas).

Resultados

En ambos sexos, la mayor cantidad de personas se encuentran entre los 21 y los 40 años.  De las 133 parejas, 56,3 por ciento refirió cambios en la rutina sexual.  Aunque se presentó un mayor número de casos en los que se planteó aumento del deseo, al cuantificarse los resultados obtenidos en la variable “frecuencia de la relación sexual”, se observó una marcada disminución y desaparición de la frecuencia (47 contra 28), lo que permite traducir que, aunque deseaban el encuentro íntimo, erótico, este no se concretaba por diversas razones. En cuatro casos se consideró que el aislamiento había ayudado a la pareja en su relación. Ninguna pareja señaló la aparición de algún trastorno o malestar relacionado con la sexualidad y 43,6 por ciento afirmó la presencia de conflictos. Los diferentes escenarios que implican las categorías estudiadas determinaron diferencias en los cambios observados.

Parejas del Grupo A. Ninguna respondió afirmativamente a la existencia de conflictos como tal; sin embargo, 25 por ciento expuso un aumento de la carga de las tareas del hogar para la mujer, al estar todos permanentemente en casa, lo que implica que resulta necesario limpiar, lavar, cocinar, organizar más y dedicar más tiempo a los hijos, entre otras múltiples tareas.

Parejas del Grupo B. Del total de las parejas, 33 por ciento afirmó tener conflictos; de una forma resumida, también refieren la agudización de las tareas domésticas y la sobrecarga de roles asociados a las responsabilidades categorizadas como «femeninas». Hubo un incremento en las discusiones de pareja, desencadenadas por la higiene, los insumos y su ahorro, el desorden, las rutinas de los niños y los horarios irregulares para el trabajo. Hubo una disminución del deseo sexual en un inicio, aunque posteriormente se regresó a la normalidad; así como una agudización de conflictos ya existentes antes de la situación actual. En algunos casos, se señaló: “todavía no hay conflictos”, dejando entrever la existencia de episodios o condiciones predisponentes que pueden conducir a ello.

Parejas del Grupo C. Se lograron distinguir parejas que no conviven por problemas de viviendas u otras causas (4), relación extramatrimonial (24) y un integrante de la pareja reside en otro país (13). El 71 por ciento de las parejas refirió conflictos, con elementos específicos dado el tipo de relación.

En las parejas que, por determinada razón, no pueden convivir habitualmente, se planteó como conflicto el incremento en las discusiones de carácter negativo. Estas discusiones estuvieron inducidas, en algunos casos, por las alteraciones provocadas debido al encierro y la falta de transporte, entre otros factores, todo lo cual incide en que no puedan encontrarse físicamente. Se señaló, en una pareja, la aparición de celos.

En las relaciones extramatrimoniales hubo dos tendencias, ambas por el temor de las mujeres. Una de ellas, la ausencia de relaciones sexuales e incluso afectivas al inicio de la pandemia, por la protección obligada para evitar el contagio, la desconfianza ante el posible descuido de la otra parte, con percepción de riesgo, aunque esto provocó discusiones y necesarios intercambios de criterios. Con el tiempo, se logró una comprensión y, aunque esporádicamente, retomaron las relaciones.

Otra de las tendencias fue la suspensión total de las relaciones sexuales por miedo al contagio, aunque se mantienen las afectivas, se ven con las medidas necesarias y se comunican con frecuencia, sin discusión ni conflictos.

Cuando uno de sus miembros se encuentra en otro país, hay un cambio en cuanto a la carencia física, lo que los afecta, aunque mantienen la comunicación a través de las redes sociales. Algunos casos señalaron el inicio o incremento de la práctica de compartir fantasías sexuales, como un medio para mantener viva la sexualidad.

Algunas consideraciones

En sentido general, se recomienda no descuidar la calidad del vínculo; comunicar las preocupaciones acerca de lo que se teme en el regreso a las actividades sociales, laborales y escolares, normalizar la expresión de los sentimientos y emociones, sin hacer juicios críticos; entender lo que puede estar sintiendo la otra persona, generar una comunicación eficiente, desarrollando la comprensión; no descuidar la imagen y la higiene, estimular el deseo sexual con fantasías, juegos, entre otras variantes placenteras; mantener el romanticismo y los gestos de cariño, no relegar la satisfacción personal y mantenerse activo físicamente.

Deben buscarse alternativas ante las dificultades, sin lugar a dudas transitorias. La satisfacción sexual es parte de la salud integral y la nueva realidad impregnará nuestras vidas. No poder tener una intimidad profunda no significa que no se puedan tener juegos eróticos, de ternura, comprensión y ayuda, otra forma de expresar amor.

Hubo que hacer un alto obligado en las vidas y enlentecer todos los procesos; ahora hay que volver a poner en marcha el vehículo, pero cuidado con los acelerones, hay que sacar aprendizajes de estos tiempos sin prisas, tanto durante, como después que pase la pandemia.

Se considera que las parejas que van a salir fortalecidas de esta situación de aislamiento y limitaciones, y de las próximas etapas, son probablemente las que tengan más flexibilidad y capacidad de adaptación a los cambios; por eso resulta tan importante que cada pareja medite, converse y solicite ayuda a distancia si así lo considera. Es posible prevenir o mejorar las situaciones negativas. Cuidar el vínculo de pareja es una necesidad y una responsabilidad para todas y todos sus integrantes.

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