Por Helen Hernández Hormilla

Con telas, puntadas y algo de ilusión nacieron los juguetes que desde La Habana viajarán a la República de Haití para los niños y niñas afectados por el terremoto de hace casi dos años. El taller de muñequería “Seguidores de un sueño”, organizado recientemente en el barrio habanero de Pogolotti, buscó así fomentar la solidaridad y promover un mensaje de paz y equidad entre los géneros.

El proyecto Carsueños de Camagüey, el Taller de Transformación Integral del Barrio (TTIB) de Pogolotti y el Centro Memorial Martin Luther King son los artífices de la experiencia, en la cual se reunieron por una semana, este mes de marzo, una treintena de personas de distintas localidades de la capital cubana, de ellas dos hombres, para aprender los secretos de hacer muñecas de trapo. Según explicó a SEMlac Noemí Reyes Herrera, especialista principal del TTIB, la idea de este taller intensivo de muñequería por una semana respondió a las inquietudes de varias personas de la comunidad interesadas en recibir entrenamiento en diversas artes manuales.

Para ello convidaron a la profesora Carmen Soto González, experta en muñequería de la provincia de Camagüey. La artesana ha repetido esta metodología en otras ciudades cubanas como Sancti Spíritus, Santiago de Cuba, Ciego de Ávila y en casi todos los municipios de su provincia natal, donde fundó hace una década el proyecto Carsueño.

“Comenzamos a enseñar manualidades en una comunidad de nuestra provincia llamada Microedén, con características muy heterogéneas. Desde entonces nos movemos con unos bolsos gigantes y una galería móvil para lugares que necesitan de un accionar sociocultural, porque existe en nuestros niños y niñas una alta demanda de estos juguetes”, sostuvo.

En la actualidad integran el grupo 40 hombres y mujeres, aunque ellas siguen siendo mayoría. Entre sus principales hitos se encuentra la confección de la muñeca más grande del mundo, de 22 metros, que entró al libro de los Récords Guinnes el año pasado.

A Damaris Girald Rodríguez, de 41 años, Carsueño le entregó una nueva ocupación más allá de las labores como ama de casa. La camagüeyana resalta como principio fundamental del proyecto la vocación de compartir tanto los moldes como las técnicas para confeccionar más de 40 tipos de muñecas, lo cual responde a la habitual solidaridad femenina.

Asimismo, muchas de sus producciones son donadas a grupos de infantes que las necesitan. “Todos los meses vamos a un hospital, círculo infantil (guardería) o a un barrio de bajos ingresos para regalar parte de lo que hacemos”, relató a SEMlac.

El resto de las producciones se comercializan y subastan para adquirir materias primas o como vía de ingreso alternativo para las mujeres y hombres que aprenden el oficio.

Así lo entiende la capitalina Vivian Teherán Leal, estudiante universitaria y cuentapropista de 34 años para quien este saber pudiera convertirse en una nueva fuente económica.

“Me matriculé en el taller porque me gustan los trabajos manuales, pero me he dado cuenta de que me podría dedicar a esto para ganarme la vida. Ahora los muñecos fueron para los niños de Haití, pero también hay que pensar en los nuestros”, confesó la joven estudiante de economía.

Además del aprendizaje del arte de la muñequería, las jornadas incluyeron charlas sobre autoestima femenina, prejuicios y estereotipos de género.

“Quisimos vincular el espacio a nuestro habitual trabajo contra la violencia de género, de modo que cada mañana se realizaron dinámicas de sensibilización y, a partir de anécdotas y experiencias personales, llamamos la atención sobre el verdadero espacio que debe alcanzar la mujer en la sociedad”, declaró Noemí Reyes.

Por su parte, la profesora Soto González consideró una ganancia la integración de los hombres, algo que habla de cierto resquebrajamiento del prejuicio que asocia la muñequería solo con lo femenino.

“Buscamos que niñas y niñas utilicen por igual un juguete que forma parte de sus juegos de rol, así que es importante que los padres también sepan realizarlos”, refirió la maestra.

“La tradición de la muñequería se había perdido un poco”, acotó Inocenta Martiatu, de 63 años, una de las alumnas. “Años atrás las abuelitas se encargaban de enseñar a sus nietas a hacer muñecas pero ahora revive esa costumbre enriquecida desde el enfoque de género, porque también se incorpora a los varones”, reflexionó la representante de la Casa Comunitaria Paulo Freire del barrio Balcón Arimao, en el municipio capitalino de La Lisa.

Según aseguró la especialista del TTIB de Pogolotti, las capacidades adquiridas por quienes asistieron al taller serán replicadas y multiplicadas en otras localidades de la provincia. Por lo pronto, las mujeres del barrio se encontrarán semanalmente para compartir adelantos creativos y nuevos secretos del arte de la muñequería.

 

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