Fuentes de inspiración y destinatarias tradicionales de las composiciones musicales, las mujeres cubanas, sin embargo, se incorporaron algo tarde —y en minoría— a la creación sonora, por obra y gracia de no pocos prejuicios y tradicionales roles de género.
Tampoco la historiografía de la música en la isla ha sido prolija en este sentido, coinciden especialistas, por lo que se ha reparado poco en los aportes de las compositoras en las diferentes etapas, y faltan estudios profundos acerca de sus obras. El tema, polémico y todavía poco estudiado, fue centro de los debates teóricos de la última edición, la número 48, del Festival Internacional de la Trova Pepe Sánchez, que sesionó en Santiago de Cuba a fines de marzo.
“A través de la historia, la mujer ha estado invisibilizada por la concepción machista que nos impone como único destino el matrimonio y la maternidad”, comentó, a propósito del debate santiaguero, la musicóloga Alicia Valdés Cantero, vicepresidenta de la Asociación de Músicos de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac).
Autora del libro Con música, textos y presencia de mujer. Diccionario de mujeres notables en la música cubana, de la Editorial Unión, Valdés abundó esta vez, con su ponencia “Mujer, música e historia en Cuba”, en las razones de esa exclusión femenina, a partir de los postulados de las teorías de género.
La experta coincidió con otros estudiosos del tema, como el periodista e investigador Antonio López Sánchez, en que estudiar la presencia de las mujeres en un espacio tan vital para la cultura cubana como la música, resulta imprescindible y, a la vez, revelador.
“La producción cultural femenina es, entre otras muchas cosas, de seguro, uno de los reflejos del acto de ser mujer. De ahí que investigar cualquier tema que sirva para saber y profundizar más en las esencias, en ese ser en femenino, hará mejor a la sociedad toda”, detalló a SEMLac López Sánchez.
Él es autor del libro Trovadoras, un compendio de entrevistas a especialistas y cantautoras cubanas en activo para develar las razones que las mueven y determinan sus posturas ante la creación.
Una mirada al pasado
Asegura el musicólogo y crítico Lino Betancourt, entrevistado para el mencionado libro de López Sánchez, que la trova en Cuba se introdujo “a finales del siglo XVIII y principios del XIX por la ciudad de Santiago de Cuba”, pero que no se consolidó hasta finales del XIX, con el quehacer de Pepe Sánchez (1856-1918), conocido como el Padre de la Trova Cubana.
Las mujeres, sin embargo, no comenzaron a incursionar en este movimiento musical, al menos de forma reconocida, hasta ya entrada la primera década del siglo XX.
Fue probablemente Angelita Beque, en 1910, quien pasó a la historia como la primera cubana en incursionar en la canción trovadoresca, figurando en los programas de los cines mudos.
Un año más tarde, el 18 de mayo de 1911, debutaría profesionalmente como trovadora, a la edad de 16 años, María Teresa Vera, una de las pocas en conquistar, por méritos indiscutibles, un lugar en la historiografía del género.
Otros nombres femeninos de la Trova Tradicional, menos conocidos, fueron los de Justa García, Ana María García, Nené Ayué, Hortensia López, Hilda Santana o Dominica Verges.
Pero también están los de Pura Benemelis, María Raga, Isabel Dolores Fernández y Concepción Fernández (Conchita), estas últimas integrantes del conocido Dúo Hermanas Fernández.
La vida no fue fácil para estas creadoras, empeñadas en cultivar un género marcado por la bohemia, en el cual era usual deambular guitarra en mano hasta altas horas de la noche, componiendo en los parques o brindando serenatas, comportamiento inaceptable en su época para las damas que se consideraran “decentes”.
Marzo de 2010
(Solicite el trabajo completo a semcuba@ceniai.inf.cu)
Por Dixie Edith