Mujeres emigrantes se llevan la cigüeña

La aspiración de emigrar entre las cubanas suele motivarlas a posponer su descendencia hasta haber concretado la salida del país, concuerdan investigaciones sociales y un sondeo realizado por SEMlac entre jóvenes habaneras.

De las 30 mujeres entre 16 y 30 años consultadas por nuestra redacción en el mes de julio, 46 por ciento afirmó su deseo de vivir fuera de Cuba, mientras 24 por ciento lo consideró probable, 11 por ciento no lo había pensado y solo cinco muchachas negaron esta posibilidad como opción de futuro.

El grupo incluyó residentes en 12 municipios de la capital cubana, 17 por ciento estudiantes de enseñanza media y superior y 54 por ciento con menos de 21 años.

Únicamente dos de las testimoniantes tenían hijos o hijas, mientras 15 por ciento de las restantes ni siquiera había pensado en esa opción.

Entre las razones para posponer la maternidad, 65 por ciento de las que no eran madres aseguró estar esperando emigrar.

Algunas explicaron su decisión con razones económicas como «darle a mis hijos una vida placentera», «afuera hay menos complicaciones» o «porque quiero que vivan en una sociedad diferente».

No obstante, más de la mitad de la muestra adujo motivos más generales relacionados con no haber llegado a la tercera década de vida, los deseos de desarrollo profesional y la necesidad de encontrar la pareja correcta para formar familia.

Entre las causas que las llevarían a residir fuera de la isla, las participantes en el sondeo mencionaron, sobre todo, el reencuentro familiar (24%) y las necesidades de superación (24%), seguidas por las dificultades económicas (19%).

Dichos datos pudieran asociarse a las bajas edades predominantes en la muestra, cuando por lo general en zonas urbanas todavía no se tienen responsabilidades de manutención personal y familiar.
Otras de las razones mencionadas fueron los problemas de vivienda (10%), la búsqueda de mayores libertades (11%) y, en menor medida, la inseguridad del país y las ansias de conocer otras culturas y sociedades.

Quienes no planean emigrar afirmaron, ante todo, el deseo que estar unidas a sus familias (33%) y la existencia de estabilidad económica (23%), aunque también mencionaron el vivir en un país seguro, con posibilidades de estudio y superación.

Si bien esta pesquisa no persigue conclusiones generalizables, constata tendencias apuntadas antes por investigaciones sobre el movimiento poblacional externo y la demografía en el país.

El predominio de mujeres entre la emigración cubana, sobre todo menores de 40 años, es una dinámica que especialistas valoran como una de las condicionantes de la baja natalidad y el envejecimiento poblacional creciente en la nación caribeña.

Las mujeres son más de la mitad de la población emigrante anual desde 1995 y suman más de 245.000l en lo que va de siglo, según datos del Anuario Demográfico cubano de 2012, publicado por la estatal Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI).

Según un artículo de la socióloga Denisse Delgado Vázquez, publicado este año en la revista digital Cuba Contemporánea, las mujeres emigrantes entre 20 y 29 años fueron casi 4.000 entre 2005 y 2010 frente a menos de 2,500 hombres.

En el resto de los segmentos poblacionales, las proporciones se mantienen similares, pero siempre con mayoría femenina, que vuelve a espaciarse a partir de los 50 años.

Entre las razones más comunes para emigrar, la especialista cita la búsqueda de mejorías económicas, la aspiración de encontrar contratos laborales que proporcionen mayores ingresos y la reunificación con familiares residentes en el exterior.

«También se desea acceder a nuevas oportunidades de estudio a partir de becas académicas, conocer países con culturas diferentes e, incluso, recibir atención médica especializada», refiere Delgado en el texto.

Otra investigación de Gretel Marrero, publicada en 2011 por el anuario del Centro de Estudios de Migraciones Internacionales (CEMI) de la Universidad de La Habana, asegura que en Cuba cada vez «más mujeres deciden, como proyecto de vida, migrar solas y planificar la tenencia de hijos una vez insertadas en las sociedades de destino».

En la misma publicación, la investigadora Ileana Sorolla describió en 2013 que, al efecto potencial de esta tendencia en las variables demográficas, «se adiciona su influencia en la dinámica familiar y propiamente migratoria».

A decir de la experta en su artículo «Reconfiguración del patrón migratorio externo cubano en el período 2000-2010», la emigración femenina «genera presiones familiares adicionales ante el creciente envejecimiento de la población, relacionadas con el cuidado y la atención de las personas de la tercera edad que no emigran».

Cifras aportadas por las Naciones Unidas indican que, en 2050, Cuba se encontrará entre los 11 países más envejecidos del mundo, con 38 por ciento de su población en esas edades y la tasa de fecundidad más baja de la región.

En los últimos seis años, en Cuba han estado emigrando un promedio anual de 39.000 personas, pero se estima un potencial migratorio cercano a las 900.000, según el investigador Antonio Aja en el libro Al cruzar las fronteras, de 2009.

Las proyecciones a futuro, realizadas por este experto en migraciones internacionales, establecen la preeminencia de jóvenes y mujeres en este proceso.

Investigaciones refieren que la globalización del capitalismo mundial, la segmentación de los mercados y la desregulación y flexibilización del mercado laboral motivan que más mujeres cambien de territorio en el mundo.

A nivel internacional, la emigración femenina pasó de 44,2 por ciento en 1960 a 50,1 por ciento en 2010, según datos de la Organización Internacional para las Migraciones.

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