Por Marta María Ramírez
“Es más fácil para una mujer en Cuba ser piloto de avión que directora de cine”, afirmaba la fallecida cineasta cubana Mayra Vilasis. Consciente del dominio masculino en la industria cinematográfica nacional y amparada por la tecnología digital y los amigos, Carolina Nicola comenzó, en 2001, el rodaje del primer largo de ficción dirigido por una cubana, desde que Sara Gómez dejara inconcluso De cierta manera (1974), proyecto que no pudo terminar porque murió unos meses después de la filmación.
Hecho con recursos propios, sin financiamiento de ninguna institución cubana o extranjera, Así de simple, el cáustico título de la ópera prima de Nicola, fue exhibido en La Habana, fuera de concurso, en la sexta edición de la Muestra de Jóvenes Realizadores del Instituto Cubano de Artes e Industrias Cinematográficos (ICAIC), celebrada del 20 al 25 de febrero.
Esta mujer, formada en el mundo de las tablas y con el antecedente de sendos videoclips para la televisión, cuenta una historia recurrente en el cine y en la cotidianidad cubana: la disyuntiva de irse o quedarse en la isla.
Así de simple es un filme imperfecto, como casi todo primer proyecto, y está muy marcado por las limitaciones económicas: imágenes oscuras, sonido chillón, problemas de edición; aspectos que la crítica nacional ha subrayado.
Sin embargo, Danae Diéguez, profesora de la Facultad de Arte de los Medios de Comunicación Audiovisuales del Instituto Superior de Arte, insiste en que “aunque estéticamente le faltan cosas, hay detrás una guionista que tiene mucho que decir desde una construcción femenina, a pesar de que el protagónico sea un hombre”.
Diéguez, estudiosa del cine hecho por las cubanas, considera además que la equidad de género debe llegar también a la crítica porque “existen películas hechas por hombres reconocidos, con defectos imperdonables, que se pasan en las grandes pantallas. Y de esos errores no se habla”.
El filme de Nicola había sido estrenado en el Festival de Biarritz, Francia, en septiembre de 2006, ante el desconcierto de algunos críticos de la isla, quizá por la condición femenina de su realizadora, en este mundo de hombres.
¿Cubanas contra el cine androcéntrico?
Sin que fuera reflejado por los medios de comunicación nacionales, la sexta Muestra de Nuevos Realizadores presentó, en competencia, seis materiales (un corto de ficción y cinco documentales), dirigidos por ocho mujeres jóvenes, frente a unos 30 materiales de hombres.
El aumento numérico de las realizadoras en el universo cinematográfico mundial, y cubano en particular, está relacionado con la irrupción de la tecnología digital, que ha permitido la democratización del llamado séptimo arte, aparejada en la isla con una recuperación económica, luego de la crisis iniciada en la pasada década del noventa.
Aunque el soporte digital no es bien visto ni se considera el ideal entre muchos cineastas, críticos y público que aún prefieren el formato de 35 milímetros, Diéguez es una de las defensoras de que “lo que importa es el lenguaje, el concepto cinematográfico, no el soporte que se utilice”.
Por otra parte, el documental todavía se confunde con un género menor, como medio de aprendizaje, y se privilegia erróneamente al largo de ficción como el más preciado anhelo de todo cineasta.
En este sentido, hay quienes toman en cuenta, cuantitativa y cualitativamente, la producción de documentales y teleplays del Instituto Cubano de Radio y Televisión, institución que ha abierto sus puertas a los realizadores, sin que se note una franca distinción entre los géneros.
“La televisión tiene una dinámica diferente a la industria del cine. Esto te permite presentar un proyecto y que, en menos de un año, estés realizando tu telefilme”, comenta Diéguez a SEMlac.
La profesora destaca la labor, en la televisión cubana, de Magda González Grau, “no por ser mujer, sino por su sensibilidad e inteligencia, que no discrimina por cuestiones de género”.
En su estudio ¿Directoras de cine en Cuba?, Virgen Gutiérrez, ex profesora de apreciación cinematográfica, cifra sus esperanzas en el incremento del número de egresadas de la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños y de la Facultad de Artes Visuales del Instituto Superior de Arte.
En ambas instituciones no sólo se forman directoras, sino directoras de fotografía y sonidistas, oficios cinematográficos vedados al género femenino.
La Sexta Muestra ha sido un reflejo de la participación de la mujer en estos otros oficios habitualmente masculinos. La lista incluye nombres como los de Annette Pichs, quien dirigió el documental Timbalito e hizo la dirección de fotografía, o Valeria López, sonidista del documental Model Town, que le valió el premio del jurado principal.
Sin embargo, las obras galardonadas fueron todas hechas por hombres, a excepción de dos rodadas por mujeres, que acapararon los premios colaterales: Las camas solas, de Sandra Gómez, y Buscándote Havana, de Alina Rodríguez.
Para los más optimistas, pareciera que el androcentrismo en el cine cubano está destinado al fracaso. No obstante, falta el propósito consciente de realizadoras, críticos y estudiosos de aplicar el principio feminista de Annette Kuhn sobre hacer visible lo invisible. Esta minoría femenina no ha asumido conscientemente su condición de género.
“No pensé en que era mujer. Sólo tenía una cámara en la mano, cosas que decir, ganas de trabajar y de ver a mis amigos trabajando. No aguantaba más que el tiempo pasara y seguir de observadora. Fue por eso que le puse a la película Así de simple”, confiesa Nicola a SEMlac.
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