Por Helen Hernández Hormilla / hormilla@gmail.com

Aunque el teatro cubano cuenta en su historia con figuras femeninas sobresalientes, ellas no alcanzan la justa visibilidad. Con la pretensión de estimular el trabajo de las mujeres vinculadas a las tablas en la isla, el proyecto «Escenas con Aroma de Mujer» (Esamuj) intenta acortar las brechas de género en este espacio creativo.
Surgido a finales de 2010, la propuesta de la teatrista Esther Suárez Durán busca trascender las jerarquías habituales del teatro y trabajar de manera horizontal con directoras, dramaturgas, actrices, acomodadoras, taquilleras, auxiliares de sala, diseñadoras de luces, vestuaristas, entre otras especialidades y oficios, con el apoyo del gubernamental Consejo Nacional de las Artes Escénicas (CNAE).
«Hay un ejército de mujeres que hacen todo tipo de labores en el teatro y quisimos desarrollar un proyecto con la idea de apoyarlas, promoverlas y visibilizarlas», indica a SEMlac la dramaturga e investigadora.
Según explica la actriz y directora Irene Borges, colaboradora del proyecto, entre las primeras acciones se atendieron las necesidades de capacitación planteadas por el llamado «personal de contacto» de las salas teatrales.

Los talleres y charlas preparados a este efecto abordaron el protocolo y las relaciones públicas en las artes escénicas, en el ciclo de 2010, y al año siguiente, algunas manifestaciones poco divulgadas como el teatro musical, la danza, el teatro lírico y el teatro para los niños, adolescentes y jóvenes.
A esas acciones formativas se añade la realización anual de los seminarios de atención a la voz y dicción de profesionales de la actuación, impartidos por especialistas en foniatría y técnica histriónica.

Sorteando barreras

Esamuj pretende impactar a todas las mujeres de teatro, mas solo cuenta con una escueta junta coordinadora en la que, además de Suárez y Borges, participan la actriz y dramaturga Lilian Ojeda y la teatróloga Dania del Pino, como núcleo más estable.
Muchas veces la falta de apoyos institucionales y la poca cantidad de ejecutoras ralentizan el desarrollo de las tareas. «Trabajamos desde una estructura horizontal y participativa, con personas interesadas en cooperar, pero a veces deben salirse por otras responsabilidades, dado que este es un trabajo absolutamente voluntario», comenta Suárez Durán.
La conformación de un sitio web para divulgar el quehacer de las directoras y dramaturgas de la isla, los perfiles de las creadoras, artículos históricos y las estadísticas de las mujeres en activo vinculadas a las artes escénicas en el país figuró entre los primeros anhelos del proyecto.
Gracias a la colaboración del no gubernamental Centro Memorial Martin Luther King Jr., se mantiene online desde marzo de este año la dirección «aromademujer.codigosur.net«. Sin embargo, la falta de fondos para desarrollar el portal y garantizar su actualización constante merma el impacto esperado.
Por otra parte, el dominio no permite visualizar los contenidos dentro de la red cubana (conocida como intranet) y, en consecuencia, reduce las posibilidades de llegar al público meta en la Isla, cuya conectividad resulta muy reducida.
«Lo ideal es que el proyecto tuviera células en todas las provincias», propone Irene Borges, «pero para eso necesitamos un mayor apoyo del CNAE».
Con perspectiva inmediata preparan la VI Bienal Internacional de Dramaturgia Femenina «La escritura de la diferencia», que tendrá lugar en La Habana en marzo del próximo año. El encuentro anterior se efectuó en la ciudad de Santiago de Cuba, a 860 kilómetros de la capital.
La Bienal fue creada en España, en 1999, por la escritora italiana Alina Narciso, con el propósito de incentivar la dramaturgia femenina y crear una red internacional de escritoras teatrales que facilite la circulación, el conocimiento de los textos y el intercambio profesional.
Cuba ha participado desde 2004 en el concurso, resultando premiadas Esther Suárez, Raquel Carrió, Liliam Ojeda, Ana María de Agüero y Agnieska Hernández.
«Es un espacio de visibilidad y de diálogo entre autoras de diferentes contextos», opina Ojeda, vinculada al proyecto.
A la edición de 2013 se sumarán Brasil, Ecuador y la región de Centroamérica a Italia, España, Argentina y Cuba como países participantes. Un jurado internacional seleccionará tres de las obras ganadoras por países para llevarse a escena durante el festival, mientras del resto se realizarán lecturas dramatizadas. Además, el programa incluirá debates y conferencias sobre género y teatro.

Una diferencia histórica
Rescatar la memoria femenina en los diversos espacios de la creación teatral cubana destaca entre los planes de Esamuj, pues esa presencia aún requiere ser estudiada e historiada.
La tradición escénica cubana cuenta con nombres significativos en la actuación como Adela Robreño, Candita Quintana, María de los Ángeles Santana y Raquel Revuelta, por solo citar algunas. Asimismo, directoras como Berta Martínez, Flora Lauten y Nelda Castillo han marcado estéticas renovadoras en cuanto al discurso escénico contemporáneo.
Entre las dramaturgas, Gertrudis Gómez de Avellaneda resulta la voz más significativa del siglo XIX cubano, recordada como defensora de los derechos femeninos. Sin alcanzar su dimensión estética, otras autoras teatrales aparecen en el siglo XX, de las cuales vale citar a Raquel Carrió, Carmen Duarte o la propia Esther Suárez Durán, entre las recientes.
De los más de 200 colectivos teatrales que hoy existen en la isla, algunos son dirigidos por mujeres de distintas generaciones, como Flora Lauten (Teatro Buendía), Orietta Medina (Compañía Hubert de Blanck), Nelda Castillo (El ciervo Encantado), Fáttima Patterson (Macubá) e Irene Borges (Estudio Teatral Aldaba).
A la par, aparece un número significativo de jóvenes dramaturgas que, al decir de la crítica teatral Marta María Borrás, viene marcando la vanguardia de la escritura para la escena en la isla.
No obstante, cuesta que sus textos lleguen a montarse, sostiene Suárez. «Tenemos más directores hombres y es posible que una mirada de género esté presente en la selección de lo que se lleva a escena», considera.
Para Irene Borges, el conflicto fundamental radica en la doble jornada que necesariamente debe enfrentar toda mujer creadora. «Buscamos promocionar el trabajo de las mujeres no porque estemos en la periferia, sino porque, debido a la responsabilidad familiar, nuestro trabajo es más difícil. Tenemos menos tiempo», argumenta.
Especialistas coinciden en que se vive un momento prolífico en cuanto a jóvenes autoras y directoras de teatro, pero esa producción requiere ser visibilizada, promovida y llegar a los escenarios principales, razona Suárez Durán.
Ojeda asevera que las mujeres han salido a buscar su oportunidad en el teatro. De ahí que, para Esamuj, el eje futuro sea continuar con su principio fundador: «Crear la plataforma de salto para ayudarnos nosotras mismas a hacer nuestro trabajo con calidad», expone la joven actriz y dramaturga.

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