La maternidad, las responsabilidades familiares y las cargas domésticas se posicionan como obstáculos para las mujeres que quieren desarrollar carreras en las ciencias, confirmaron en La Habana un grupo de profesionales de las ciencias exactas, durante un debate virtual en conmemoración del Día de las Mujeres y las Niñas en la Ciencia.
“Hacer compatible familia y la profesión es, probablemente, una de las tareas más difíciles que tiene una mujer científica y que se extiende durante toda la vida”, explicó la física Aurora Pérez Martínez, investigadora del Instituto de Cibernética, Matemática y Física (ICIMAF).
“Nunca he dormido ocho horas”, aseveró la experta, quien terminó su doctorado en Física cuando tenía 33 años y un hijo de siete. Aunque su esposo compartía las responsabilidades del cuidado, ella narró sobre ajustes y renuncias múltiples a las que se vio obligada durante el curso de su carrera.
“Mis viajes de trabajo o estudio fueron siempre por menos de tres meses. Por ejemplo, fui asociada del ICTP (siglas en inglés para el Centro Internacional de Física Teórica), pero nunca pasé los tres meses a que tenía derecho. Estaba allí solo 45 días, que era el tiempo mínimo permitido. También rechacé una estancia permanente en la Universidad Nacional de Colombia, porque no me dieron el permiso para viajar con mi hijo”, ilustró Pérez.
Esta investigadora fue una de las mujeres que contó sus experiencias durante el panel “Ellas cuentan sus historias. ¿Cómo llegaron a ser científicas?”, convocado por el propio ICIMAF, de conjunto con la Sociedad Cubana de Física, la Academia de Ciencias y la Universidad de la Habana, el 11 de febrero.
Desde 2016, por acuerdo de las Naciones Unidas, ese día se celebra el Día de las Mujeres y las Niñas en las Ciencias. Este año la celebración se centró en el tema “Las mujeres científicas, líderes en la lucha contra COVID-19”.
La brecha de género en los sectores de la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas es un hecho ampliamente documentado en todo el mundo. Según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), en la actualidad, menos del 30 por ciento de quienes investigan en el planeta son mujeres.
Entre 2014 y 2016, solo alrededor de 30 por ciento de las estudiantes escogieron estudios superiores dentro del campo de las ciencias, la tecnología, la ingeniería y matemáticas.
Igualmente, la matrícula de estudiantes femeninas es particularmente baja en el campo de la tecnología de la información y las comunicaciones (3%), en las ciencias naturales, matemáticas y estadísticas (5%) y en las ingenierías, manufacturas y construcción (8%).
En Cuba, la situación no es diferente. Justo al cierre de 2019, un trabajo de curso de estudiantes de Periodismo para su asignatura de Comunicación y Género miró con lupa las estadísticas de la Universidad de La Habana, en busca de estas brechas.
En el curso 2014-2015, por ejemplo, matricularon las carreras de Ciencias de la Computación 61 mujeres, mientras otras 37 apostaron por Matemática. Cinco años después, solo se graduaron ocho y cinco de ellas, respectivamente.
Ese comportamiento tiene mucho que ver con un mito machista fuertemente anclado en el imaginario popular que norma las ciencias exactas o tecnológicas como “carreras de hombres” y las humanidades como “profesiones de mujeres”.
La también física Yanela Méndez, investigadora del Instituto de Ciencia y Tecnología de Materiales de la Universidad de la Habana, lo confirmó durante el debate.
Esta joven narró que, después de decidir que optaría por la carrera de Física, algunas personas cercanas le insistieron “en que no valía la pena tanto sacrificio”, recordó.
“Incluso, recuerdo a uno de mis profesores decirme que la Física era una carrera para hombres. Mejor no les cuento todo lo que le dije a ese profesor, pero lo que sí recuerdo muy bien fue que le respondí: ‘usted aún no sabe la capacidad que tiene una mujer’”.
La ausencia de ejemplos y paradigmas visibles de mujeres científicas en los medios de comunicación o los libros de Historia, por solo poner dos ejemplos, tampoco ayuda cuando las niñas y adolescentes están buscando su camino profesional.
Cristina Chávez Chong, matemática y también estudiosa del ICIMAF, explicó durante el panel virtual que, cuando estaba decidiendo qué estudiaría, la invitaron a un encuentro del proyecto Matemática Viva, una reunión de carácter mensual con profesionales de la materia.
“Allí vi a una muchacha recién graduada que nos habló sobre su trabajo en neurociencias, en el mapeado el cerebro humano. Y eso fue lo que me convenció de estudiar Matemática”, detalló Chávez.
En igual línea, la matemática Valia Guerra reflexionó sobre el apoyo que se brinda a las jóvenes científicas y con aptitudes para asumir el liderazgo, por ejemplo, en un centro de investigación.
A su juicio, entre las principales ventajas de garantizar ese tipo de soportes se encuentra que la científica que logra desempeñarse como líder “se convierte en un espejo para el resto de las mujeres cercanas, quienes reafirman así que pueden también lograr buenos resultados en su profesión”, comentó durante el panel.
“Otro efecto positivo es que, cuando llegan jóvenes nuevas al centro de investigación, pueden ver a la mujer líder como un patrón a seguir”, agregó Guerra.
Para Chávez, estamos en un momento ideal para promover el acceso de muchachas a las especialidades de las ciencias exactas.
En su opinión, hoy la ciencia y la matemática están en boca de todos, gracias a la importancia ganada por los modelos matemáticos para seguir el curso de la covid-19 y la visibilidad de estos pronósticos en los medios de comunicación.
“Pienso que es importante aprovechar este momento para viralizar nuestras profesiones, para que más estudiantes se animen a seguir estos caminos de la ciencia. Y es importante también que las científicas tengan rostros de mujer, para que otras jóvenes de sientan identificadas”, detalló Chávez.