Con una tendencia a la feminización en los últimos años, las migraciones en Cuba también podrían estar influyendo en la formación de parejas en el país, según recientes estudios. «La migración ha pasado a ser un importante factor explicativo de los desequilibrios que se observan en los índices de masculinidad», afirma la doctora María Elena Benítez en su artículo «Un acercamiento demográfico al mercado matrimonial cubano», publicado en la revista Novedades en Población, en su última edición de 2016.
En ese sentido, «las condiciones de equilibrio o desequilibrio en que se encuentra la composición por sexo de una población dada vendrían a afectar la frecuencia e, indirectamente, la manera en que se forman las parejas», reflexiona la experta del Centro de Estudios Demográficos (Cedem), de la Universidad de La Habana.
En consecuencia, también se verían afectadas «la formación, reproducción y estabilidad de las familias a lo largo de su ciclo vital», agrega Benítez en su texto.
A juicio de esta investigadora, dos momentos clave en la evolución por sexos de la población cubana confirman la importancia de la migración en estos procesos.
El primero ocurrió en las tres primeras décadas del pasado siglo XX, cuando el país recibió fuertes flujos de inmigrantes, básicamente hombres jóvenes, solteros y blancos, para satisfacer la demanda de fuerza de trabajo generada por la fuerte expansión de la industria azucarera.
Cálculos de la época estiman esa ola de inmigrantes en alrededor de un millón 300.000 personas e implicó un aumento de la población masculina en comparación con la femenina.
Esos desequilibrios en los índices de masculinidad fueron resultado «no solo del importante número de inmigrantes que llegó a la isla, sino también de sus efectos selectivos sobre la población (sexo, edad, estado civil o conyugal, color de la piel y prácticas culturales)», asevera Benítez.
El segundo momento se sitúa en épocas más recientes y está asociado a la migración de cubanos hacia el exterior ocurrida en la segunda mitad del propio siglo XX.
El flujo migratorio se caracterizó -hasta 1977- por el predominio de personas del sexo femenino. Sin embargo, después de 1978 y hasta 1994 tuvo lugar una migración básicamente indocumentada y mayoritariamente masculina.
Según datos de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (Onei), entre 1960 y 2012 el saldo migratorio externo cubano ascendió a un millón 492.816 personas, de ellas, 49 por ciento eran hombres.
«A los datos anteriores es preciso añadir que precisamente la política de incentivo a la emigración ilegal condiciona una emigración clandestina que no es posible registrar en las estadísticas oficiales; esta emigración utiliza generalmente vías de alto riesgo para la vida, por lo que se corresponde mayoritariamente con una sobre emigración masculina» precisa Benítez en su artículo.
En resumen, el índice de masculinidad en el país alcanzó en 2012 un valor de 99,5 hombres por cada 100 mujeres ?el más bajo de su historia hasta ese momento.
En paralelo a las consideraciones de Benítez, otros estudios recientes alertan sobre el impacto de las migraciones en variables de la dinámica demográfica como la fecundidad.
A diferencia de otros períodos, mujeres y jóvenes capitalizan el perfil de la migración externa cubana en las últimas décadas. Más de 263.000 mujeres salieron de las fronteras cubanas entre 2002 y 2012, según datos de la ONEI.
Desde 1995 ellas representan más de 50 por ciento del total de las personas que emigran.
«Como en otros países del área, la emigración femenina cubana se caracteriza por ser mayoritariamente joven, en correspondencia con los niveles medios y altos de calificación del país», había indicado en 2014 a SEMlac el doctor Antonio Aja, director del Cedem.
Tras el impacto de la puesta en vigor del DecretoLey 302, que flexibilizó las posibilidades para salir y entrar al país, creció el monto de los migrantes, pero se mantuvo la superioridad femenina entre quienes cruzan las fronteras.
En el período comprendido entre el 14 de enero de 2013 y el 30 de noviembre de 2014, por solo poner un ejemplo, viajaron 346.295 cubanos, según el artículo «Reforma migratoria en Cuba e impacto psicosocial en la sociedad cubana«, publicado en la edición digital de enero-junio de 2015, de la misma revista Novedades en Población.
Nuevamente, más de la mitad (53 %) fueron mujeres, reafirmando la tendencia acentuada hace ya bastante más de una década.
Esa mayoría femenina en la estructura de la emigración «constituye un reto para lograr elevar los niveles de natalidad en nuestro país, ya que en correspondencia con los porcentajes de los grupos etarios, gran cantidad de estas mujeres se encuentra en etapa fértil», asegura el texto de las psicólogas Consuelo Martín y Jany Bárcenas, ambas de la Universidad de La Habana.
Aja, por su parte, asevera que «las migraciones continúan siendo un elemento clave en la dinámica de la población cubana en la actualidad», según el artículo «La perspectiva migratoria en 2017: ¿Cambio de reglas?«, publicado en marzo de 2017por la revista Temas.
En consecuencia, las migraciones podrían convertirse en las próximas décadas en un factor importante para la formación de pareja, a juzgar por los estudios de Benítez, pero también, a juicio de Aja, en «un factor de contracción de la capacidad multiplicativa de la población, llegando a ser el mecanismo conductor de su crecimiento».