Susana Roque tiene 35 años. Es Licenciada en Derecho y está en pleno proceso de investigación para su doctorado, todo lo demás es secundario. Aunque dice que quiere tener un bebé, cada día aplaza la maternidad porque su expectativa de ser una profesional con alto grado científico, por ahora, pesa más que la cuna vacía.
De nada sirven las promesas de ayuda de su suegra, ni las garantías que le ofrece su esposo de estar a su lado en todo momento. «Él ya se hizo doctor en ciencias y nada se lo impidió, yo no quiero ser menos», comenta, pese a saber que el reloj biológico no esperará eternamente por ella.
Su caso no es único. Forma parte de un fenómeno que vive la población femenina profesional de Cuba, país con una muy baja tasa de fecundidad. Al cierre de 2009, se registró una Tasa Global de Fecundidad (TGF) de 1,7 hijos por cada mujer, una de las más altas en 20 años.
Desde hace 30 años las cubanas no cubren el nivel de reemplazo poblacional -al menos una hija por mujer- y se ha acentuado la expectativa de familia pequeña.
A partir de la década del noventa del siglo XX los nacimientos en Cuba mostraron una tendencia al descenso, situación que alcanzó su nivel más bajo en 2006 cuando solo se produjeron 111.323 nacimientos.No tener hijos no es una renuncia total, pero el aplazamiento se vuelve a veces irreversible. Cuando se deciden es demasiado tarde, o el tiempo solo les permite tener un hijo, con incidencia directa en la situación demográfica del país.
El mantenimiento de la fecundidad en niveles bajos, por un período prolongado, provoca un aumento en la proporción de población de 60 años y más con respecto al total de la población, proceso conocido como envejecimiento poblacional, advierten expertos.
Según alertó el Informe de la Encuesta Nacional de Fecundidad, de 2009, ese proceso tiene gran incidencia en sectores claves de la sociedad, tales como la salud, la economía, la educación, la seguridad y asistencia social, entre otros.Zulema tiene 23 años y es profesora universitaria. Lo piensa y lo piensa pero no se decide. «Tener un hijo es visto como algo importante para la mujer pero pienso en las dificultades económicas y mi carrera y creo que me queda tiempo».
El estudio «Identidad de género y maternidad. Un acercamiento desde las concepciones y aspiraciones de jóvenes madres y no madres» arrojó que la mayoría de quienes no han tenido descendencia expresaron, entre sus aspiraciones, las profesionales y educacionales y plantearon como logro futuro la maternidad.
La investigación de la licenciada Lien Más Zurita, del Centro de Estudios de la Mujer, señaló que las madres entrevistadas consideraron que su mayor logro como mujer radicaba en el hecho de ser madres, aunque algunas consideraron también ser profesionales.
En declaraciones a SEMlac, Más Zurita consideró que las motivaciones de índole profesional repercuten en la fecundidad. «Esto estaría frenando su aspiración de ser madres, pues alegan que primero quieren terminar sus estudios universitarios y de postgrado antes de tener hijos», agregó.
Según constató la investigación realizada en un grupo de 30 jóvenes, 15 madres y 15 no madres, la maternidad continúa siendo para la mayoría «un elemento esencial constitutivo de su identidad de género, aunque ya no de forma excepcional o exclusiva, sino compartido con otros intereses y aspiraciones, principalmente los relacionados con su desarrollo en el plano profesional».
¿Quiénes tienen hijos?
Existen otros elementos que vinculan a la fecundidad con la economía. Estudios arrojan diferencias en la maternidad de quienes trabajan o no, en la edad de la maternidad, el número de hijos y el nivel profesional.En la isla 1,5 millones de mujeres integran la Población Económicamente Activa, de ellas, 1,4 millones (93%) están en edad laboral y reproductiva. Su edad media es de 36 años; 51 por ciento es de nivel medio superior (técnico medio y preuniversitario); y 20 por ciento, universitarias.
Según la investigación «Mujer: Participación económica y fecundidad», de Amalia Plana, del Centro de Población y Desarrollo de la Oficina Nacional de Estadísticas, las mujeres que trabajan tienen hijos a mayor edad, pues generalmente esperan terminar sus estudios profesionales o técnicos medios.Retrasan el embarazo hasta que se consolidan en la actividad profesional, o adquieren un nivel profesional deseado, indica Plana en su estudio.
En tanto, entre los 2,9 millones de mujeres de la Población No Económicamente Activa, 1,7 millones (58,6 por ciento) está en edad laboral (17 a 54 años), y una proporción similar en edad reproductiva (15 a 49 años), mientras que 51,7 por ciento (1,5 millones) está tanto en edad laboral como reproductiva.
Con una edad media de 31 años, tienen un nivel educacional relativamente bajo, ya que más de 60 por ciento solo cuentan con estudios secundarios o inferior y apenas dos por ciento fueron a la universidad.
El estudio destaca que si bien las activas tienen uno o dos hijos, las inactivas comienzan a edades más tempranas y continúan pariendo por más tiempo, es decir tienen tres o más hijos, explicó Plana a SEMlac. Entre las madres inactivas, las que más aportaron a la fecundidad fueron las que se dedican a los quehaceres del hogar y las estudiantes y para las activas las profesionales, técnicas y las trabajadoras de servicios. En ambas categorías fueron predominantemente preuniversitarias.
La diferencia en la edad media de la natalidad distingue a las madres activas de las inactivas. El primer hijo en Cuba representa alrededor de la mitad de los nacidos vivos, y se tiene a edades promedio de 24 años en las madres inactivas y en las activas a los 27,9 años.
En la actualidad, agregó Plana, como fenómeno nuevo, más de la mitad de los nacimientos provienen de mujeres trabajadoras, y en similar proporción han disminuido los nacimientos que provienen de madres no incorporadas. Aunque en 2009 se obtuvo el valor más elevado de los últimos 10 años, «no parece factible que bajo las actuales circunstancias siga elevándose la fecundidad; parece incluso poco probable que se pueda mantener a dicho nivel», indica el estudio.
Estimular la fecundidad
Cuba no ha realizado una campaña educativa dirigida a reducir o estimular la natalidad, por lo que el ritmo de crecimiento de la población se ha modificado en dependencia de las condiciones económicas, políticas y sociales que han influido en el comportamiento de las variables demográficas.
Aún cuando las autoridades han tomado medidas para conciliar la vida laboral de la mujer con la maternidad y el cuidado de los hijos, y modificar el tradicional rol tradicional femenino en la familia, la disminución de la natalidad de los últimos años ha corroborado un descenso de la fecundidad cubana, que ha alcanzado niveles cercanos a los más bajos del mundo.
Por eso, Plana considera un reto la necesidad de diseñar una política eficaz para el logro de una mejor conciliación entre trabajo y familia, capaz de movilizar tanto las reservas de nacimientos como la reserva de fuerza de trabajo del país que actualmente se encuentra en la población femenina económicamente activa.
Al respecto, especialistas proponen aumentar la ayuda económica que contempla la licencia de maternidad y asignarle más recursos a los municipios para restablecer la infraestructura, instituciones y servicios familiares (parques infantiles, círculos infantiles, lavanderías y tintorerías).
Asimismo, dijo, el país debería estudiar las experiencias de otros países. Por ejemplo, Noruega, donde la baja fecundidad llevó a aprobar una ayuda a los padres hasta que los hijos cumplan los 18 años. En Cuba habría que buscar las variantes posibles, así como continuar los esfuerzos para aumentar la construcción de viviendas.