Además del control individual, los fundamentalismos religiosos generan intolerancia, discriminación y violencia contra quienes transgreden la norma machista y heterosexual.
“No es solamente una cuestión de espiritualidad, el fundamentalismo tiene rostros muy feos, donde la violencia se puede manifestar, incluso con justificaciones bíblicas», explica la pastora Raquel Suárez Rodés.
La teóloga cubana participó en el III Simposio de violencia de género, prostitución, turismo sexual y trata de personas, que organiza el Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex). Celebrado en La Habana del 2 al 4 de diciembre, el evento incluyó dos mesas de debate para el análisis de movimientos y posturas antiderechos.
Según trascendió en la cita, el fundamentalismo religioso utiliza una lectura literal de determinados textos bíblicos para imponer una concepción del mundo que rechaza el análisis en contexto de los textos sagrados (hermenéutica), demoniza otras creencias y religiones, niega el desarrollo histórico y busca desmantelar la laicidad de los Estados.
Además de estas características, se reconoce por su expansión fuera de los marcos de la fe religiosa y las congregaciones, para disputar el ámbito económico, cultural y político.
En Cuba, al igual que en otros países de la región, los grupos que sufren la arremetida fundamentalista son aquellos que rompen la norma patriarcal y heterosexista.
«Los movimientos feministas, de mujeres y por la diversidad sexual han promovido desde sus inicios nuevas formas de entender el mundo, la sexualidad y el género. Frente a estas transformaciones, algunos sectores han intensificado su presencia en la arena política buscando defender un modelo tradicional de familia y sexualidad», explicó el reverendo Héctor Emilio Gutiérrez Hernández, de la Iglesia de la Comunidad Metropolitana (ICM).
El uso del término «ideología de género» responde a esa lógica, en una estrategia para desconocer, descontextualizar y manipular los aportes de la teoría feminista y la perspectiva de género.
Gutiérrez Hernández comentó también que, pese a las similitudes, las acciones guardan una íntima relación con los contextos locales y no se orientan a promover la fe, sino además a incidir políticamente. «La laicidad y la secularizacion son sus enemigos», agregó.
Durante el debate se pusieron en evidencia los vínculos y apoyos de grupos fundamentalistas con la derecha en el continente. Los ejemplos incluyen campañas mediáticas contra procesos políticos y para frenar avances legales en materia de derechos humanos de las mujeres y la comunidad LGBTIQ (lesbianas, gays, bisexuales, transgéneros, intersex y queer).
«Utilizan como estrategias el terror, la confusión, el pánico moral, la incidencia política y la implantación de una verdad única“, alertó en su intervención Gloria Careaga, académica y activista mexicana.
Pensar alternativas para un fenómeno complejo
La teóloga Raquel Suárez apuntó que en la nación del Caribe, a diferencia de otros países, el fundamentalismo no se ha posicionado en el poder político y estatal. Sin embargo, existe un fundamentalismo comunitario que cobra fuerza y se expresa en actitudes e ideologías de iglesias y grupos.
Al respecto, la pastora y teóloga Kirenia Criado insistió en que este es un fenómeno complejo y debe conocerse en su real dimensión, a partir de las ciencias sociales y la teología.
«No todas las iglesias evangélicas son fundamentalistas. Hay mucha gente linda y mucha gente engañada, que no saben los intereses que hay detrás del fundamentalismo», subrayó Criado Pérez.
Pero, ¿por qué se ha diseminado en Cuba un fenómeno como este? Al respecto, reflexionó Joel Suárez Rodés, coordinador general del Centro Memorial Martin Luther King Jr.
En su opinión, estos grupos tienen capacidad de organización territorial, ofrecen narrativas y certezas a la población en tiempos de crisis y resuelven dificultades prácticas de familias con carencias en el acompañamiento de las instituciones.
«Estamos viviendo un tiempo muy complejo a nivel global, regional y nacional, que exigen conocer lo mejor posible los problemas, limitaciones y procesos, para ganar conciencia», dijo.
Al igual que otros analistas, Suárez Rodés coincide en que la crisis económica de los años noventa, los procesos de despolitización y cierto conservatismo social han sido caldo de cultivo para el fundamentalismo en el país.
Ante la disputa de sentimientos y conciencias por parte del fundamentalismo religioso, llamó a colocar dos antídotos: “la indignación, que tiene que ver con la ética y el discernimiento; y la esperanza».
Entre las acciones puestas sobre la mesa, se habló de fortalecer la sociedad civil cubana; aprobar legislaciones que aseguren los derechos alcanzados, avancen en el reconocimiento de los derechos de la población LGBTIQ y amplíen las capacidades de asociación.
También se propuso generar un debate público sobre dignidad de las personas, libertad religiosa, laicidad del Estado y libertad de expresión.
Manuel Vázquez Seijido, abogado y subdirector del Cenesex, dijo que «todos los derechos van a colisionar en un punto, y es el Estado el que tiene que ponderar los límites».
«El artículo 42 de la Constitución reconoce la dignidad humana como valor supremo para interpretar los derechos humanos consagrados en el texto constitucional. Ahí radican las herramientas para regular el espacio público, que es una manera de respetar la libertad de expresión, la laicidad del Estado y los derechos humanos», expresó el jurista.
Además de la regulación del uso del espacio público y la necesidad de una ley para las iglesias en Cuba que reconozca sus derechos y obligaciones, trascendió la necesidad de movilizarse y trabajar en red.
«Es importante recordar que los hechos históricos que resultan decisivos son singulares, porque siempre dependen de nuestra actuación como seres humanos y no de una fatalidad que los dicta desde las condiciones existentes. Eso nos lo ha demostrado la Revolución cubana. Por ello, en los desenlaces de nuestro proyecto como nación, lo que decidirá es la naturaleza de lo que hagamos en la práctica”, reflexionó Joel Suárez Rodés.