Mujeres de diversas edades, procedencias geográficas, nivel económico, educacional e identidad de género muestran sus rostros y cuentan sus historias ante la cámara. Una vivencia las une: son sobrevivientes de la violencia.
Sus duras historias colman el documental Estoy viva…lo voy a contar, de las realizadoras Lizette Vila e Ingrid León, estreno de este año del Proyecto Palomas, Casa Productora de Audiovisuales para el Activismo Social, con una larga trayectorita en sus obras enfocadas en visibilizar, prevenir y atender la violencia por motivos de género, en particular la ejercida hacia mujeres, niñas y otros grupos de la sociedad.
Estrenado en marzo de 2016 y exhibido con gran éxito de público el pasado 19 de noviembre en la capital cubana, el documental conmueve en su recorrido por historias de vida que develan la ocurrencia de diferentes expresiones de este maltrato, con énfasis en los derechos de las mujeres a vivir una vida sin violencias, una máxima que Lizette Vila defiende y propone en cada entrega del proyecto que dirige.
¿Por qué convocar a las mujeres a contar sus historias?
No hay nada más fuerte, contundente y de mayor credibilidad, de más convocatoria y que permite incluso poder llegar a un análisis de los problemas, que las propias historias de vida. Eso no hay nada que lo pueda sustituir: ni una ficción, ni un documental narrado, ni la opinión de la realizadora o realizador. Porque quien cuenta, sufre, desea repararse y pedir ayuda tiene esa impronta personal que no la sustituye nadie: ni una banda sonora de excelencia, ni un montaje ideológicamente bien armado.
Siempre toda mi obra ha tenido esas entrevistas como una estructura narrativa, que la gente cuente sus propias historias y, en la mayoría de los casos, que la gente también muestre su rostro, porque la imagen de ese rostro contando, llorando, riendo… no se puede sustituir con nada, incluso más allá de lo real, de lo simbólico.
¿Cómo sorteaste el riesgo de no victimizar a las protagonistas a la hora de contar sus historias?
En los audiovisuales de Palomas y en mi obra anterior, nunca la gente se queda en el hueco, porque tiene una capacidad de sanarse y de repararse cuando suelta lo que ha vivido, lo dice y denuncia con dignidad. Siempre tratamos de que ese discurso sonoro y visual tenga un sentido positivo. Por eso decimos que los documentales de Palomas se fundamentan desde voces positivas, que sacan sus historias desde lo privado hacia lo público.
No creo en la revictimización; creo que es un juego que estamos haciendo a personas que no dejan y no quieren que las mujeres y los hombres digan lo que piensan. Lo más importante en la vida es decir. Lo único que podemos hacer desde la creación artística es mostrar lo que se siente y que, quien lo vea piense, sienta y después actúe.
La primera senda de una obra artística no es la transformación, para eso están las políticas públicas de un Estado. Desde la creación artística de cualquier manifestación acompañamos los procesos de vida, los cambios, le hablamos a la gente. En la forma en que se acercan y comportan los públicos se siente el compromiso de la gente con esta nación. Los públicos cubanos han armado sus conciencias.
¿Qué distingue a esta obra de otras realizadas por ti y por Palomas que también tocan el tema de la violencia de género?
Esta se centra mucho más en que unimos esas historias de vida con los derechos.
Lo habíamos hecho antes con las mujeres adultas, en Mujeres, el alma profunda, pero este documental mira al tema de cómo nos pasan cosas, aun existiendo esa plataforma legal y jurídica a la que le falta mucho aún, pero que existe.
¿Qué consideras que les corresponde hacer a los medios en este momento respecto a la violencia de género?
Creo que hay una conciencia de creadoras y creadores del audiovisual. Yo me siento satisfecha de ver lo que han hecho tantos creadores, creadoras y especialistas antes que yo –ahí están Retrato de Teresa de Pastor Vega, Hasta cierto punto de Titón, Lucía de Huberto Solás–, después quienes siguieron y ahora las y los jóvenes…
Es un tema puntual en Cuba y en el mundo hoy. Y el único compromiso que tenemos es mostrar, develar, acompañar las políticas públicas. No somos enemigos ni enemigas y tenemos que hacer ese acompañamiento desde un pensamiento crítico, porque estamos aquí para hacerlo, en este país, y creo que ese es el paso inspirador para acompañar a esta isla y a esta nación.