Ante una dinámica demográfica cada vez más compleja urge cambiar imaginarios en torno a la fecundidad, la mortalidad y las migraciones, analizar estas variables desde enfoques de género y derechos e implementar ajustes en las políticas, coincidieron especialistas durante el Taller Científico 51 Aniversario del Cedem, los días 21 y 22 de febrero en La Habana.
Con el pretexto del aniversario del Centro de Estudios Demográficos, de la Universidad de La Habana, profesionales de perfiles diversos que se dedican a estudiar los procesos demográficos focalizaron la atención en el ya sostenido descenso de la población cubana, la baja fecundidad, el incremento de la mortalidad y de los flujos migratorios, sobre todo en los últimos años.
Con 11.089.496 de habitantes al cierre de 2022, la población cubana decreció por quinto año consecutivo, explicó Juan Carlos Alfonso Fraga, vice jefe de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (Onei), en la presentación con que se inauguraron las sesiones de trabajo.
Según Alfonso Fraga, en 2022 se contabilizó el más bajo número de nacimientos en 60 años (95.404) y el segundo monto más alto de defunciones en igual período (el año de mayor registro de muertes fue 2021).
En tanto, la movilidad de las personas, tanto hacia el exterior del país como entre las provincias de la isla, ha crecido. Se estima que en 2022 había unas 800.000 que permanecían por más de 24 meses en el exterior, explicó la socióloga María Ofelia Rodríguez Soriano, parte del equipo que investiga las migraciones en Cedem.
Aunque no son legalmente consideradas migrantes según la política migratoria en el país vigente desde 2013, se trata de una población que no está residiendo de forma permanente en Cuba, precisó.
“La tendencia en el comportamiento que muestran los componentes del crecimiento de la población cubana, continúa reforzando los niveles de envejecimiento demográfico, que fueron de 21,6 por ciento en 2021 y 21,9 por ciento en 2022”, precisó Alfonso Fraga.
Entre los desafíos más notorios que se derivan de este contexto demográfico se encuentran “focalizar la atención hacia las diferencias territoriales y locales; por zona de procedencia, edad, color de la piel, entre otros”, insistió el filósofo y demógrafo Antonio Aja Díaz, director del Cedem.
Para Aja Díaz, es particularmente importante realizar análisis de género a esta realidad y garantizar esas miradas pues en el diseño de políticas y programas de desarrollo “generalmente las mujeres reciben de manera diferenciada y con mayor agudeza el impacto de las deudas sociales”.
“Atender hoy la dinámica demográfica en Cuba significa cambiar los imaginarios en torno a la migración, para verla como un proceso circular; apostar al mayor número de nacimientos posibles, pero sin aspirar al reemplazo demográfico y, sobre todo, ver el envejecimiento como una etapa de la vida que puede ser activa y productiva, no necesariamente de pérdidas, invalidez y dependencia”, reconoce una nota conceptual divulgada durante el Taller.
Algunos desafíos por dentro
Un reto particular visibilizado en el taller es la necesidad imperiosa de disminuir el embarazo y la fecundidad adolescente, atendiendo particularmente las diferencias territoriales.
Para la psicóloga y demógrafa Matilde Molina Cintra, subdirectora del Cedem, las altas tasas de embarazo temprano constituyen hoy la principal desarticulación de la fecundidad en Cuba, pues su comportamiento contrasta con las estadísticas generales de baja fecundidad, más similares a las de países europeos o asiáticos.
A juicio de la experta, urge mirar con atención la estructura de la fecundidad cubana según los diferentes grupos de edades, porque si bien la adolescente ha bajado de 52,30 embarazos por cada 1.000 mujeres de 15 a 19 años en 2019 a 49,2 en 2021, su aporte a la fecundidad general del país ha crecido.
O sea, si en 2019 los partos de madres de entre 15 y 19 años representaban el 16,7 por ciento del total de nacimientos, en 2021 esa cifra se elevó a 17,1.
En el caso de la mortalidad, en 2021 se registraron incrementos importantes según las principales causas de muerte en Cuba y no solo las relacionadas directamente con los impactos de la pandemia de covid-19, un comportamiento que demanda análisis detenidos en opinión del demógrafo Rafael Araujo, también profesor del Cedem.
Para Aja Díaz, se necesita continuar el perfeccionamiento de la política migratoria y hacia la emigración cubana, a tono con la Constitución de la República, “para incidir en la disminución del saldo migratorio externo negativo y la presencia de población joven en plena capacidad productiva y reproductiva”, necesaria para la estrategia de desarrollo económico y social del país.
Esto implica propiciar la circularidad de los movimientos internacionales de la población, el retorno y la participación activa de la emigración cubana en el desarrollo del país.
También, ordenar y controlar la intensa movilidad interna mediante una estrategia que responda a las necesidades del desarrollo económico social concretas de cada territorio.
En opinión del director del Cedem, estos desafíos son enormes, pues están atravesados también por la comunicación, la educación y la cultura.
“Eso significa trabajar en la descolonización cultural, la formación de valores, algo que se decide –fundamentalmente- en la familia y los espacios educativos”, precisó Aja Díaz.
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