Son mujeres, en mayoría, las que cuidan de los demás. El cuidado es un trabajo que se hace gratis o con muy baja remuneración. Apenas se reconoce como trabajo y mucho menos se aquilata su valor para la reproducción de la vida y la producción de las economías y las sociedades.
Es un trabajo que hace falta siempre, sin el cual no se podría vivir, porque sus múltiples actividades son vitales para sostenerse. Su lista de tareas es larga y casi interminable, porque en los cuidados se incluyen las labores domésticas, como cocinar, limpiar, fregar, lavar, acopiar agua…Pero también atender y cuidar de niñas, niños y personas ancianas y enfermas, con dificultades físicas, mentales o algún tipo de discapacidad, o llevar y traer a menores a la escuela, ayudarles con sus deberes…
Ahora un informe de Oxfam Internacional nos sitúa ante un nuevo enfoque del tema, cuando confirma con historias reales y datos de peso que los cuidados se asientan, definitivamente, sobre grandes desigualdades económicas y de género.
La enorme y dispareja responsabilidad del trabajo de cuidados que recae sobre las mujeres perpetúa tanto las desigualdades económicas como la desigualdad de género, concluye Oxfam en su informe “Tiempo para el cuidado”, divulgado a inicios de año.
La estadística también habla: las mujeres realizan más de tres cuartas partes del trabajo de cuidados no remunerado y constituyen las dos terceras partes de la mano de obra que se ocupa de ello.
Esas labores que se asumen como parte del mandato patriarcal, como roles y funciones que nos tocan por ser mujeres, tienen un alto costo para la salud y el bienestar de quienes las desempeñan, las priva de descanso y profundiza las brechas en términos de empleo y salario, ya que limita su participación laboral o precariza sus salarios, cuando viven de hacer el trabajo de cuidadoras.
Aunque es fundamental para las sociedades y las economías, contradictoriamente el trabajo de cuidado es también profundamente infravalorado. Sin embargo, de acuerdo con cálculos de Oxfam, esas labores aportan a la economía un valor añadido de, al menos, 10,8 billones de dólares.
Las cifran indican que las mujeres dedican 12.500 millones de horas diarias al trabajo de cuidados no remunerado, lo cual equivale a que 1.500 millones de personas trabajen ocho horas al día sin recibir remuneración alguna.
Elegir o tener la obligación de priorizar el trabajo de cuidados no remunerado, o de aceptar empleos a tiempo parcial o de carácter informal para poder asumirlo, les resta a las cuidadoras capacidad para contribuir económicamente a los sistemas de protección social o acumular riqueza, advierte el informe. Y como resultado, en círculo vicioso, cuando ellas se hacen mayores se ven abocadas a mayor pobreza y vulnerabilidad.
Para hacer frente a la desigualdad económica y la inminente crisis de los cuidados, el estudio aboga por iniciativas conjuntas y decisiones políticas valientes que permitan reparar los daños ya hechos, y construir sistemas económicos que cuiden de toda la ciudadanía.
En un mundo donde “la desigualdad económica está fuera de control”, se necesita “construir una economía más humana y femimnista, que valore lo que realmente importa para la sociedad, en vez de alimentar una carrera sin fin por el beneficio económico y la acumulación de riqueza”, suscribe Oxfam.
Solo encarando y denunciando la injusticia global que supone el trabajo de cuidados no remunerado y mal pagado, será posibe el cambio que hace falta. “La única manera de construir un mundo más justo es cambiar radicalmente la manera en que se lleva a cabo este tipo de trabajo y cómo se valora”, resume el informe.