Las fundadoras y la memoria del espacio

Las voces de 14 mujeres emprendedoras cubanas de la contemporaneidad hicieron parte del relato. Con ellas inició el pasado lunes 15 de abril, en la tarde, el performance “Las fundadoras”, que integra la exposición colectiva LYCEUM, del programa colateral de la XIII Bienal de La Habana, magno evento de las artes plásticas que se realiza en Cuba hasta el 12 de mayo.

Concebida por la dramaturga y poeta cubana Martha Luisa Hernández (Marthica Minipunto), la obra se mueve entre el rescate, la evocación y la apropiación de una biblioteca de la capital cubana, donde mismo hace 90 años otras cubanas fundaron el Lyceum y Lawn Tennis Club.

“Empecé a investigar y me interesó mucho el gesto fundacional, la inauguración se convirtió en un gran suceso cultural. Me interesó también el gesto femenino, cuando había ocurrido en La Habana el Congreso de Mujeres de 1923 y, de algún modo, estaba presente ese clima de frente civil femenino”, precisó la autora al referirse a su obra, que contó además con la curaduría de otras dos mujeres: Aurora Carmenate y Gladys Garrote.

En la hoy Biblioteca Eliseo Diego, de la Casa de la Cultura de Plaza de la Revolución, céntrico municipio de la capital cubana, se dio cita el público para honrar a quienes en 1929 fundaron en ese mismo lugar el Lyceum y Lawn Tennis Club.

Entre las homenajeadas están los nombres de mujeres de la época: Berta Arocena Martínez, Renée y Sarah Méndez Capote, Carmen Castellanos, Matilde Martínez-Márquez, Carmelina Guanche, Alicia Santamaría, Ofelia Tomé, Dulce María Castellanos, Liliam Mederos, Rebeca Gutiérrez, Mary Caballero, María Josefa Vidaurreta y María Teresa Moré.

Hernández contó a SEMlac que la obsesionaban dos grandes cuerpos: la fundación del lugar por esas 14 mujeres y el espacio específico de la biblioteca. “Es una historia hermosa, extraviada”, asegura. “Como vengo de las artes vivas, de la investigación más contextual, quise ir al espacio y ver las condiciones actuales del Lyceum”.

Con la biblioteca como escenario e intérprete, el performance rememoró espacios, una época y personas valiosas que han quedado prácticamente en el olvido.

Al llegar al lugar, la artista se encontró con una realidad que describe triste. “Es una biblioteca que hace mucho tiempo no recibe fondos, que tiene un sistema de trabajo bastante desactualizado, sin computadoras, un espacio realmente subutilizado”.

Entre otros hallazgos, a Marthica le interesaba revivir la historia del Lyceum y todo lo que generó como institución.

“Fue la galería de arte más importante de La Habana, donde expuso Picasso y lo hicieron también creadores de los primeros movimientos de la vanguardia de las artes visuales”, apunta.

Para su investigación, Hernández contó con la ayuda de Heroína Mercedes Reyes de la Cruz, bibliotecaria especialista del propio centro, a la vez que tuvo acceso a varios estudios, gracias a la colaboración de Lilian Manzor, de la Universidad de Miami, por quien supo de la historia y los orígenes de la bibliotecología cubana y en especial del Lyceum.

El performer Guillermo Luis Orta fue su asesor para el entrenamiento de la voz, pues el eco de la biblioteca motivó la idea de refundar el lugar con las 14 voces femeninas de hoy.

Las mujeres que hoy hacen la lectura polifónica de fragmentos de la novela Memorias de una cubanita que nació con el siglo, de Renée Méndez Capote, para pensar en las fundadoras, son algunas de las emprendedoras de nuestros días.

En ese grupo están la poeta Soleida Ríos, Yanet Hernández, Dianelis Diéguez, la editora Joanna Montero, Darsi Fernández, Odette Bello, Mercedes Ruiz, la productora Claudia Calviño, América Medina, Maité Hernández Lorenzo, la diseñadora Celia Ledón, Karina Pino, Laura Liz Gil y la propia Marthica Minipunto.

Sus voces, grabadas el primer día e incorporadas como pieza sonora, combinan textos de la reconocida escritora con fragmentos del decálogo del primer boletín del Frente Femenino de Defensa Civil, con lo que reviven muchos otros elementos afines: la lectura, la biblioteca, el recuerdo, la creación, el Vedado, ideales feministas del siglo pasado y la propia Casa de la Cultura.

“Para mí, la poesía y el performance son espacios también de auto referencialidad y me interesó trabajar con ese texto de Méndez Capote, que evoca todo el tiempo a la familia, la niñez, que da una idea de cómo se fue poblando el Vedado, cómo aparecieron los primeros palacetes, los mambises en las calles”, recuerda Marthica sobre los inicios de su interés por el tema.

Luego de una exhaustiva indagación sobre los inicios de la biblioteca y las mujeres que hicieron posible su constitución, Marthica publicó el libro Las fundadoras, bajo el sello de la Editorial independiente Sinsentido, que ella misma creó.

“Estaba tan fascinada, que recopilé mucha información, fotografías y textos. Como hacía mucho que la biblioteca no recibía ninguna publicación, creí que un gesto muy coherente sería hacer el donativo de un libro sobre las memorias de ese lugar. No son unas memorias comunes, están intervenidas por la ficción y la poesía”, explica.

Desde las palabras de Renée Méndez Capote, Marthica Minipunto se mueve todo el tiempo entre la investigación y el arte, entre pasado y presente; mientras habla a sus contemporáneas, las impulsa a ser libres, completas, genuinas; a fundar y defender sus ideales.

Al inicio de la lectura, en la obra, la fundadora dos se compara con otra: “ella nació enmendada y yo nací decidida a no dejarme enmendar”. Luego, la fundadora 12 termina sentenciando: “no se enmienda un cuerpo que es libre. No puede ser enmendado con nada”.

“Esas 14 mujeres que leen hoy son, por una parte, amigas, colegas, personas que admiro”, asegura la artista. “No basándome en el éxito que tengan en sus carreras profesionales, sino en su manera de fundar”, concluye

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