¿Cómo convertir los desafíos demográficos en acciones que tributen al desarrollo de comunidades y naciones? ¿Qué significa prever e incorporar las dinámicas de población en los diseños de políticas públicas?
Interrogantes como esas fueron el eje central de la celebración global del 11 de julio, Día Mundial de la Población, en un año en que el planeta llegará a los 8.000 millones de habitantes.
En La Habana, la fecha alertó “sobre lo que significa llegar a esta cantidad de habitantes en un escenario de avances visibles, pero también de muchos retos, entre los cuales el cambio demográfico, el cambio climático y las desigualdades son ampliamente relevantes”, explicó Marisol Alfonso de Armas, representante auxiliar de la Oficina en Cuba del Fondo de Población de las Naciones Unidas (Unfpa), durante un panel de especialistas realizado el 14 de julio.
Juan Carlos Alfonso Fraga, vice jefe de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (Onei), valoró los pasos ganados en materia de concertaciones regionales en torno a la población, en el contexto de la pandemia de Covid-19, un reto de salud que aún no termina
Dedicado a la resiliencia demográfica, este Día Mundial de Población resalta a nivel global la necesidad de replantearse las normas tradicionales, especialmente aquellas relacionadas con los roles de las mujeres y los hombres en las familias y sociedades, que impiden convertir los retos demográficos en oportunidades.
“La mejor forma de garantizar la resiliencia demográfica es apoyando los derechos humanos, en particular los derechos y las decisiones sexuales y reproductivas de las personas”, precisó Alfonso de Armas.
Población cubana bajo la lupa
Para Antonio Aja Díaz, director del Centro de Estudios Demográficos (Cedem), de la Universidad de La Habana, “en los últimos años la dinámica demográfica cubana se muestra cada vez más compleja”, una realidad que ha implicado ajustes en las políticas para su atención y que exige un cambio de mentalidad para sus análisis.
La población cubana decrece por cuarto año consecutivo, con 68.380 efectivos en 2021 en relación con 2020. Asimismo, el pasado año se produjo el más bajo número de nacimientos (99.096) y el más alto de defunciones (167.645) de los últimos 60 años, precisó el experto.
A ello se agrega un aumento significativo del monto de población cubana en el exterior que, sin embargo, aún no es considerada migrante debido a la moratoria declarada a causa de la Covid-19 para el regreso de personas que se encontraban fuera del país.
Igualmente, existe una tendencia a la movilidad interna desde las zonas rurales hacia pueblos y ciudades de la zona urbana del país, con un impacto significativo en la población económicamente activa en los polos de producción de alimentos.
En conclusión, “el país decrece y envejece poblacionalmente”, afirmó el director del Cedem.
En su opinión, atender la dinámica demográfica hoy en Cuba significa cambiar los imaginarios en torno a la migración, para verla como un proceso circular; apostar al mayor número de nacimientos posibles, pero sin aspirar al reemplazo demográfico y, sobre todo, ver el envejecimiento como una etapa de la vida que puede ser activa y productiva, no necesariamente de pérdidas, invalidez y dependencia.
Entre los desafíos más notorios, Aja citó la necesidad de “focalizar la atención a la dinámica demográfica hacia las diferencias territoriales y locales”, de cara a las diferencias por territorio, zona de procedencia, edad, color de la piel, entre otros.
En ese camino, identificó como retos particulares la disminución del embarazo y la fecundidad adolescente, “atendiendo particularmente las diferencias territoriales”; junto a la atención a las familias, que tendrán cada día “un tamaño menor y funciones más complejas que asumir”.
Llamó la atención, además, sobre los años inmediatos, ante una “economía envejecida”, con un incremento significativo de los costos de salud de su población adulta mayor.
El demógrafo detalló los principales elementos de la actualización de la Política para la Atención de la Dinámica Demográfica, aprobada recientemente y en implementación, que posiciona muchos de los desafíos enumerados.
Para la psiquiatra Ada Alfonso, investigadora del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex), la apropiación efectiva de los enfoques de género, derechos humanos y participación es una de las claves para garantizar el disfrute pleno de la salud y los derechos sexuales y reproductivos, otro punto esencial de lo que implica poner a la población en el centro de los debates de cara al desarrollo.
Alfonso llamó a garantizar servicios de salud integrales -adecuados, oportunos y de calidad- y a perfeccionar la articulación intersectorial para dar respuesta a los determinantes sociales de la salud, las desigualdades sociales y la lectura interseccional de las problemáticas, que colocan en situación de vulnerabilidad a determinados grupos y personas.
La centralidad de la comunicación
Tanto Ada Alfonso como Antonio Aja llamaron la atención sobre el rol central de la comunicación y la cultura -vista en su concepto más amplio- en la atención a las dinámicas demográficas y la participación de las personas en su transformación.
Para Aja, “falta comprensión y sensibilización sobre estos enfoques de la relación población-desarrollo en todos los espacios”, incluida la comunicación pública.
“Se ofrecen tratamientos desarticulados de la dinámica demográfica, cuando no se relacionan entre sí las tres variables fundamentales, o se ignora el vínculo de ellas con otras como el estado conyugal, las familias y los recursos laborales, por solo citar algunas”, explicó el demógrafo.
Alfonso, en tanto, insistió en promover el uso intensivo y de calidad mejorada de la promoción de salud, con atención priorizada a lo que propone la prensa no especializada, que frecuentemente no está bien orientada.
“El trabajo de la prensa es fundamental para alcanzar una elevada cultura sanitaria, que no es la medicalización de la sociedad”, precisó la investigadora el Cenesex.
Ambos especialistas coincidieron en que los procesos demográficos, el ejercicio de derechos y la calidad se sostienen en decisiones individuales de las personas, por lo cual son necesarios procesos articulados y consecuentes de comunicación y sensibilización.