La Habana, noviembre, (SEMlac). – La importancia de trabajar desde edades tempranas para desnaturalizar las lógicas colonizadoras que perpetúan los prejuicios y la discriminación fue centro de los debates del II Taller Internacional Juegos de libertad. Prácticas de descolonización del universo infantil, realizado en La Habana.
El encuentro, organizado por el Programa de Estudios sobre Afroamérica de Casa de las Américas, apostó por promover una conciencia crítica que contribuya a que, desde la niñez, se identifiquen los comportamientos que reproducen, sostienen y garantizan la permanencia de un sistema de categorías usados para someter, subordinar, controlar y oprimir a las personas.
En ese empeño, participantes reconocieron la relevancia de emplear recursos como la literatura, las historietas, los audiovisuales, los juegos y la imprescindible labor pedagógica, pues, como dijera el investigador y escritor Roberto Zurbano, son los adultos quienes enseñan a los más pequeños a desprenderse de cadenas y estereotipos.
“Somos nosotros quienes los enseñamos a ser libres, si nosotros mismos no somos libres, si no tenemos las herramientas suficientes para enseñarles, no podremos lograrlo”, subrayó.
Celebrado del 14 al 17 de noviembre, el espacio permitió compartir saberes y experiencias entre países que sufrieron una colonización de más de cinco siglos, cuya huella simbólica en las generaciones actuales es preciso borrar.
“El esclavismo no fue solo una manera de organizar las fuerzas de trabajo, sino también un sistema de dominación que construyó un universo simbólico, donde las fisonomías, el posicionamiento social, el origen nacional y el género tenían significados adicionales, siempre con pretensiones de inferiorización”, remarcó Zuleika Romay, directora de dicho programa y organizadora del taller.
Romay significó la importancia de acabar, no solo con la institucionalización de la colonización, sino de trabajar a nivel de las conciencias individuales.
En tal sentido, el historietista y realizador visual cubano Ángel Velazco resaltó que el pensamiento simbólico en los niños es clave en su desarrollo, pues a partir del primer año de vida comienzan a pensar con imágenes y símbolos.
También enfatizó en cómo el juego se convierte en un camino para asegurar la comprensión de los imaginarios del mundo y afianzar los intercambios sociales.
Velazco consideró que la producción mediática es decisiva en el modo en que niños y jóvenes perciben la realidad y conceptos como libertad, justicia y nación; y dentro de esta, las historietas se convierten en herramientas didácticas y vehículos ideológicos clave que usan códigos fáciles de comprender.
“Los héroes de historietas nacen para reforzar y encarnar una moral y valores sociales determinados, por eso en Estados Unidos surgió Superman y en Cuba Elpidio Valdés”, comentó el creador de Kukuy, un güije o duende de las aguas nacido en la mitología cubana de origen africano.
Este personaje, que centra actualmente una estrategia de comunicación transmedial con historietas, un filme de dibujos animados, una serie de 20 capítulos para la televisión, un videojuego, mercancías, juguetes, y parques recreativos tematizados, tiene en su esencia la descolonización, apuntó Velazco.
“La colonización cultural va dirigida a despojar a los seres humanos de su identidad para imponerles una cultura ajena”, dijo, y agregó que cuando un individuo está colonizado culturalmente, cree que es libre porque no ve las cadenas que lo hacen negarse a sí mismo.
Kukuy tiene tres pilares fundamentales: la protección de la naturaleza, la defensa de la identidad y cultura cubanas y la preservación del orgullo de ser cubanos, de ahí su esencia anticolonial, argumentó Velazco, para quien lo importante del proyecto es que estos principios lleguen a los infantes por diferentes vías, para que los interioricen.
También el investigador Geoffroy de Laforcade exaltó el papel de las historietas en la concientización de los niños sobre temas de identidad. “El comic, como sitio de pedagogía emancipadora, puede lograr que los lectores creen para sí mismos formas críticas de pensar”, aseguró.
Mencionó las referencias al mestizaje en la historieta cubana de la primera etapa revolucionaria, a partir de la representación de personas de origen africano y aborígen, así como la acentuación del orgullo nacional, la familia y la cooperación comunitaria.
De Laforcade destacó el personaje de Elpidio Valdés, que ocupó un lugar esencial en el imaginario infantil y muchas personas lo asocian, no solo con el choteo, el coraje y la resistencia épica, sino también con el descubrimiento de la naturaleza de la isla, las ciencias y la historia.
La escritora puertorriqueña Yolanda Arroyo compartió con los participantes su cuento “Pelo Bueno y otros textos”, cuya esencia radica en desterrar estereotipos sobre lo afro, además de reforzar la herencia afroamericana.
En su exposición mostró el trabajo que realiza para que los niños conozcan la historia de sus orígenes y se enorgullezcan de ella, pues esa comunión con el pasado es lo que permite construir un futuro digno y mejor, descolonizado y despatriarcalizado.
Su ponencia dio pie a la reflexión sobre la necesidad de retomar el activismo pedagógico, como subrayó Zurbano, quien lamentó que en el país exista un divorcio entre la producción literaria infantil y la labor educativa.
En tal sentido destacó la Colección Veintiuno, de la Editorial Gente Nueva, presentada por el escritor cubano Enrique Pérez Díaz. El sello es una apuesta editorial contrahegemónica, en tanto está dedicado a temas complejos para abordar con la población infantil, muchas veces por los prejuicios que tienen los propios adultos en torno a ella.
La muerte, la discriminación racial, el exilio, la adopción y la violencia familiar, entre otros, aparecen reflejados en cuentos y novelas de la colección, pertenecientes a autores internacionales y cubanos, que psicólogos, educadores y otros profesionales hicieron suya para emplearla en su trabajo, dijo Pérez Díaz.
Además, en el taller se presentó el corto “Sara”, del joven realizador cubano Yasmani Castillo, basado en el libro Cartas al cielo, de Teresa Cárdenas. El autor resaltó la necesidad de reflejar los temas de los afrodescendientes, y problematizarlos, pero no desde la visión de realizadores blancos.
El cine cubano ha estado marcado por reflejar de una manera folclórica a las personas negras, pero también porque la mayoría de los realizadores son blancos y residentes en la capital, valoró Castillo y afirmó que, como estudiante de realización audiovisual, su trabajo va encaminado a abordar esos temas y derribar estereotipos.