Investigaciones sobre población focalizan en la adolescencia

Visibilizar a las y los adolescentes como un grupo particular en el amplio segmento de la juventud es una necesidad para las investigaciones sobre población en la sociedad cubana actual.
Así lo evidencian dos libros presentados en la capital cubana el 15 de febrero como parte de la 28.va Feria Internacional del Libro: Juventud cubana, una mirada desde la demografía, de un colectivo de autores, y La fecundidad adolescente en Cuba, de Matilde de la Caridad Molina, ambos editados por el Centro de Estudios Demográficos de la Universidad de La Habana (Cedem).

Juventud cubana, una mirada desde la demografía compila las principales publicaciones realizadas por los investigadores del Cedem y colaboradores sobre la juventud y la adolescencia en sus diferentes etapas, desde la temprana hasta la tardía, entre los 10 y 19 años.
En opinión de Teresa Viera, directora del Centro de Estudios sobre la Juventud, el texto revela un enfoque transdisciplinar en el análisis de estos grupos.
A su juicio, la publicación científica destaca por la presencia, en sus roles y responsabilidades, de los actores sociales vinculados a los entornos de vida y desarrollo de las juventudes. Ello no se percibe solo desde un enfoque psicosociológico, sino también historiográfico, médico y económico, destacó la especialista.
Según declaró a SEMlac, el énfasis que hace Juventud cubana… en el tema de la fecundidad adolescente es medular, porque hoy resulta en Cuba un problema de salud.
«Es solamente el resultado de algo mucho más esencial: cómo atendemos integralmente a ese joven que entre los 10, 12, 19 años, se encuentra en el proceso clave de formación de una individualidad, desde sus diferenciaciones hacia el interior del grupo juventud. Sucede que todavía no tiene una conformación clara de su sentido de vida en el mundo, porque aún no ha trazado su proyecto de vida futuro y eso entraña la incorporación de determinados desafíos que se encuentra en su entorno».
«Si la comunicación con personas adultas no es adecuada y la información integral que recibe como ciudadano está parcializada desde el criterio docente, es posible que no pueda tomar decisiones favorables para su desarrollo futuro», explicó Viera.
En tanto, La fecundidad adolescente en Cuba, de Matilde de la Caridad Molina, aborda uno de los desafíos del país en materia de población, que constituye además una de las desarticulaciones del proceso de transición demográfica en Cuba.
Al presentar el texto, Marisol Alfonso, del Fondo de Población de las Naciones Unidas en Cuba (UNFPA), destacó que el embarazo en edades muy tempranas de la vida es consecuencia de derechos no ejercidos por los y las adolescentes, pero fundamentalmente por estas últimas.
«Para el UNFPA, prevenir el embarazo adolescente es parte de una triada que incluye las uniones tempranas y la violencia sexual durante estas edades. Sin dudas, tres fenómenos estrechamente vinculados que expresan la existencia de barreras en el ejercicio de los derechos a la información, orientación, servicios y Educación Integral de la Sexualidad, así como brechas de género», señaló.
De acuerdo con la experta, la fecundidad adolescente constituye una temática aún llena de interrogantes para aquellos países de la región latinoamericana que han avanzado en su transición demográfica, en particular en la transición de la fecundidad (pasando de elevados a bajos niveles, dos hijos o hijas por mujer).
«Lo incomprensible de la persistencia del embarazo y la fecundidad por debajo de los 20 años en países con políticas públicas basadas en derechos, que incluyen el acceso a la educación, a la educación integral de la sexualidad y a los servicios de salud, en particular aquellos que proveen información, atención y asesoría en materia de salud sexual y salud reproductiva, ha sido una preocupación que involucra el quehacer de estudiosos, estudiosas, gobiernos y organismos internacionales», dijo.
Respecto al texto, Alfonso refirió que son pocas las investigaciones científicas que finalizan con una propuesta metodológica y práctica para dar solución a la problemática que aborda. «Este libro lo hace cuando presenta una estrategia para contribuir a la prevención del embarazo adolescente en Cuba. Incluye los principios, identifica componentes y deja recomendaciones para la acción».
El texto evidencia que, en el caso de Cuba, en cuanto al embarazo y la fecundidad adolescente, si bien la evolución de las últimas décadas permitió ver un descenso, los últimos 10 años evidencian un estancamiento y oscilaciones que podrían indicar cierto incremento. Los grupos de madres entre 10 y 14 años constituyen los que más evidencian este estancamiento, significó la especialista.
El profesor Antonio Aja, director del Cedem, se refirió a la importancia de una mirada territorial a los fenómenos. «Si bien los datos demostrarían que Cuba no tiene un grave problema con el comportamiento de la fecundidad en edades muy tempranas; las provincias orientales de Cuba sí lo tienen, y tenemos que visibilizarlo y trazar políticas al respecto».
Según la investigación, «la población cubana ha transitado desde niveles muy altos de fecundidad adolescente, de 127 nacimientos por cada 1.000 mujeres de 15 a 19 años, en 1970, a una tasa de 51,6 en el 2014»
«Se produce entonces una desarticulación, dada por la persistencia de fecundidad adolescente en condiciones de baja fecundidad. Esta desarticulación tiene, además, su expresión a nivel individual en la situación social del desarrollo de la adolescente, ya que la maternidad significa una ruptura de la línea de desarrollo esperado para esta etapa de la vida», señala el texto.
Por su parte, Juventud cubana… aborda también aspectos vinculados a las determinantes próximas de la fecundidad adolescente. «La iniciación temprana de la unión y las relaciones sexuales, la desprotección de las primeras relaciones y el uso inadecuado y discontinuo de los anticonceptivos, así como una cultura sobre el acceso y la seguridad del aborto y la regulación menstrual que posibilitan la interrupción del embarazo, son variables que contribuyen a explicar una práctica intermitente de protección y conducen a una fecundidad adolescente», destaca la compilación.
El texto también llama la atención, de forma particular sobre las muertes accidentales y violentas (accidentes, suicidios y agresiones), que han sido las protagonistas de la mayor parte de las defunciones entre los 15 y 34 años. Los accidentes y los suicidios constituyen una de las principales causas de muerte para el período infanto-juvenil y en este último es la principal.
Entre las muertes accidentales y violentas, el texto destaca la presencia de lesiones autoinfligidas intencionalmente. Aunque no se dispone de datos específicos para el grupo juvenil, en 2012 se produjeron 40 muertes por estas causas en personas de 10 a 19 años, para una tasa de 2,8 por cada 100.000 habitantes, ocupando el tercer lugar de las defunciones en este grupo etario.
«Las muertes suicidas en menores de 20 años podrían estar asociadas a problemas como la depresión, que ocurre muchas veces en un período sensible en el que se producen muchas transformaciones en los individuos», enfatiza el libro.
Entre las características que determinan estas diferencias están la edad, el sexo, el color de la piel y el territorio, significa la investigación.
«Contrario a la mortalidad por accidentes, en las que los varones son quienes más mueren por esta causa, se produce un comportamiento diferencial por sexo según los grupos de edad de 10 a 14 y de 15 a 19 años. En ese sentido, se observa que en las mujeres de 10-14 años es donde se registran más defunciones por suicidios», apunta el texto.

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