Mil mujeres llegaron a la Estación Mapocho, antigua terminal de trenes convertida hoy en centro de eventos, para participar en la reunión final del Congreso de la Asociación Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas, entre el 21 y 23 de marzo, en Santiago de Chile. La capital recibió, como pocas veces, un caudal de mujeres dispuestas a denunciar las injusticias y luchar por sus derechos, fruto del trabajo que la ANAMURI realizó durante un año para que ellas se tomaran la palabra en cada rincón de Chile. Y así lo han hecho. Exigen «un programa amplio de Reforma Agraria, que entregue tierras a campesinos y pueblos indígenas, con un cuidado especial por garantizar la entrega de tierras a mujeres y jóvenes». Además, están determinadas a «luchar por el reconocimiento del derecho de los pueblos indígenas a la autonomía y autodeterminación, que incluya la devolución de los territorios ancestrales a los pueblos indígenas». Así se lee en la declaración del Congreso, que contiene 12 puntos y aborda distintos temas, que van desde el cuestionamiento del sistema neoliberal en Chile hasta la denuncia de las condiciones laborales de quienes trabajan en el agro, sin olvidar advertir que el medio ambiente está amenazado por distintas actividades industriales. Mafalda Galdames, integrante de la dirección de ANAMURI, explica a SEMlac que las condiciones laborales de las trabajadoras temporeras continúan siendo precarias y que les preocupa mucho no tener derecho a una jubilación digna, debido al régimen de trabajo al que están sujetas (CIMAC).
2007-04-20