La realidad es más evidente que cualquier trabajo periodístico. Una pudiera escribir cientos de líneas y, con solo mirar a nuestro alrededor, cada rincón sería concluyente. Buena parte de las mujeres profesionales en Cuba son desplazadas a puestos mediocres. Otras tantas se consideran brillantes, pero se ven limitadas por cuestiones de familia y hogar. ¿Qué ocurre en la ciencia?

Aunque entran más mujeres que hombres a las universidades, tal y como ha demostrado la investigación Juventud en cifras, del Centro de Estudios de la Juventud, son ínfimas las cantidades de aquellas que continúan su especialización. Muchísimos más llegan a ser doctores y másteres, mientras ellas deben postergar su desarrollo profesional, generalmente, hasta que culminen el período de crianza de sus hijos, momento en que, muchas veces, ya pasan a convertirse en cuidadoras o al menos, en responsables de sus padres o suegros. En cualquier caso, son pocas las ocasiones en las que equiparan responsabilidades con el resto de los miembros de la familia.
La misma pesquisa investigativa señala que la educación superior se ha caracterizado por la prevalencia de mujeres hijas de profesionales y blancas. «El hecho de que se haya retomado la obligatoriedad de realizar tres pruebas de ingreso como condición para la entrada a las aulas universitarias, unido a la disminución de las plazas a ofertar han provocado que, actualmente, la presencia de mujeres blancas e hijas de profesionales vuelva a acentuarse en las universidades cubanas», se describe.

Sin embargo, para las ciencias exactas (que son consideradas como «duras»), del 2008 al 2013 la matrícula inicial decayó de 46 054 estudiantes a 34 820. Igual ocurrió con las Ciencias Médicas, que disminuyeron de 113 473 a 93 135. Alarmante en referencia a esos números, solo alrededor de cinco mil profesionales se graduó cada uno de estos años. El resto quedó en el camino. ¿Qué está pasando entonces con estas carreras técnicas? Si entran más mujeres a la universidad, y decae la cantidad de quienes estudian Ciencias Exactas, ¿no predice esto una señal negativa para los estudios de ellas?

Solo en la Ciudad Universitaria José Antonio Echevarría (CUJAE), la carrera de Ingeniería Industrial es la que cuenta con más muchachas, mientras que otras tradicionalmente destinadas a los hombres como Ingeniería Mecánica, Civil, Automática y Telecomunicaciones, siguen teniendo más muchachos cursando las asignaturas. ¿Cuestión de preferencias o de prejuicios?

Respecto a las materias estimadas más blandas, aun dentro de las ciencias, algunas como la Biología, Bioquímica, Farmacia, Alimentos y hasta la Química tienen prevalencia de mujeres, al menos de acuerdo a las cifras de la Universidad de La Habana. Mientras, ciencias más «complicadas» como la Matemática, Física, Cibernética, Radioquímica, y hasta la Meteorología en algunos períodos, son dominadas por los hombres. Aquellas escasas jóvenes que se lanzan a este mundo han confesado en varios sondeos haber sufrido estigmas cuestionadores de su capacidad, o la falta de oportunidades para enrolarse en trabajos de curso con temas más retadores.

Ilustran muchísimo los datos revelados por el Censo de Población y Viviendas de la Oficina Nacional de Estadísticas, practicado en el 2012. De acuerdo a este estudio, la cifra de mujeres graduadas de la universidad (265 195) era casi el doble de la masculina (173 175). Alertan los especialistas que debe tenerse en cuenta que existe en Cuba mayor número de mujeres que de hombres, pues la esperanza de vida es más elevada para ellas.
El Censo demuestra que las mujeres que más demoran su maternidad son las profesionales, aunque, cuando la pareja toma la decisión, son ellas las que se someten a postergar su desarrollo laboral, debido a que entran en un año de licencia y luego están expensas a los vaivenes de la salud de sus pequeños.

Aunque desde el 2006 está vigente el Decreto Ley 234 (que ofrece la posibilidad de que sean los padres quienes se acojan a la licencia postnatal) solo 125 hombres la han asumido en 12 años. Dicha norma permite que sea una decisión de la pareja determinar quién asumirá el cuidado del bebé en el período de prestación social, es decir, después de los primeros tres meses del nacimiento, momento en el que se recomienda propiciar la lactancia materna.

Es entonces cuando la familia debe precisar cuál de los dos salarios es más beneficioso y llegar al acuerdo sobre quién se incorporará primero a su centro laboral y quien quedará a cargo del hogar. Una buena política respaldada en ley, considerada entre las más avanzadas de la región latinoamericana, que se queda en letra muerta por falta de educación y predominio de los prejuicios machistas de ellos y ellas, quienes a veces no creen capaces a sus esposos de desenvolverse con éxito en el entorno casero de la crianza de un menor.

No es de extrañar entonces que, el propio Censo, señale que la tasa de ocupación en la actividad económica es mayor en los hombres para todos los grupos etarios, y se incrementa al aumentar la edad. Incluso con los notables avances de la población cubana en materia de inserción femenina, avala la investigación, todavía existen diferencias en estas cifras, «que pudieran estar dadas por los roles de cuidador y ama de casa que muchas veces ellas asumen dentro del hogar, y en algunos casos les dificultan su inserción laboral», precisa la investigación.

«El hecho de que existan mujeres con capacidad para trabajar y que no lo hagan representa un potencial de fuerza de trabajo que se pierde, con altos niveles de calificación en muchos casos», apunta la pesquisa. Juventud en cifras recoge que ellas están más representadas en transporte y comunicaciones, salud pública y educación.

Mientras, sectores como el jurídico, en el que las mujeres ocupan más del 70 por ciento de los puestos de trabajo, tienen en sus cabezas de dirección a hombres. En general, los dirigentes del sexo masculino superan a la cantidad de empleadas en todas las esferas, «lo que pudiera estar siendo un indicio de la existencia de obstáculos en el acceso femenino a los cargos de dirección», indican los sondeos del Centro de Estudios de la Juventud.
Preocupa además que, aunque son altos los niveles educacionales de las mujeres, ellas predominan en plazas administrativas como funcionarias públicas, una labor que, si bien es muy útil para la sociedad, no aprovecha todo su potencial profesional.

De otro lado, no pueden ignorarse los cambios que ha conllevado la democratización del Polo Científico, con oportunidades de acceso a este punto de generación de liquidez para Cuba y que ha dado espacio a jóvenes investigadoras que tienen resultados significativos, sobre todo en la fabricación de medicamentos que se exportan y son considerados avanzados en el resto del mundo, debido a que responden a tratamientos de enfermedades altamente costosos en otras geografías. Con este ejemplo podría ser suficiente, pero bien sabemos que falta más. ¿Cómo lograrlo? Esa debe ser una pregunta para las universidades, las familias y los centros de trabajo. Pero, sobre todo, para las mujeres. Su sentido de la realización profesional tiene que apoyarse en las políticas públicas y en tanta lucha por la equidad de género para que el contexto no las obligue a alejarse de un mundo tan apasionado como las ciencias.

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