Por Raquel Sierra / raquels@enet.cu
Las inequidades económicas y sociales existentes hoy en la sociedad cubana tienen su reflejo en la agudización del deterioro físico de La Habana, alertan expertos.Un alto porcentaje de viviendas en regular y mal estado, debido a la falta de mantenimiento; más de 11.000 personas residiendo en albergues y una cifra diez veces mayor habitando en moradas no aptas, son otros de los fenómenos que enfrenta hoy la capital cubana, apuntó el arquitecto Miguel Coyula. En un foro auspiciado por el Grupo de Reflexión y Solidaridad Oscar Arnulfo Romero (OAR), sobre el tema Hábitat e inequidad, realizado el 16 de febrero, se abordó la evolución social a partir de 1959, incluida la desestratificación hasta 1976, marcada por la eliminación de las clases explotadoras y la reestratificación en la década de los noventa, con la emergencia de grupos sociales beneficiados por las reformas económicas.
El deterioro del fondo habitacional de La Habana y el desdén hacia los espacios públicos dictan la impostergable necesidad de integrar una política estatal dirigida a salvar la ciudad, que se complemente con el cumplimiento de las obligaciones de las instituciones y los ciudadanos, se dijo durante el foro.
Una ciudad fundada en 1519 y que tuvo un intenso desarrollo entre 1900 y 1959, vive hoy tiempos de interdependencias entre inequidad y hábitat, violación de las regulaciones vigentes y derrumbes y construcciones ilegales que atentan contra la sostenibilidad, el ornato y la imagen, señaló Coyula.
Para este arquitecto, que ha dedicado muchos años a alertar sobre los peligros que amenazan a La Habana, la capital tiene gran importancia pues alberga a más de dos millones de habitantes, la quinta parte de la población del país, y tiene un peso económico muy fuerte.
Las modificaciones de las fachadas y colores de instituciones y viviendas particulares; el abuso en el empleo de rejas y elementos decorativos en detrimento de la imagen urbana sin la debida regulación; leyes obsoletas; la carencia de personal calificado y pésimas condiciones de trabajo fueron algunos de los ejemplos de las violaciones urbanísticas citados por el experto.
A su juicio, lo que se observa en la calle es reflejo de lo que sucede al interior de los hogares, con problemas serios de sobrepoblación. «Los fenómenos terminan por explotar y salir a la calle», asegura.
Lilia Núñez Moreno, del grupo de Estructura Social y Desigualdades del Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas, sostiene que, en términos de justicia social, el proceso revolucionario implicó la ampliación del acceso de las familias cubanas a la vivienda.
Sin embargo, señaló, datos del Censo de Población y Viviendas de 1970 comenzaron a mostrar la situación del déficit de viviendas y del estado del fondo habitacional, así como su expresión territorial diferenciada.
La especialista agregó que investigaciones realizadas sobre la población en riesgo de pobreza en La Habana arrojaron que, para el 16 por ciento de las personas encuestadas, el deterioro de la vivienda es uno de los principales problemas que afecta la vida cotidiana.
Los estudios sacaron a la luz una «relación obvia y esperable entre calidad del hábitat y situación económica», y la interrelación entre las viviendas con estado regular y malo y los núcleos familiares en situación económica desfavorable.
En el debate, los especialistas explicaron que la falta de identidad hacia La Habana de muchas de las personas que residen en ella -a la que se le atribuyen muchos de los daños que se ocasionan- tiene sus orígenes, en parte, en una migración constante hacia la capital, dada su ventajosa situación económica en relación con el resto del país, mientras que el deterioro se ha agudizado por la centralizada política estatal en el tema de la vivienda y la falta de percepción de la necesidad de priorizar el mantenimiento constructivo.
Para Miguel Coyula, más que contar las viviendas que se construyen al año lo que debe importar es cuántas familias han mejorado sus condiciones de vida.
Los participantes alertaron que entre los nuevos lineamientos de la política económica y social aprobados por el VI Congreso del Partido Comunista, en abril de 2011, no hay aportes significativos para los edificios multifamiliares y las cooperativas de viviendas.
Este debate es parte de un foro permanente que mantiene OAR con el objetivo de debatir sobre la sociedad cubana y latinoamericana, explicó a SEMlac la investigadora Mareelén Díaz Tenorio.
Este año, dedicado al tema de la equidad, el espacio buscará abordar problemas de la sociedad cubana con la idea de «propiciar el debate orientado a la promoción de la equidad, dado el actual incremento de las desigualdades sociales», abundó Díaz, coordinadora del programa de inequidad de OAR.
«El hábitat es una de las dimensiones de las desigualdades sociales. Al ver el nivel de urbanismo, una empieza a preguntarse qué puede estar detrás de esas diferencias y encuentra grupos sociales beneficiados y otros no», apunta.
«Se trata de cuestionar dónde están las condiciones de partida, los activos tangibles y no tangibles para eso y dónde la política social para evitar que se reproduzcan las desigualdades», destacó Díaz.
A su juicio, por sus múltiples implicaciones e impactos deben mantenerse los estudios sobre los temas de la inequidad y la vivienda, en momentos de cambios en el país, para evitar que se establezcan políticas que estén de espalda a la realidad social.
Marzo de 2012