La Habana, febrero (SEMlac).- La intelectual cubana Fina García Marruz (1923-2022) fue recordada el 13 de febrero, a propósito de su centenario, en el espacio Foro literario de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac), como parte de la 31 edición de la Feria Internacional del Libro de La Habana, que se desarrolla del 9 al 19 de febrero.
Poeta, ensayista e investigadora de la cultura cubana, Fina estaba en la zona entre el artista y el ser, y escribió poemas de apasionada belleza que no se habían compuesto jamás en la lengua española, al decir del poeta Eliseo Diego, se recordó en la jornada.
Para la narradora y ensayista Ivette Fuentes de la Paz, evocarla remite de inmediato a la gran escritora y poeta, pero sobre todo también al ser humano que tendía la mano y ayudaba siempre, incluso en los momentos más críticos.
“Fue una persona capaz de estar en todos los ámbitos, sencillos y enormes, y abarcarlos con una gran humildad”, rememoró la doctora en Ciencias Filológicas al referirse a su don de estar presente en todos los espacios, los de la exquisitez literaria y los de la vida cotidiana en familia, casi siempre entremezclados. Una mujer que era fuerte y sonreía a la vez, apuntó.
“La suya es una obra que le crece a uno entre las manos”, expresó el poeta Roberto Méndez, cuando disertó ante el público sobre lo exterior en la poesía de Fina García Marruz, cuya tendencia a la modestia y timidez social hacían que muchas veces su obra, muy personal y singular, pasara a un segundo plano, sostuvo Méndez.
Con una estrecha relación profesional con su esposo, el también escritor Cintio Vitier (1921-2009), ambos fueron apasionados estudiosos de la obra de José Martí y emprendieron juntos no pocos proyectos literarios. A muchos que les vieron trabajar así por años, les daba la impresión de que ella era la colaboradora de Cintio, reflexionó Méndez, porque la timidez de Fina hacía que las conversaciones se dirigieran a él y ella quedaba colocada como en un segundo plano.
Lamentablemente, esto ha pasado también, a veces, con la investigación y ubicación de Fina en la cultura cubana, algo que empieza a cambiar con los acercamientos más recientes a su obra, sostuvo el profesor, ensayista y crítico de arte.
El también miembro de la Academia Cubana de la Lengua narró algunas anécdotas sobre escenas que vivió junto a Fina como anfitriona y la describió como la persona que podía entablar un gran recorrido literario mientras cocinaba con naturalidad los alimentos que ofrecería a sus invitados. “En ningún momento sentí la tensión entre la Fina figura literaria y la Fina doméstica”, aseguró.
Méndez hizo referencia a la que, desde los orígenes de su poesía, trataba de hablar de lo exterior y de lo humilde. “Cuando tantos poetas en el mundo se dedican a las esencias y las profundidades, Fina parece mostrarnos lo mejor de la realidad desde la apariencia”, valoró.
Citando un ensayo de la escritora, aludió a algunas de sus ideas y esencias. “Que ningún acto que realicemos en el día, ni aún el más modesto, sea mecánico; que podamos tender la cama con la misma inspiración con que antes se iba a ver la caída del crepúsculo. La mujer que cose un roto, la que enciende el fuego, la que barre el polvo, contribuye también al orden del mundo, a la caridad más misteriosa; sirve a la luz”.
La más pequeña de cuatro hermanos creció en una familia de fuerte ambiente cultural y muy interesada por el arte, en sus diversas manifestaciones: ballet, cine, circo, música y teatro; expresiones que lo mismo emergen en su obra que asociadas a momentos de su vida, señaló Josefina de Diego García Marruz, escritora y sobrina de Fina. “En sus versos encuentro consuelo, alegría y paz”, dijo Fefé.
Apasionada de la danza, Fina García Marruz fue también admiradora y amiga de la fundadora y directora del Ballet Nacional de Cuba, la bailarina Alicia Alonso, rememoró Pedro Simón, investigador y crítico de arte.
La poeta seguía las presentaciones y comentarios de ballet, se inspiró muchas veces en ese arte, hizo aportes y valoraciones al desarrollo de esa manifestación artística y le dedicó poemas y escritos, incluido un libreto que luego Alicia convirtió en coreografía. “Por su forma de analizar la danza, sus contribuciones merecen un estudio profundo que está por hacerse”, puntualizó Simón.
En vida Fina, afortunadamente, fue distinguida con numerosos reconocimientos, como los premios Nacional de Literatura en 1990, el Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda en 2007 y el Federico García Lorca y Reina Sofía en 2011, entre muchos otros. Dejó también una extensa obra de poesía, ensayos y crítica que han sido traducidos a varios idiomas.
Recordando la modestia y timidez de su madre, el músico José María Vitier imaginó ante los asistentes cuál podría haber sido la reacción de ella ante ese sentido homenaje.
“A mamá no le hubiera gustado nada esto, ustedes lo saben”, les dijo poco antes de interpretar varias piezas al piano, a manera de cierre de la velada. “En vida no le gustaba el protagonismo; pero quién sabe, a lo mejor en sobrevida sí lo esté disfrutando”, añadió, agradecido por el justo y cercano reconocimiento que le brindaron a la escritora amistades, familiares, escritores y público que la admiran.