Estudios de la mujer: veinte años sentando cátedra

Por Sara Más / saramas_2000@yahoo.com

Comenzaron haciendo estudios de forma aislada y diversa; unas veces bajo el signo de la espontaneidad, otras ante solicitudes puntuales; con algunas influencias feministas que aún irradiaban desde la academia o les llegaban eventualmente, pero enfocadas sobre todo en qué pasaba con las mujeres. Así fueron apareciendo los primeros atisbos de estudios e investigaciones que dieron lugar al surgimiento de la Cátedra de la Mujer de la Universidad de La Habana, cuando todavía no se hablaba de género en esta isla del Caribe.
Dos décadas después de fundado, ese espacio académico se propone seguir incentivando esas investigaciones y el interés por incluir la perspectiva de género en diferentes esferas de la vida y la investigación científica, confirmó a SEMlac su presidenta y una de sus fundadoras, la doctora Norma Vasallo, profesora de la Facultad de Psicología de la Universidad de La Habana.
“En sus orígenes fue, sobre todo, un espacio para dar a conocer  lo que se venía haciendo en el ámbito científico, de la institución, y con la idea de que constituyera un estímulo para crear un interés por estos temas y su estudio”, precisó Vasallo al término de un encuentro que reunió, el lunes 26 de septiembre, a fundadoras, integrantes y colaboradores cercanos de la cátedra.
Nacida en los años duros del período especial, nombre con el cual se conoce en Cuba a la crisis económica iniciada con la pasada década de los noventa, la cátedra tuvo como precedente la labor que, ya sea espontáneamente o ante determinadas coyunturas, estaban desplegando investigadoras y profesoras universitarias en relación con las cubanas, sus preocupaciones y desempeño en diversos espacios de la vida económica, social y cultural.
En la nómina de las fundadoras se incluyen reconocidas profesoras e investigadoras como Elena Díaz, quien dirigió el Grupo de Investigaciones sobre el Desarrollo de la universidad habanera, que después devino capítulo cubano de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO).
También la socióloga Marta Núñez Sarmiento; la profesora de Letras Luisa Campuzano, quien creó y preside el Programa de  Estudios de la Mujer de Casa de las Américas; Sonia Catasús, desde el Centro de Estudios Demográficos; la psicóloga Irene Smith o la musicóloga Alicia Valdés, actualmente vicepresidenta de la sección de música de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac).
A ellas se suman muchas más que, ya desde la temprana década del sesenta, habían empezado a publicar algunos  artículos y trabajos sobre el tema, o se fueron integrando por el camino: Nara Araújo, Susana Montero, Teresita Díaz Canals, Daisy Rubiera, Magela Romero, entre otras.
Igualmente entre las iniciadoras estuvo la socióloga Niurka Pérez Rojas, quien se acercó a los estudios sobre mujeres y ruralidad en 1981, mientras cumplía misión internacionalista en Nicaragua. Autora del libro El hogar de Ana. Un estudio sobre la mujer rural nicaragüense, editado en 1986, Pérez Rojas inició poco después las investigaciones sobre ese tema en la isla, junto a sus colegas Mariana Ravenet y Marta Toledo.
“Varias de nosotras teníamos un cúmulo de investigaciones  sobre la mujer y estábamos interesadas en ese tema, pues en aquel momento no se hablaba aún de género”, subrayó Núñez Sarmiento durante la sesión de memoria y recuento por las dos décadas de la cátedra.
Entre los procesos que favorecieron las investigaciones sobre el tema, la también doctora en Sociología mencionó el intercambio, encuentro y trabajo promovidos desde diferentes espacios y en distintos momentos, en muchos casos bajo la convocatoria de la Federación de Mujeres Cubanas.
“Esta organización facilitó la participación de cubanas y cubanos en eventos internacionales que permitieron comparar la situación de la mujer cubana con lo que sucedía en otros países”, asegura Núñez Sarmiento en su trabajo “Los estudios de género en Cuba y sus aproximaciones metodológicas, multidisciplinarias y transculturales (1974-2001)”.
La socióloga cita, entre otros, tres ejemplos: la reunión preparatoria de los países latinoamericanos para la Conferencia de las Naciones Unidas sobre la Mujer en Nairobi, (La Habana, 1984); la Reunión Internacional de las Mujeres sobre la Deuda Externa (La Habana, 1985), y la Propia Conferencia Mundial de la ONU sobre la Mujer, celebrada en Nairobi, en1985.
Esos y otros espacios propiciaron, además, los intercambios entre académicas cubanas y colegas de universidades de América Latina, Estados Unidos, Canadá y Europa Occidental, así como con feministas y programas de estudios sobre la mujer existentes en esos centros.
En su caso particular, Núñez Sarmiento recordó, además, que la FMC coordinó investigaciones sociales con académicas cubanas y extranjeras que movilizaron nuevamente las investigaciones sociológicas en el país, y no solamente las referidas a las relaciones de género.
Tales son los casos de las indagaciones realizadas en las textileras “Celia Sánchez Manduley” (1987) y Ariguanabo, esta última con la participación de la estadounidense Helen Safa (1986-1989), así como un estudio comparado sobre empleo femenino en cinco países de las Américas (1987-1988), en los que Núñez Sarmiento participó.
Tampoco se trata de un camino lineal ni exento de obstáculos, coincidieron en señalar las participantes en el encuentro de fundadoras e integrantes de la Cátedra.
Tras reconocer que las cubanas llegaron a estos estudios cerca de un cuarto de siglo después que sus colegas de otros países, señalaron que se debió en parte a que las corrientes feministas fueron estigmatizadas en Cuba durante muchos años, al punto de que aún persisten prejuicios al respecto en no pocos ámbitos.
“En Nicaragua fue que supe que existía el feminismo, que en Cuba no se mencionaba. Yo decía que era marxista leninista y no feminista, pero… en mi primer año allí, durante un seminario, escuché a una participante decir que era feminista socialista. Me identifiqué entonces rápidamente con esa idea y empecé a leer los trabajos sobre el feminismo”, relató la socióloga Niurka Pérez Rojas.
Afortunadamente, en la Escuela de Letras de la Universidad de La Habana la herencia feminista tuvo mayor representación en figuras que se declararon siempre como tales, en especial las prestigiosas profesoras  Camila Henríquez Ureña, Mirta Aguirre y Vicentina Antuña. Esta última estuvo presente en la constitución de la Cátedra de la Mujer, el 25 de septiembre de 1991, meses antes de su fallecimiento.
“Teníamos una formación, una base adquirida por la presencia de personas que nos habían enseñado  y trasmitido una serie de ideas”, reflexionó la profesora e investigadora literaria Luisa Campuzano, promotora en la isla en el estudio sobre mujeres y literatura en 1984, con su trabajo “Mujeres en la narrativa de la Revolución. Ponencia sobre una carencia”.
“A esa conclusión llegué, después de leer todo lo que se había publicado y planteármelo desde tres perspectivas: cuál era el espacio que ocupaba la mujer dentro del proceso revolucionario; de qué modo estaba representada en la literatura, como mundo simbólico, en la obra escrita por hombres, y de qué modo ella era escritora”, explicó Campuzano.
Como resultado constató que, mientras en la primera mirada ya se había producido lo que se había llamado “una revolución dentro de la Revolución” — “es decir, la revolución de las mujeres”, acotó—, ni en la literatura escrita por hombres ni por mujeres estaba la representación de lo que habían significado los cambios producidos por ellas.
Luego, desde el Programa de Estudios de la Mujer de Casa de las Américas, se dio un gran impulso al intercambio y estudio sobre este tema y se celebró, en 1991, el primer encuentro sobre literatura escrita por mujeres cubanas, vistas por primera vez como conjunto de escritoras.
Entre las contribuciones de dos décadas de la Cátedra de la Mujer está el haber propiciado el interés por estudios entre el profesorado y el alumnado universitario, así como la promoción de eventos e intercambios académicos a nivel nacional e internacional.
Además, la apertura y desarrollo de programas de formación con maestrías, diplomados y actualización sobre género, incluidos cursos y talleres impartidos fuera de la capital, para beneficio de las provincias orientales, precisó su presidenta, Norma Vasallo.
Abierta desde 2004, la maestría de género de la Cátedra de la Mujer de la Universidad de La Habana cuenta ya con cuatro ediciones y algunos de sus trabajos finales se recogen  en los libros Mirar de otra manera, que recopila tesinas del primer diplomado, y Desde otra perspectiva.
“En lo interno y fuera de la universidad se ha avanzado mucho, no solo por la labor de la cátedra, sino por el trabajo de muchas personas e instituciones,  y porque se ha ido creando un contexto favorecedor”, señaló Vasallo.
No obstante, sin sentir conformidad total por lo hecho y consciente de lo que falta, Vasallo sostiene que, ante los procesos de cambios económicos y sociales que vive el país, es importante estar alertas y estudiar sus posibles repercusiones sobre las mujeres y el desarrollo que han alcanzado.
En ese camino, la cátedra sigue apostando por un desafío permanente: “lograr visibilizar y legitimar problemas que aún tienen las mujeres y que cuesta trabajo que se reconozcan”, aseguró a SEMlac.

Octubre de 2011

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