Por Helen Hernández Hormilla / Fotos: Ernesto Pérez Zambrano
Las mentalidades machistas siguen siendo el talón de Aquiles a la hora de incorporar el enfoque de género en los proyectos de desarrollo humano local en Cuba. Sensibilizar a quienes tienen en sus manos la posibilidad de transformar esta tendencia se convierte entonces en labor de prioridad.
En ello coinciden profesoras y participantes en el curso «Género y desarrollo humano local», desarrollado del 17 al 21 de abril en la oriental provincia de Santiago de Cuba, como parte de un Proyecto de Cooperación Interuniversitaria entre las universidades de Oriente, La Habana y Sevilla, de España.
Con apoyo de la Agencia Española para la Cooperación y el Desarrollo (AECID) y la Consejería Cultural de la Embajada de España, la iniciativa capacitó, en una primera fase, a funcionarios gubernamentales y, en la segunda, a diversos actores y actoras locales de las provincias de Santiago de Cuba y Guantánamo.
La psicóloga sevillana Ana Guil, una de las docentes invitadas, explicó a SEMlac que la intención primera es sensibilizar a quienes pueden tomar decisiones sobre la importancia de potenciar igualdad de derechos y oportunidades entre hombres y mujeres.
Además, intenta ubicar actores que, desde los medios de comunicación, las organizaciones de masas, la gestión de proyectos, entre otros espacios, puedan convertirse en potenciales agentes de igualdad.
Para esto hay que formar personas capaces de trabajar de manera transversal en el ámbito de desarrollo local, teniendo el género como eje vertebrador y propiciando que cualquier tipo de proyecto tenga en cuenta a la mitad femenina, enfatizó la estudiosa española.
Durante el Curso se distribuyeron materiales biobligráficos sobre temas de género. |
Entre otras aspiraciones, está la de implementar a largo plazo un diplomado y una maestría dirigidos a instalar en Cuba la figura de agente de igualdad, que ya existe desde hace varios años en España. «Hay que estudiar aún dónde se ubicaría esta especialidad, si en los gobiernos locales o a instancias ministeriales, pero vamos trabajando en perfilarlo», explicó Lourdes Fernández Rius, profesora titular de la Universidad de La Habana.
Cuba dispone de una legislación favorable a la igualdad, voluntad política de empoderar a las mujeres y altas tasas de calificación femenina; sin embargo, en la práctica siguen funcionando añejas subjetividades que limitan y discriminan por cuestiones de género.
Esas resistencias bien las conoce Milena Cantillo Díaz, funcionaria de la Asamblea Provincial del Poder Popular en Guantánamo, a 900 kilómetros de La Habana. Con ellas tiene que lidiar desde su trabajo en un órgano de gobierno que trata directamente con las entidades gubernamentales y la población.
«Aunque se habla mucho de que hay que lograr igualdad de género, todos los directivos no están sensibilizados y, cuando intercambiamos con ellos a profundidad, notamos que existe machismo», aseguró esta guantanamera, resuelta a inclinar con sus manos la balanza.
«Incluso, nosotras mismas nos ponemos limitaciones para acceder a cargos y puestos de dirección, debido al peso de la casa y la familia porque no nos hemos liberado de las tareas domésticas. El hombre ayuda, pero no se siente responsable de esas tareas ni está consciente de que no se trata de ayudar, sino de compartir», opinó.
Por su parte, Yamilé Mateo Arañó, periodista del semanario provincial Sierra Maestra, en Santiago de Cuba, confesó que cuando escribe sobre temas de género sus jefes ironizan y le dicen «que se deje de feminismos».
«Existe una política editorial para fomentar la visibilidad de las mujeres en los medios, pero no se tiene conciencia de la importancia de este tema y muchas veces se trata desde lo epidérmico, sin llegar a tener real entendimiento de sus implicaciones», agregó.
Las barreras subjetivas indican que la transversalización de género debe ser intencionada, pues durante siglos se ha naturalizado un sistema de pensamiento patriarcal y machista, al tiempo que se mantiene la carga de la doble y triple jornada laboral femenina.
Un interesante ejercicio propuesto por las profesoras del curso contabilizó en dinero las labores simultáneas que realizan las mujeres en el hogar, más allá de sus jornadas de trabajo público, y estableció un aproximado de 1.200 pesos mensuales como salario, si estas fueran remuneradas.
Mientras el horario de las mujeres aparecía repleto de tareas domésticas, ellos manifestaban «sentarse a comer», «tomar el desayuno», entre otras acciones cotidianas de las cuales disfrutaban, pero realizadas casi siempre por una tercera persona innombrada.
«Estas experiencias ayudan a abrir los ojos. Los hombres se percataron de todo el trabajo oculto que realizan las mujeres y ellas se dieron cuenta de que son las que mueven el mundo», explicó Guil.
En opinión de Fernández Rius, modificar las valoraciones íntimas sobre lo que es «propio» de cada sexo y sus procesos de identificación, exige una intervención de política cultural que apunte a lo simbólico, lo psicológico, «a infiltrar, contagiar y empapar de aspiración por la equidad», señaló.
«El tema de género sigue siendo incomprendido y hay una zona de desconocimiento importante que se une a prejuicios patriarcales y homofóbicos», declaró.
Lourdes Fernández Rius, profesora titular de la Universidad de La Habana, adelantó la intención de crear en el futuro una maestría de formación de agentes de igualdad en Cuba. |
Los modelos de desarrollo centrados únicamente en el crecimiento económico limitan la solución de esas desigualdades, indicaron las expertas en uno de los encuentros. De ahí que se aspire a un desarrollo humano sostenible, cuyo progreso económico no afecte el social y ecológico.
Rosa María Reyes, decana de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Oriente, sostiene que muy pocas veces se piensa en quienes producen la riqueza, las personas. «No puede obviarse que somos seres sexuados, construidos en una cultura basada en relaciones de género, tanto las que hemos producido hasta hoy como las que podemos cambiar si queremos sociedades más justas», aseguró.
Pasar de la igualdad formal entre hombres y mujeres a la real requiere de medidas para hacerla efectiva, de remover obstáculos culturales y de otro tipo que la entorpezcan, refirió Lourdes Fernández.
Pero con incorporar la retórica de género no basta, aseguró Cantillo desde su experiencia como funcionaria. «Aunque se ha trabajado en llevar estos temas al gobierno, hay que pasar de la teoría a la práctica», dijo, «porque al profundizar en la actuación de los directivos notamos que, aunque dicen promover la equidad, no actúan de esa manera», enfatizó.
«Se trata de una cuestión de voluntad política y significa garantizar una participación equilibrada de mujeres y hombres en todas las esferas y ámbitos de actuación público y privado, desde la corresponsabilidad y la equidad», consideró Fernández Rius.
Los medios de comunicación, centros de enseñanza y foros públicos fueron identificados como espacios clave para transformar sistemas de pensamiento sexistas. «Más fácil se cambia la política o se consigue el dinero, que las mentes de directivos y actores sociales, mucho más complejas de transformar», añadió la especialista.
Se necesita de un enfoque humanista para lograr el anhelo de la equidad de género, argumentó por su parte Reyes, quien encabeza el grupo de Estudios de Género Equidad en la Universidad de Oriente, muy vinculado al trabajo con las comunidades.
«Una de las maneras de realizar la utopía es pensar que el desarrollo comienza desde lo personal y, por eso, necesita vincularse al género», concluyó.