La planificación familiar es un derecho que necesita de servicios accesibles, consejería e información basada en evidencias científicas para tomar las mejores decisiones, coincidieron especialistas en La Habana, a propósito del 11 de julio, Día Mundial de Población.
El tema concita la atención de autoridades y profesionales de diversas disciplinas en el país, donde conviven una baja fecundidad y altas tasas globales de fecundidad adolescente.
«La fecundidad adolescente es una brecha en el ejercicio de los derechos reproductivos», sostuvo Matilde Molina, investigadora del Centro de Estudios Demográficos (Cedem), de la Universidad de La Habana, al intervenir en el panel sobre «Avances y desafíos en planificación familiar y derechos reproductivos», uno de los dos encuentros científicos realizados por el Día Mundial de Población.
De acuerdo con investigaciones del Cedem, cerca del 16 por ciento de la fecundidad total del país corresponde a las adolescentes, con diferencias por edades y territorios.
En la zona oriental ese indicador se eleva hasta 19 por ciento, por ejemplo, en las provincias Granma y Holguín, a poco más de 730 kilómetros de la capital cubana, según la misma fuente.
Especialistas identifican el inicio temprano de las relaciones sexuales, de la primera unión y el uso discontinuo de métodos anticonceptivos como determinantes próximas de este fenómeno.
Sus indagaciones indican, además, que el comportamiento familiar e individual tiene un peso significativo a la hora de definir si tener o no hijos e hijas, una decisión que por lo general se asume en presencia del embarazo y no por planificación consciente.
Muchas veces las adolescentes asumen patrones reproductivos de sus mayores, comentó Gabriela Dujarric, investigadora del Cedem.
De esa forma la maternidad temprana se convierte en un valor reproductivo que pasa de la abuela a la madre y de esta a sus hijas, asociado muchas veces a un distanciamiento de comunicación sobre temas de sexualidad y al bajo control educativo.
Un estudio de caso en el municipio San Miguel del Padrón, en la capital cubana, entre adolescentes embarazadas, constató que se repite el patrón familiar de madres y abuelas que fueron madres adolescentes y que poseen poca información sobre métodos anticonceptivos.
La población entrevistada denotó que la primera relación sexual es protegida, pero luego hay un uso discontinuo de la anticoncepción y tampoco es un tema que se aborde en la familia, donde priman creencias erróneas sobre estos métodos.
La mayoría de las adolescentes entrevistadas ha interrumpido al menos un embarazo y es evidente la participación de la madre en la decisión de continuarlo o no, puntualizó Dujarric.
«Del noviazgo se pasa muy pronto a la relación y crianza del hijo, con la consiguiente pérdida de intereses en un escenario que no les permite ni reconocer la situación en que se encuentran», comentó la investigadora.
El estudio de caso comprobó también que las muchachas que continuaron el embarazo se desvincularon en ese momento del estudio y algunas lo hicieron completamente; dejaron de participar, además, de actividades como fiestas, juegos y salidas, que muchas veces fueron el escenario de la relación que devino embarazo.
Con mucha frecuencia, el inicio sexual está divorciado de la anticoncepción, señaló Maydee Vázquez, investigadora del Cedem, durante el panel «La planificación familiar y los derechos reproductivos desde una mirada demográfica y de la sexualidad», convocado por esa institución, la Red de Estudios de Población y la Sociedad Cubana Multidisciplinaria para el Estudio de la Sexualidad (Socumes).
Varias investigaciones denotan que buena parte de las mujeres desconocen su periodo fértil en el mes, nunca mencionan la esterilización masculina y hablan poco de la de emergencia.
A la par, el empleo de anticonceptivos no es continuo o se interrumpe, comportamiento asociado a la inestabilidad en su conocimiento y la inestable disponibilidad en el mercado, agregó la investigadora.
Estadísticas oficiales del Ministerio de Salud Púbica indican que la cobertura de anticonceptivos supera el 70 por ciento.
Por otro lado, la Encuesta Nacional de Fecundidad de 2009, realizada por el Centro de Estudios de Población y Desarrollo, señala que 99,9 por ciento de las mujeres y 99,5 por ciento de los hombres entre 15 y 54 años conocen al menos un método anticonceptivo.
Pero un elevado conocimiento y cobertura de esos métodos no garantiza, al parecer, su empleo adecuado.
Los estudios identifican igualmente deficiencias en la educación sexual y la apropiación de conocimientos, así como la existencia de servicios de salud sexual y reproductiva que se focalizan en las mujeres, lo que limita espacios educativos en que pudieran involucrarse los hombres, también protagonistas en este proceso de toma de decisiones.
Entre los desafíos pendientes en materia de género y derechos sexuales, Vázquez mencionó la irregularidad en el empleo de los métodos anticonceptivos y el uso predominante de métodos femeninos.
Igualmente, la prevalencia constante de la esterilización femenina frente al uso mínimo de la masculina, su baja aceptación y promoción, así como la disminución de la edad media en la primera unión en las adolescentes.
«Hoy se reconoce la planificación familiar como un derecho de la mujer y de la familia», reiteró el doctor Gabino A. Alessandrini, aunque aún la educación no ocupa el lugar que se necesita y adolescentes y jóvenes se siguen informando, sobre todo, por sus pares, acotó.
«Al sistema educativo y de salud le corresponde acompañarles como sujetos de derecho y agentes de trasformación, en su camino hacia la autonomía y para que puedan alcanzar las metas que se propongan en la vida», reflexionó.
Entre otras recomendaciones, se habló de la necesidad de contar con servicios accesibles y amigables para adolescentes, donde puedan encontrar información adecuada, basada en evidencias científicas, que les permitan tomar decisiones informadas y ayudarles a estructurar sus proyectos futuros de vida.
El mejor método moderno de anticoncepción para las y los adolescentes es el que seleccionen para sí, luego de tener una amplia información al respecto, señaló el doctor Alessandrini.
Para Marisol Alfonso, representante auxiliar el UNFPA en Cuba, entender la planificación familiar como un derecho humano supone un concepto mucho más amplio. «Implica también un análisis de políticas, género, derechos sexuales y reproductivos, acceso a información y consejería, entre otros aspectos», argumentó.